jueves 19, septiembre, 2024

DOGMA DE FE

¿Hay vida después de la muerte?

Marcos Durán Flores

No, no me estoy equivocando. Ya se que la gran pregunta, la tradicional y filosófica sería ¿Existe vida después de la muerte? (“otra” vida, se entiende). Pero es que no me quiero referir a esta pregunta clásica que por milenios nos ha torturado y que ha sido materia de discusión de todos los grandes pensadores de la humanidad como Sócrates, Aristoteles, Hegel, Voltaire o Nietszche. No, no me quiero referiro a esa pregunta. Hoy me parece que es mucho más interesante y más práctica esta otra, la que hace años hizo el divulgador científico español Eduardo Punset que encontró esta frase en un mural graffiti en Nueva York y que decía ¿Hay vida antes de la muerte?. Y es que hoy, preocupados por no morir, muchos nos olvidamos de vivir.

Se trata de un tema vedado por muchos y evadido por otros, pero que de vez en cuando aparece en nuestras conversaciones pero siempre como algo lejano. A todos nos preocupa la muerte porque siempre hemos asociado a nuestro cuerpo con la vida; esto lo reflexionamos y nos hacemos la pregunta sobre qué sucede después de ella. Pero en lo general, preferimos no tratar nada acerca de la muerte pues estamos seguros que los que se mueren son los otros, no nosotros.

La muerte nos provoca ansiedad pues reconocemos que existe un fin a nuestra existencia, eso nos agita profundamente como especie. La muerte es parte de la vida cotidiana. Sé que para muchos de nosotros la muerte significa tristeza y hacemos hasta lo imposible por olvidarnos del tema. Pero un grupo de investigadores expertos en la ciencia del comportamiento ha detectado que la conciencia de la muerte y el miedo que inspira afecta la toma de decisiones. La pregunta es ¿cómo?

Lpos icólogos sociales Scheldon Solomon, Jeff Greenberg y Tom Pyszczynski, investigadores de la Universidad de Colorado tienen algunas respuestas. Ellos afirman que la muerte nos motiva en casi todo lo que hacemos, desde anhelos de inmortalidad hasta crisis existenciales. Los sentimientos pasan por la autoestima hasta mecanismos de protección que hemos creado para evitar y hasta negar que un día todo terminará para nosotros. Abogan por llegar a un acuerdo con la muerte, contribuyendo a una sociedad que nos sobrevive. Nos recuerdan que “comprender que el ser mortales resulta aterrador, pero que a la vez puede hacer que nuestras vidas se conviertan en una realidad valiente, compasiva y preocupada por las generaciones futuras”.

Por supuesto que la aceptación de la muerte, no significa que no quedaremos devastados cuando un ser querido muere. Lo que significa es que podemos ser capaces de concentrarnos en ese dolor sin otras cargas existenciales. Y es aunque pareciera frío, la muerte no le está ocurriendo solo a usted, la muerte nos ocurre a todos nosotros.

Así que mejor hagamos la siguiente pregunta ¿Para qué está viviendo? Piense acerca de la muerte con el fin de mejorar su vida. La foto de su funeral. ¿Cómo quiere ser recordado? Pregúntese a usted mismo: ¿Para qué estoy viviendo? ¿Es por placer? ¿Poder? ¿Prosperidad? ¿Prestigio? ¿Estoy haciendo el trabajo que me gusta y con ello hago una diferencia? ¿Cuál va a ser mi legado? No pretendo convertirme en Yordi Rosado, pero este tipo de examen de conciencia, puede ayudarnos a encontrarle un sentido a la vida y hacerlo con propósito lleno de amor y dignidad que va más allá de las cosas materiales, hedonistas o egoístas.

Creo que si en lugar de utilizar nuestro valioso tiempo en obsesionarnos por saber si hay vida después de la muerte, podriamos esforzarnos por saber qué es lo que sucede antes de la muerte y no después. ¿Hay vida antes de la muerte? Ahí podria entrar a revisión la cita en latín “Carpe diem” atribuida al poeta romano Horacio «¡Vive por el momento!» encontrada en el final en la Oda a Leuconoe (el undécimo poema del Libro Uno). «Recoge los capullos de rosa mientras puedas» me viene a la mente aquí): «No preguntes a los astrólogos cuántos años te quedan, ¡pero este podría ser el último invierno que verás! «»Incluso mientras hablamos», escribe Horacio, «ha pasado un lapso de tiempo envidioso; es mejor ser inteligente, colar el vino y no confiar demasiado en el futuro». Asi, la frase podriamos ponerla en forma interrogativa. “¿Estás vivo? Pues vive”.

@marcosduranf

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