(In memoriam al actor Carlos Cardan, 17 de Julio de 2016, día de su adiós)
Raúl Adalid Sainz
La última vez que vi a Carlos Cardán sería allá por 1990 en un restaurant yucateco en las bipolaridades de los tiempos de este singular México Tenochtitlan. Me acerqué a saludarlo y le dije: «¿Cómo está mi amigo lagunero?» volteó, me reconoció sonriente y con ceja arqueada me dijo: «Lagunero no, de Lerdo».
Lo conocí por mi gran amigo Oscar Sánchez, su padre había sido gran amigo de Carlos en Gómez Palacio, Durango. Ahí precisamente lo conocí, en Gómez, como cariñosamente le decimos los laguneros. Allá por 1982, Carlos estaba en un retiro de su profesión y vivía como en una especie de estudio.
Recuerdo muchos discos en estanterías de madera, cuadros, una iluminación tenue que ofrecía tranquilidad. Carlos Cardán era un estupendo pintor y a eso daba la impresión que estaba dedicado.
Esa noche que lo conocí me di cuenta que era un gran amante de la música. Nos hablaba y ponía música de Gonzalo Curiel, de Emilio Tuero y de Tony Bennet. Recuerdo que nos hizo mención que aquel llamado «El Barítono de Argel», Emilio Tuero, había cantado en el Cine Palacio gomezpalatino, y que él lo había visto. «Fue la locura», decía en nostálgica sonrisa.
Nosotros éramos muy jóvenes y muy nacos ignorantes. Pero la pasamos muy bien. Carlos era muy agradable, con mucha charla, ocurrente, muy directo, sin rodeos. Cuando lo conocí lo había visto en tres de sus múltiples películas: «El Escapulario», «Por mis Pistolas» (con Cantinflas e Isela Vega) y en «Kalimán y el Siniestro Mundo de Umanón».
Al correr de los tiempos he visto muchos trabajos de Carlos Cardán. Destacando sus participaciones como actor en la estupenda, «El Escapulario», donde debutó cinematográficamente al lado de Enrique Lizalde, Ofelia Guilmain, Jorge Lavat, Enrique Aguilar y el lagunero José Chávez Trowe, entre otros grandes actores que aparecen en ese gran thriller de suspenso y misterio mexicano. La dirección fue de Servando González con una espléndida fotografía en movimiento de cámara de Gabriel Figueroa.
Carlos debutó con el pie derecho con un rol protagónico. Su siguiente buen trabajo va dirigido a la espléndida, «Llámenme Mike», donde interpreta a un judicial. Las situaciones que vive absurdas tornan en un tono simpático las apariciones de Cardán. Una gran comedia satírica dirigida por Alfredo Gurrola.
Logra tres trabajos interesantes actorales como aquel corrupto líder vecinal en «Los Motivos de Luz», dirección de Felipe Cazals, en «Morir en el Golfo», al lado de Blanquita Guerra, Enrique Rocha y Alejandro Parodi, dirección de Alejandro Pelayo. Su otra intervención significativa va en rememoración de la película, «El Mago», con dirección brillante de Jaime Aparicio. Lo recuerdo muy bien en la telenovela, «La Gloria y el Infierno», al lado de Héctor Bonilla y Ofelia Medina. Su muerte fue célebre. Un duelo a balazos con Bonilla y manejando artísticamente el caballo para morir.
Carlos Cardán era un gran charro entre sus habilidades personales. Esa telenovela hecha con técnica cinematográfica para su realización fue dirigida por el talentoso Gonzalo Martínez QEPD.
Presente lo tengo en una telenovela didáctica dirigida por el cineasta Felipe Cazals: «El que Sabe Sabe». Carlos era el protagonista al lado de grandísimos actores como Delia Casanova, Alonso Echánove, Tina Romero, Enrique Lucero, Ernesto Gómez Cruz, Jorge Fegan, Zaide Silvia Gutiérrez, gente talentosísima de cine. Recuerdo una pequeña intervención interesante de Cardan en la mítica ya, «Rojo Amanecer», dirigida por el gran Jorge Fons.
La presencia cinematográfica del actor se significaba interpretando a un militar. Carlos hizo un sin número de películas. Un actor que inició haciendo teatro de aficionados en Torreón, ahí en el Teatro Garibay (Mayrán en tiempos de Cardán).
Mi madre me hablaba de él, en esos ayeres de teatro amateur lagunero, me decía: «un día lo vi en el Mayrán, en una obra que se llamaba ‘Los Hijos de Eduardo’, era guapísimo». ¡Ah qué mi mamá!
Esa obra la dirigió el Doctor Garibay o Luis Díaz Flores. Con ellos hacía teatro Carlos, hasta que decidió llevar a cabo el sueño de ser actor en México. El cine lo escogió, allá por los años 1968 en que hizo «El Escapulario». Nunca hizo teatro en la ciudad de México. Siempre albergó la ilusión de representar a Otelo de Shakespeare. Un lagunero lerdense que forjó el sueño en el romántico Teatro Mayrán (Hoy Garibay.) QEPD el querido Carlos Cardan.
Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México-Tenochtitlan