Dedicado a uno de nuestros mejores cineastas mexicanos: Jaime Humberto Hermosillo; hoy sería su cumpleaños ochenta
Raúl Adalid Sainz
Hacía muchos años que no volvía a ver esta cinta que en su momento me dejó literalmente shockeado. Aún recuerdo el año: 1983. La vi en un cine desaparecido de Insurgentes Sur llamado: «El Relox».
1979, fue el año de su estreno. Una película independiente hecha con muy pocos recursos. La historia es un suceso verdadero, la cual Gabriel García Márquez y Jaime Humberto Hermosillo la convirtieron en guion. La dirección la realizó el propio Hermosillo. El mismo director hidrocálido fue el encargado de bautizar esta historia para la posteridad: «María de mi Corazón».
La pareja escogida: María Rojo y Héctor Bonilla. Un dúo con una química maravillosa. Encantadores ambos en la pantalla.
La película fue actuada por actores que en aquellos años pertenecían al malogrado «Sindicato de Actores Independientes», que encabezaba Enrique Lizalde.
Un argumento sencillo: María aparece repentinamente en el depa de Héctor. Ella lo dejó sin avisar. Estaban comprometidos. Ocho años después vuelve. Se reencuentran y vuelven a empezar. Él es un ratero y ella es una maga en fiestas infantiles. María convence a Héctor de dejar su «oficio» y lo conmina a que sea su asistente en los Shows. Consiguen una gira en lugares cercanos al DF. En una de esas, Héctor esperará a María en Puebla, ésta se llevará la combi del espectáculo con el vestuario y animales del show. En el camino se descompone la unidad y es auxiliada ya en la noche por un autobús que transporta a unas enfermas mentales. Van a un hospital campestre. Ella va al lugar esperando que ahí le presten un teléfono y pedir auxilio. María encontrará esa noche de aguacero su desgracia.
El tema es narrado cinematográficamente por Hermosillo en dos tonos: la primera parte en un humor de reconciliación amorosa, maravillosa. Héctor y María, viven el amor, la cachondería que brota por donde sea: en el zoológico de Chapultepec, en el vocho de Héctor, en la azotea del depa de él en la Colonia Portales, en su viaje al mar. La fantasía mágica da pauta, tono a la historia. La creatividad de un realismo extraño, «Mágico», significa al Gabo, Hermosillo borda en el humor, ese tan vivo que habita en él.
La segunda parte, llega; el misterio desventurado de lo insólito. «Yo nada más quiero hablar por teléfono», dice la atribulada María en medio del psiquiátrico de pesadilla. Nadie cree su historia. La misma parece tan fantasiosa, que la creen propia de una mente enferma. Todo es una pesadilla. Al final la voluntad de María es quebrantada. Al compás ácido de: «A la víbora, víbora de la mar» ella será parte de otro mundo. De la locura.
La fotografía de Ángel Goded provoca estadíos anímicos en el espectador. Las atmósferas dan tono, clima emocional. La actuación de Héctor Bonilla y María Rojo son de esas interpretaciones llamadas entrañables. La película siempre será recordada por ellos dos. Se inmortalizaron. Y en ese renglón, Jaime Humberto, tiene mucho que ver, se convierte en un mago que crea junto a sus intérpretes.
Una gran cinta de esa época setentera que tanto brillo dio al cine mexicano. Una película que señala el camino para el cine nacional actual: apostar a una buena historia, que no sea onerosa, un buen guion, un buen fotógrafo, un buen director y un solvente cuadro de actores. Para qué más. El cine argentino actual es un ejemplo de buen cine contemporáneo. El neorrealismo italiano otro buen paradigma. «María de mi Corazón», marca camino de una ruta a seguir. Vigente a más no poder. Una invitación que hago a verla, sin temor a equivocarme, para quien gusta de la aventura, así sea agridulce.
Nota: Jaime Humberto Hermosillo y Ángel Goded, fotógrafo de » María de mi Corazón», nos dijeron adiós en enero del 2020. Dos grandes de nuestro cine que hoy son polvo de estrellas. Leyendas. El texto pertenece a mi libro: «Historias de Actores», (un recorrido por el mundo teatral y cinematográfico).
Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México-Tenochtitlan