domingo 24, noviembre, 2024

El 26 de mayo de 2016, Torreón rendía homenaje a una de sus hijas más venturosas: Pilar Rioja

 

 

(Contaré una anécdota vivida en Nueva York con esa gran bailarina lagunera) 

 

Raúl Adalid Sainz

Serían las diez de la mañana cuando toqué la puerta de la «Compañía Repertorio Español» en Nueva York. El motivo: pedir chamba como actor para ser parte del elenco de esa agrupación teatral.

 

Para mi suerte el mismo director escénico y director de la Compañía (el señor René Buch, Qepd), me abrió la puerta. Recuerdo que le dije, poco más o menos así: «Soy mexicano, actor, y me encantaría trabajar con ustedes, si hay que empezar en la taquilla, barriendo, lo que sea, no importa», se rio y me dijo, «bueno eso no es necesario, puedes hacer una prueba y ya veremos si te quedas como actor con nosotros». 

Subimos a la parte de camerinos y platicamos un momento. Al decirle que era de la provincia de México, de un lugar llamado Torreón, asintió como si lo conociera: «En este momento está ensayando aquí con nosotros una gran paisana tuya: «Pilar Rioja, ¿La conoces?», -no-, le dije, -pero ella es un símbolo de mi tierra. «¿Te gustaría conocerla?», -claro que sí-, le dije entre nervioso y excitado.

Bajamos unas escaleras y fuimos al escenario. Ahí estaba ella, en leotardo y mallas ensayando. Era la señora de la estatua de Colón y Morelos en mi Torreón. Ese estandarte del flamenco que tantas glorias ha dado a México.

René Buch vio el momento adecuado y dijo: «Pilar, te presento a este muchacho que dice que es de tu tierra, Torreón», la señora volteó y me dijo esbozando una sonrisa: «¿De veras eres de Torreón?». -Sí Doña Pilar, viajé cincuenta y dos horas por autobús para llegar aquí, y vengo pidiendo chamba de actor-. 

Recuerdo que la señora Pilar volteó a ver a René Buch, y le dijo: «Dale trabajo, la gente de mi tierra es gente muy aventada y trabajadora». Buch se rio asintiendo. A los tres meses de ese agosto de 1996, después de hacer mi prueba de admisión y quedarme, debutaba en la compañía newyorkina escenificando, «La Vida es Sueño», de Calderón de La Barca.

Recuerdo que ese día de conocer a Pilar Rioja, me invitó a ver esa noche su espectáculo de danza en el Teatro de la «Compañía Repertorio Español». Ella reía recordando Torreón. Le platicaba a René Buch que cuando el equipo de fútbol llamado «Santos» ganaba, le ponían brassiere a su estatua. Yo afirmaba recordando la enloquecida santosmanía del año 1994.

Aquella noche en los albores de agosto newyorkino vi la magia de Pilar Rioja en el escenario. Fue un espectáculo maravilloso. La figura dancística en el espacio se desarrollaba en arte expresivo. Convirtiendo a la energía en talento sublime. Ritmo, tempo, transmisión, gracia, vestuario, música, magia de abanicos. Eso era aquella lagunera universal en el escenario.

Subí a felicitarla al camerino. Me presentó a sus guitarristas y me dijeron: «¿Tú fuiste el que viajó cincuenta y dos horas para llegar aquí?». Se reían con gracia bonita. La señora Pilar les había contado.

Hoy Torreón homenajea a esta hija pródiga. Me da un enorme gusto. La Laguna necesita celebrar a sus tantos vástagos artísticos que la han ennoblecido. Es necesario crear identidad. Orgullo. Imágenes que seguir. Inspiraciones.

Hoy en la noche, en el teatro bellísimo de grecas moriscas, llamado Isauro Martínez, será el homenaje. Mejor marco no podía haber.

Pilar Rioja representa esa sabia española emigrante que llegó a La Laguna. Sus primeras imágenes dancísticas se dieron allá.

Venga y venga por el mundo, la gracia y salero, de ese duende lorquiano femenil llamado Pilar, posando su planta por su tierra lagunera.

¡Un aplauso Pilar Rioja! 

 

Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan

 

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