Raúl Adalid Sainz
El pasado 17 de noviembre del 2021, el primer «Festival Internacional de Cine del Bajío», rindió un homenaje al extraordinario y querido actor: Alonso Echánove. El marco no pudo ser mejor, fue durante la inauguración del festival, en el hermoso «Teatro Juárez», de la bella ciudad de Guanajuato.
Alonso fue muy aplaudido. Recibiendo todo el cariño de sus paisanos guanajuatenses y de los invitados, de distintos lares, al festival.
El cineasta, Alex Ramírez, entrañable amigo de Alonso, agradeció a nombre del actor el cariño enorme de su público, que esa noche le hizo sentir su amor y admiración a sus múltiples personajes regalados en teatro, cine y televisión.
El homenaje estuvo revestido con la exhibición del cortometraje «Martha», mismo que Alonso protagonizó en la ciudad de Puebla. Dirigido por Alex Ramírez. Un canto entusiasta, lúdico, y de enorme fe a que la estrella escondida vital vuelva a surgir. Cada espectador imagina que es esa su estrella de vida.
Maravillosa actuación de Alonso y dirección de Alejandro Ramírez. De quién días antes, había visto su entrañable largometraje: «Todos Hemos Pecado». Alonso Echánove es actor también en esta película.
Al día siguiente, 18 de noviembre, pasamos un hermoso día en casa de Marisela Navarro Carrillo y de Alonso. Marisela es la esposa de nuestro amigo actor. De hecho, Marisela nos invitó, a mi esposa Elvira Richards y a mí, a la celebración del homenaje a Alonso. Muchas gracias Marisela.
Ese día en casa de ambos, pasamos minutos de enorme cariño a Alonso. Recordamos sus películas. Trajimos a la rememoranza aquella serie de televisión que hizo Alonso, siendo muy joven: «El que Sabe Sabe», dirigida por Felipe Cazals. Bueno, hasta entonamos la canción tema: «Ayapanco es un pueblito, de los muchos que hay aquí, en mi México querido, si no sabes hay de ti… Cómo disfrutaba Alonso en el recuerdo.
También cuando les puse la trivia cinematográfica sobre algunas películas de Alonso. Salieron al recuerdo: «Historias Violentas», «Pueblo de Madera», «Los Motivos de Luz», «Mentiras Piadosas», y la consentida de nuestro amigo: «Modelo Antiguo».
Esa mañana, tarde y noche, vivimos risas, recuerdos, anécdotas, fotos para el mañana. Día hermoso el que respiramos la actriz amiga, guapa y simpática, Isaura Espinoza, la no menos bella, Elvirita Richards, directora de casting, el queridísimo actor Gerardo Taracena, el agradable cineasta Alex Ramírez, Marisela y Alonso.
Hago un paréntesis, dentro de ese encuentro, de repente le pregunté a Alonso que tanto había influido el director teatral Raúl Zermeño, maestro de ambos, en la conformación de sus clases de actuación. Alonso me pidió que lo acompañara a su estudio. Ahí me enseñó en sus archivos de su computadora, sus pensamientos hondos hacia la enseñanza actoral.
En ese momento, le pedí me diera un consejo para graduar la transmisión de mi energía ante la cámara. Le conté a Alonso que me había notado pasado en unas escenas de un serial televisivo. Alonso con toda su experiencia cinematográfica tocó dos momentos: la violencia y el llanto ante la cámara.
Me simuló dos situaciones con gran verosimilitud. Cuando dices, «Te odio», lo dices tranquilo, sin énfasis; y en cuanto al llanto, sintiendo el dolor en la barriga primero, luego se transluce suavemente por los ojos.
Muy bonito momento que me transmitió Alonso. Era el camino largo de un actor de cine. Luego escribió en un papel: » Cágala, no importa». Esa sentencia amorosa es para conservarla siempre.
Me recordó a Raúl Zermeño, cuando en una obra teatral, donde me tocó su dirección, dijo: «No pienses, haz». El actor siempre aprenderá, vivirá, en el acto de la cuerda floja. Representa a la vida. Y ésta así es: un acto malabar sin red muchas veces en la caída.
Ya de noche nos despedimos. Alonso empezó sus clases a jóvenes alumnos vía zoom. Oíamos sus risas contentas compartiendo con sus alumnos. Nos despedimos de él, y a sus alumnos los conminamos a ser felices, y a aprender a vivir para ser buenos actores; y mejores seres humanos.
La noche había caído en el mágico y minero sitio de Guanajuato. El «Pípila», en lo alto del cerro del San Miguel guanajuatense parecía cantar aún su victoria de independencia. Así nosotros nos liberamos por ese día de toda absurda preocupación, y nos dedicamos a reír, a hablar, a jugar, y algo muy importante: a vivir en el cariño y fraternidad humana.
Gracias Marisela por tu invitación. Gracias Alonso por tu ser tan entregado. Les mando mi cariño agradecido por medio de este escrito.
Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan