Llorar o sacudirte
Arcelia Ayup Silveti
Soy en extremo afortunada, me rodeo de seres queridos, gozo de buena salud, de mis sentidos y capacidades y cuento con más de lo necesario para vivir feliz y en paz. Me alejé de ser animal de costumbres para labrar diferentes horizontes fuera de mi zona de confort. Asimilé cómo trabajar en mi interior y aceptar a los demás tal cual son.
En el recuento de 2022 puedo sumar logros. Me costó trabajo, pero he aprendido a no generar expectativas, como dice una amiga, “expectante, sin expectativas”. Con ello me he ahorrado muchísimas desilusiones y disgustos. Ahora sé que las acciones de los demás son ajenas a mí y a lo que yo les proporciono; que ellos ofrecen lo que pueden, lo que tienen en su interior.
Tampoco me comparo ni mucho menos compito con nadie, ni siquiera conmigo, de esa manera no puedo sentir celos, porque sólo soy yo, no existe nadie en el mundo como yo, todos somos seres únicos. Me queda claro que los hechos son aislados y que una misma acción se puede tomar con llanto o júbilo, depende de tu propia perspectiva de la situación, y eres libre de poner juicios y etiquetas, llorar de por vida o sacudirte y continuar con la frente en alto.
Pondero el bienestar emocional sobre cualquier elemento, sin pretender ser un espantapájaros hueco con sonrisa de plástico, sino un ser humano conectado a su interior a través de su corazón. Tuve la fortuna de conocer personas extraordinarias y de quedarme sólo con las que vibro.
Hubo satisfacciones familiares y personales, mi hija se graduó como chef e hizo algunos cursos de gastronomía fuera de México; yo publiqué un par de libros y hubo buen saldo en mi labor cultural. Aumenté mi familia canina, mi hija Jimena me cedió la patria potestad de la perrita Camila, hija perruna de nuestros perrhijos Tírolo y Nina. La Camila es pila inagotable y más fiel que el mismo Tírolo, me hace reír mucho con sus travesuras. Disfruto jugar y caminar con mis perrhijos.
Hoy, en el último estertor del año y la última columna de 2022, reafirmo lo privilegiada que soy por saber que es fundamental encontrarle sentido al presente, al aquí y al ahora para celebrar lo que la vida nos regala: el amor, los atardeceres, lalas bellas artes, las sonrisas, las comidas, los silencios, la felicidad, la paz, los perros, la resiliencia, los saberes, los pájaros carpinteros, el pastel de chocolate y el vino tinto. Sí, también nos regala raíces y horizontes. Feliz noche vieja y espléndido 2023.