Raúl Adalid Sainz
La primera vez que vi a Manuel Ojeda fue en el cine. Era adolescente en Torreón y lo viví en aquella película tan fuerte, un dolor al estómago, llamada «El Apando», de Felipe Cazals. Manuel al inicio de la cinta asomaba su rostro por el pequeño cuadro de la puerta de la crujia. Profería una sentencia contundente: «Hijos de la…».
Su mirada de rencor era un rayo fulminante. Así seguí la carrera cinematográfica de Manuel. Verlo en un pequeño papel, pero significándose en la entrañable, «La Pasión Según Berenice», del querido Jaime Humberto Hermosillo.
Con el mismo Jaime lo vi en dos extraordinarias interpretaciones: «Amor Libre», y mi preferida de los trabajos de Manuel: la inolvidable «Matinée», al lado de Héctor Bonilla. Una relación ambigua gay retratada por Hermosillo, cuando en el cine todo era sugerido. Manuel y Héctor estaban extraordinarios.
Lo recuerdo y bien, en «El Infierno de Todos tan Temido», de Sergio Olhovich. Un personaje muy complicado, de aceleres emotivos descontrolados, que interpretó magníficamente Manuel. Su presencia de confusión e incredulidad ante los hechos terribles de «Canoa», aquel político, ex perteneciente de la lucha comunista, en «Bajo la Metralla», ambas de Cazals. Su participación con Ripstein en «La Tía Alejandra». Su gran personaje de retruécanos gay escondidos, en la mocha Aguascalientes, en la magnífica, «Las Apariencias Engañan», de Jaime Humberto Hermosillo.
Pero a Manuel Ojeda nunca lo olvidaré en su célebre y entrañable interpretación de don Porfirio Díaz, en la telenovela histórica, «El Vuelo del Águila». Todas las noches lo gozaba con mi familia. Mi madre era su fan número uno. Sus grandes escenas cuando conoce a Madero, su ironía para tratarlo, cuando baila con su amada «Juana Cata», una pieza zapoteca.
Su alegría de triunfo en la batalla de Tecoac. Misma que lo llevaría a su larga presidencia. Grandes escenas engrandecieron la carrera de actor de Manuel.
En el teatro le recuerdo dos grandes trabajos: «PD, Tu Gato a Muerto», al lado de Humberto Zurita, y «Buenas Noches Mamá», un bellísimo poema interpretativo junto a Ofelia Medina. Último trabajo de Manuel en el teatro, allá por el año 2017 en el Teatro Lucerna.
Tuve el inmenso gusto de conocer a Manuel en el cine. Hicimos la película «La Cuarta Compañía», de Vanessa Arreola y Amir Galván. Manuel y un servidor éramos un par de políticos, en los tiempos de José López Portillo. Recuerdo que en la primera secuencia que filmamos, Manuel se me acercó y me acomodó bien la corbata. «Así se te va a ver mejor», me dijo afectuoso y generoso.
Manuel no hacía nada. Su actuación estaba en su interior y sus pensamientos y emociones aparecían sutilmente por sus ojos. Gran técnica cinematográfica del actor para expresarse ante la cámara. Filmamos en el penal de Santa Martha Acatitla. Los presos le gritaban a Manuel con cariño: «Adiós don Porfirio», Manuel agradecía amable.
En el año 2019, presenté en la Ciudad de México, en «Casa de Coahuila», mi libro «Historias de Actores» (un recorrido por el mundo teatral y cinematográfico). Manuel Ojeda me hizo el regalo de su compañía. Recuerdo que hizo una cola larga para que le firmara su ejemplar. Al llegar a mí, platicamos de «Matinée», de lo demandante que había sido Jaime Humberto Hermosillo, con una cargada de su cuerpo herido por parte de Héctor Bonilla.
Al ver sus grandes ojos negros contentos, le dije: «Lo que daría mi madre por estar en mi lugar y hablar contigo. Te admiraba mucho». Manuel se rio con una sonrisa tierna y agradecida. La foto que da marco a este escrito es de Manuel Ojeda en la presentación de mi libro. Tiene su ejemplar debajo del brazo.
Me da tristeza su partida. Preparaba una emisión homenaje para él, en mi programa «Yo Quijote», de los martes por Facebook Live. Uno cree que la gente querida será eterna. Manuel lo será con esos retratos grandes que nos dejó. El gran actor norteamericano Michael Douglas, ponderó la presencia y actuación de Manuel cuando filmaron en México: «Dos Bribones tras la Esmeralda Perdida». Manuel Ojeda, era el antagonista villano en esa película de aventuras.
Gracias Manuel por regalarme tu presencia aquella tarde noche cuando nació mi niño literario. Su presencia e inspiración se quedan en mi como un referente. Viaja en paz Manuel, mucho nos diste.
Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan