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Se ha hecho esperar, pero la primera y única secuela de Avatar, Avatar: El sentido del agua, verá la luz el próximo 16 de diciembre en las salas de cines y la expectación es máxima. A lo largo de la última década, la famosa cinta de ciencia ficción ha amasado críticas y detractores pero, aunque no todo el mundo la adore, es innegable que es uno de los más grandes títulos del género de la historia y nadie le arrebatará el éxito comercial sin parangón que resultó ser en su día.
Han pasado casi trece años, pero Avatar sigue siendo a día de hoy la película más taquillera de la historia -un honor que le arrebató Vengadores: Endgame por un breve periodo de tiempo pero que recuperó con su reestreno en china- con una recaudación de casi 3.000 millones de dólares. La cifra está a años luz de los 237 millones que costó llevarla a cabo, pero lo cierto es que aquella cifra, y más en su día, la hizo posicionarse como una de las películas más caras de la historia.
Bajo la batuta de James Cameron, Avatar fue rodada íntegramente en 3D, una de las principales cualidades por las que recordamos la película, y utilizó literalmente miles de efectos especiales que contribuyeron a su innegable espectacularidad. Una película única como pocas hasta la fecha que había comenzado a gestarse en la cabeza del cineasta 15 años antes que la tecnología de aquella época hacía imposible. Así, Cameron dedicó toda una década a otros proyectos que le hicieron crecer en la industria y que, según ha confesado él mismo recientemente, acabaron sirviéndole de ayuda para su ambicioso plan.
Y es que, aunque ahora el éxito de Avatar es innegable, en su día la cinta generó algunas dudas en 20th Century Fox y el propio James Cameron recuerda en una reciente entrevista con The New York Times haber usado el éxito de Titanic para cerrar un acuerdo con el estudio, que se mostraba en desacuerdo con algunos aspectos de la película, como el tiempo necesario para su ejecución y la inversión de tiempo de producción para determinadas secuencias. Según parece, aunque la reacción fue bastante positiva ante lo que el cineasta les mostraba, el estudio insistía en que era necesario hacer más recortes.
«El estudio consideró que la película debería ser más corta y que había demasiadas vuelos en con los ikran, lo que los humanos denominan como banshees. Y resulta que eso es lo que más le gustó a la audiencia, en términos de sondeos y recopilación de datos. Y ahí fue donde dibujé una línea en la arena y dije: ‘¿Sabes qué? Hice ‘Titanic’. ¿Ves este edificio en el que nos estamos reuniendo en este momento, este nuevo y enorme complejo de 500 millones de dólares? Titanic pagó por eso, así que puedo hacer esto
Asimismo, mucho antes de Titanic y por supuesto de Avatar, James Cameron ya era una figura de lo más respetada en Hollywood. El cineasta había dirigido Terminator (1984) y Terminator 2: El juicio final (1991), mientras que la segunda película de Alien, Aliens, el regreso (1986), para algunos incluso mejor que la de Ridley Scott, también corrió a cuenta del director.
Cameron no entra en detalles sobre las razones de la insistencia del estudio en que la película fuera más corta, pero una duración menor hubiese podido traducirse en un mayor número de proyecciones. En cualquier caso, la línea roja de Cameron, siendo Avatar la película más taquillera de la historia, claramente no afectó a su condición de blockbuster.
(Con información de Sensacine)
