Víctor Bórquez Núñez
Esta película peruana, ambientada en una zona específica de Arequipa, da cuenta de la capacidad de Miguel Barreda Delgado, su realizador, para indagar en la naturaleza agreste de los seres humanos que, como la piedra blanca característica de la zona, luce hermosa por fuera sin que logremos olvidar el esfuerzo de quienes la trabajaron. Con silencios, miradas y una violencia creciente, esta propuesta viene a instalar un título en Netflix de la vasta y excelente filmografía de Perú
Víctor Bórquez
Desde el inicio los silencios y los paisajes rurales de Arequipa hipnotizan, seducen, perturban y logran captar la atención de los espectadores con una historia desarrollada en la cuna del sillar, piedra característica de las casonas antiguas de la ciudad, trabajada bajo condiciones dolorosas en las canteras del lugar. Ese silencio, esa parquedad es trabajada de manera clara, cada vez que demuestra que ninguno de los personajes tiene mucho que decir porque resulta evidente su incomodidad, desinterés y ambición, en diferentes facetas, pero con el mismo sino de fatalidad.
¿Cuál es la historia que cuenta “La Cantera”?
En el inicio del filme, un chico queda traumatizado cuando presencia la muerte de su padre, en la cantera donde ha estado trabajando desde siempre. Este muchacho empieza a sospechar que su tío ha causado esa muerte, tratando de quedarse con las pertenencias que éste poseía y sobre todo seduciendo a su cuñada para iniciar una relación amorosa, detonante para que la rabia y la impotencia del hijo se desborde, decidiendo tomar la justicia por sus propias manos.
Antes de su paso al circuito comercial la película fue estrenada en festivales como el de Lima en 2019, en donde obtuvo una mención honrosa junto a películas como el documental, La revolución y la tierra, Canción sin nombre y La bronca.
Este filme está despojado de todo glamour y se compenetra con la sequedad, dureza y peligro de la cantera en que se desarrolla casi la totalidad de la cinta. Como es una historia de venganza, el director enfatiza que un simple escolar debe asumir, sin más trámites, su transformación en hombre, cegado por el deseo de vengar la muerte de su padre. Este deseo irrefrenable hará que se aleje cada vez de su madre, de su enamorada y de su entorno, concentrando todos sus esfuerzos en lograr su objetivo de honrar con sangre la memoria de su fallecido padre.
En ese desolado lugar, que adquiere una presencia casi irreal por la blancura de la piedra sillar, característica de las casonas antiguas de la ciudad de Arequipa, se concentrará la historia, despojando al filme de cualquier otro elemento que pudiera alterar o distraer la atención de los espectadores.
Así como el entorno es áspero, las relaciones que establecen los protagonistas son también toscas, carentes en absoluto de suavidad alguna, y ese paisaje duro, gris, desolado, es el escenario ideal para el desarrollo de una tragedia anunciada desde el inicio.
El lugar en que fue realizada esta película tiene un encanto particular, precisamente por su dureza y por la blanca manta del sillar que se extiende muy próxima a la Ciudad Blanca de Arequipa, donde esta piedra blanca convirtió en un símbolo reconocible el casco histórico de la ciudad.
De la misma forma en que su inicio es brusco y nos adentra en la cantera, el tramo final llega sin dramatismo exagerado y sin mayores explicaciones, dejando que sea el propio espectador quien trate de resolver el enigma que entrega la secuencia
“La Cantera” tiene momentos de gran tensión dramática, en especial en la escena en que la madre, el tío y el joven se encuentran cenando en el comedor de la casa, oportunidad en que la cámara se pega a sus rostros, sin darles pausa, sin que existan cortes, ni siquiera cuando uno de los personajes abandona el lugar.
En el plano actoral no hay grandes revelaciones, salvo el personaje que compone el actor Carlos Rudas Apaza, el joven protagonista, siendo capaz de mostrarse satisfecho y de que adhiramos a su deseo de venganza. Todas sus acciones están entonces marcadas por la muerte de su padre y de la relación con su entorno, que revela en los personajes secundarios las mismas cuotas de desencanto y de ansiedad por un futuro nada halagüeño y donde parece no tener cabida la felicidad.
Es importante destacar que este filme debió retrasar su estreno por el tema de la pandemia, convirtiéndose en una de las pocas apuestas fílmica peruanas que llega este año desde Perú.
Miguel Barreda Delgado (Lima, Perú, 1967) es uno de los realizadores de cine más interesantes que, además, trabaja como director, productor y editor para cine y TV. Su filmografía abarca los filmes “Y si te vi no me acuerdo” (2001); “Ana de los Ángeles” (2012), “Encadenados” (2015) y “La Cantera” (2019).
Entrevistado por El Comercio, Barreda planteó que muy pocas veces las personas se han cuestionado sobre cómo es que el centro de Arequipa llegó a ser construido con sillar. Esto se debería a que las personas que trabajan en las canteras viven de espaldas a la ciudad, pero han contribuido por siglos a construir un patrimonio cultural que les es completamente ajeno. “Esa preocupación es uno de los pilares de la película, las condiciones en las que viven y trabajan los cortadores de sillar, y luego un drama humano que se suscita dentro de ese mundo”, dijo el realizador quien de alguna manera se inspiró en Hamlet para desarrollar su tema en este punto tan fascinante de Arequipa, la Ciudad Blanca.
Este filme está disponible en la plataforma de Netflix.
@VictorBorquez
Periodista, escritor y Doctor en Proyectos de Comunicación