(Películas que vale la pena revisitar, siempre darán nuevos parámetros de lo que es el complejo ser humano en su actuar)
Raúl Adalid Sainz
Acabo de ver una cinta argentina que me pareció maravillosa. De esas películas que te van envolviendo en su trama. Vas pasando de la risa cálida, al inicio, a una pesadilla maldita.
Eso vive, Daniel Mantovani, escritor argentino, ganador del Premio Nobel de Literatura. Vive en Barcelona. Se encuentra en esos momentos de sequía vital inspiratoria para escribir. Dentro de los múltiples homenajes a los que es convidado cotidianamente, es invitado a su pueblo natal (Salas), a recibir la condecoración de ciudadano ilustre de su tierra. Daniel tiene cuarenta años sin ir a su tierra y decide inesperadamente atender la invitación al origen.
Esta es la premisa argumental. La película irá desarrollando una serie de situaciones terribles del encuentro del escritor con sus raíces. Al principio parecerá que todo es miel sobre hojuelas. El cariño al hijo pródigo notable que vuelve al nido.
El mundo cosmopolita y crítico de Daniel irá chocando poco a poco con las costumbres de un pueblo, que irá revelando sus vicios de conducta. Sus resentimientos, envidias, celos, insatisfacción, ignorancia ignorada, hipocresía, machismo y abnegación, resignación a no querer ser libres y auténticos, incapacidad de aspiraciones mayores, y el enterarse que el escritor homenajeado ha tomado este modo de vida como fondo principal de su literatura crítica.
La gran mayoría del pueblo ni siquiera lo ha leído. Les llegan las referencias por un furibundo morador del pueblo quien enfrenta desde su posición ofendida de nativo, al reflexivo escritor ciudadano ilustre del pueblo.
Para Daniel, volver a sentir ahora en carne propia, lo que desde la ficción, en la distancia del tiempo, critica, resulta terrible. Enfrenta con dignidad y franqueza lo que le parece deleznable. Sin embargo, la realidad lo rebasa. Parece que un pueblo maldito despertó, al sentir alterado su orden de vida cotidiano, confrontado en la sinceridad crítica de costumbres. Nadie es profeta en su tierra.
La película es un lienzo de la vida. Todo parece correr con normalidad en el regreso al origen. Todo parece una sutil carcajada de costumbres que contrastan con la compleja vida del reflexivo que regresa. Sin embargo, hay lugares a donde no se debe volver cuando se ha trascendido aquello que viviste y que no te gustaba.
Estupendo y agudo guion de Gastón Duprat (mejor guion en el «Festival Internacional de Cine de La Habana»). Muy bien construidas todas las situaciones. Diálogos precisos. Historia muy bien estructurada. Un protagonista y un pueblo en abierta contraposición. La dirección de Mariano Cohn y el propio Gastón Duprat es espléndida. Muy bien organizado su material cinematográfico. Destaco el tono narrativo de la cinta. Sutilezas que marcan ámbitos emocionales diversos en las situaciones por las que atraviesa el protagonista en su volver. La dirección de actores magnífica en su unidad estilística.
La actuación del protagonista, el escritor «Daniel Mantovani», es de una contundencia en matices por el actor Oscar Martínez. Premiado en el «Festival Internacional de Cine de Venecia», (premio «Copa Volpi»), como mejor actor. La actuación de Dady Brieva, como el viejo amigo del pueblo de Daniel, es notable en su ambigüedad.
Una película merecidamente galardonada en diversos festivales connotados cinematográficos: «Premio Goya», «Mejor película Iberoamericana», por la «Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España». Nominada a mejor película en el «Festival Internacional de Cine de Venecia». Premio de la prensa cinematográfica en el «Festival Internacional de Cine de La Habana».
Una película que me encantó y que recomiendo a ver por los amantes del buen cine. Una propuesta diferente, honda, profundamente reflexiva hacia lo que es la vida en sus diversos matices. Mostrándose ésta en la película, como un carnaval del festín humano conductual.
Coproducción argentina-española del año 2016 que puedes ver por Netflix.
Nota: Texto compuesto en el año 2019. Supongo que por lo extraordinaria que es la cinta debe continuar en Netflix. Aunque esto no es una aseveración contundente. Si es así, en verdad vale mucho la pena verla, como un acercamiento al cine argentino que hace grandes cosas. Quien lo ha seguido sabe de lo que estoy hablando.
Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan