Raúl Adalid Sainz
Lo que urge para Santos, es un aficionado que quiera a su equipo, no tanto resentido que vuelca su coraje a la vida con tanto comentario irracional hacía el equipo. Nada les convence, todos los jugadores son troncos, que la directiva esto y aquello. Que Irarragorri es la representación de la ineptitud.
Señores, ahí están sus números, contundentes en éxitos y buen accionar de equipo Santos en diversos tiempos. No lo quieren, y yo pregunto: ¿Ha surgido algún empresario lagunero que le quiera entrar al toro? Respuesta obvia y de perogrullo.
Ahora que Brian Lozano. Qué pronto olvidaron todo lo que este jugador dio por el equipo. Qué poco analizan. Qué poco se entregan a un equipo que les ha dado tanto en tan poco tiempo. Por supuesto mi reconocimiento a ese aficionado que en verdad siente a su equipo. Que sabe usar su cabeza para analizar lo bueno y lo malo. Pero que nunca pierde el amor real a sus colores.
Esos aficionados son los necesarios. Los resentidos con la vida y que reflejan su odio con ésta, envestidos de aficionados, dizque exigentes, sin razones argumentales de peso, ¿esos para qué?
Sí, Santos necesita refuerzos, pero de reales guerreros aficionados que quieran a su equipo, que lo impulsen. Que sean críticos, pero con razones lógicas. Un aficionado que viva a su equipo. No el convenenciero que se sube al barco sólo en liguillas o finales.
Al que quiera objetar, hágalo con argumentos de peso. Al que utilice leperadas, como contestación, sólo será el reflejo de su poca inteligencia. Y a la imbecilidad, como decía el gran Salvador Novo, habría que exhibirla. En fin…al que le ajuste el saco que se lo ensanchen un poquito. Y al buen aficionado de corazón e inteligente mi más sentido reconocimiento de hincha santista.
El estadio nuevo ‘Corona», es un funeral que simboliza a un aficionado durmiente, como esos donde circulaban trenes que un día fueron festivos. Hoy los pinabetes mecidos por el poco viento de mi comarca se preguntan: dónde, dónde quedó aquel hincha guerrero que hizo del viejo Corona la verdadera casa del dolor ajeno.
Nadie me lo contó a esa casa iba yo en las buenas y en las malas. Hoy vivo a mi Santos de igual forma: en las fortunas, que son muchas, y en algunas desventuras. Así es el futbol y la vida del buen aficionado que ama y vibra por sus colores.
Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan