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Los padres y madres de los 43 estudiantes de Ayotzinapa se mantenían con el semblante serio y casi inmóviles cuando un sonoro “¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!” explotó a sus espaldas. El grito, que sonó al unísono y sirvió como señal de partida, provenía de las decenas de normalistas que los sucedían en la marcha por los ocho años de la desaparición de los jóvenes.
Ahí, frente al Ángel de la Independencia, comenzaron a marchar todos quienes desde hace ocho años han salido a las calles para buscar a sus hijos y exigir justicia. Todos menos Minerva Bello Guerrero, Tomás Ramírez Jiménez, Saúl Bruno García, Bernardo Campos Santos y Esequiel Mora Chora, quienes fallecieron “sin que hayan tenido respuesta alguna del paradero de sus hijos”.
Pese a ello, ningún rostro o mención de los 43 estudiantes faltó durante la manifestación. Ya fuera en el pecho de algún otro familiar o amigo, en los incontables pases de lista que se repitieron a lo largo de todo Paseo de la Reforma o en las voces de las más de siete mil personas que -según cifras oficiales- se unieron a la marcha, todos los nombres de los estudiantes fueron mencionados y recordados sin excepción.
Y es que desde el 2014 Ayotzinapa dejó de ser el nombre de una remota localidad en el estado de Guerrero para convertirse en una idea, un símbolo de lucha. Así como el 2 de octubre significa para muchos sinónimos de represión, el 26 de septiembre ahora significa sinónimo de desaparición forzada. Ambos cometidos por agentes del Estado mexicano. Ambos con la participación del Ejército.
Esta es la razón principal por la cual durante toda su protesta los padres y madres de los 43 estuvieron acompañados por una gran manta que en letras rojas y negras decía “43. ¡El Ejército lo sabe! Ayotzinapa resiste”, misma manta con la que durante el desfile cívico-militar del pasado 16 de septiembre algunas personas protestaron frente al campamento de los estudiantes mientras la Sedena exhibía su nuevo músculo militar: la Guardia Nacional.
En esta ocasión, para ilustrar la responsabilidad del Estado, los normalistas exhibieron durante todo su recorrido una gran manta pintada a mano que en el centro tenía los rostros de Jesús Murillo Karam, exprocurador general de la República; del expresidente Enrique Peña Nieto; de Tomás Zerón, exdirector de la Agencia de Investigación Criminal y de Iñaki Blanco, ex-procurador de Guerrero, a quienes los calificaron como los “culpables” del crimen.
En la manta también se podía leer la leyenda “8 años de impunidad”, “fue el Estado” y “26 de septiembre no se olvida”, consignas que fueron repetidas una y otra vez por los colectivos y universidades que poco a poco se fueron integrando a la marcha y tomando las calles de la Ciudad de México.
Los otros desaparecidos
Justo cuando la manifestación pasaba frente a la llamada Glorieta de las y los desaparecidos, las madres y padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa recibieron un mensaje por parte de los familiares de otros de los desaparecidos del país, que desde mayo pasado decidieron intervenir dicho lugar y colocar los rostros de sus familiares a manera de protesta.
“Sepan que este es un espacio para ustedes, las familias, en donde pueden venir a hacer lo suyo y compartir con el resto de las familias esta protesta. Este saludo no solo es de bienvenida sino también es un saludo con el que nos sumamos como lo hemos hecho otros años a su lucha, una lucha que es la nuestra como familiares de personas desaparecidas”.
Y es que según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No localizadas a inicios de año México alcanzó la cifra de los 100 mil desaparecidos, número que no solo refleja la grave crisis de inseguridad por la que atraviesa el país, sino también el abandono de las familias por parte de las autoridades desde el año 1964 hasta fechas recientes buscan también a sus hijos sin obtener respuestas.
Tan solo dentro de las acciones de búsqueda para localizar a los 43 normalistas de Ayotzinapa, del 2014 al 2020, el Gobierno Federal reconoció que colectivos de madres buscadoras en Iguala localizaron 245 cuerpos, que se suman a la brutal cifra antes mencionada.
“De los 245 cuerpos de Guerrero se han obtenido, de acuerdo a la información que nos proporcionó la Fiscalía General de la República, 191 perfiles genéticos que ha permitido identificar a 30 personas, 16 de las cuales han sido entregadas a sus familiares. Y señalar que no existió coincidencia en estos análisis con los estudiantes desaparecidos”, reconoció el subsecretario Alejandro Encinas al dar a conocer los últimos avances del caso.
Por ello, frente a la Glorieta de las y los Desaparecidos les recordaron a los padres y madres de los 43 que “nosotras y nosotros les decimos que no están solas y entendemos este mensaje porque vivimos lo mismo que ustedes viven. Las abrazamos y queremos reiterarles que estaremos con ustedes hasta encontrarles”.
Más adelante, enfrente del antimonumento de los 43, fue el único lugar en el que las madres y padres rompieron filas y abandonaron el cerco de seguridad instalado por el grupo Marabunta solo para tomarse un par de minutos para realizar un pase de lista por la “presentación con vida” de los sus hijos y exigir justicia por las seis personas que fueron asesinadas la noche del 26 y madrugada del 27 de septiembre de 2014.
En marcha por los ocho años de Ayotzinapa, piden actuar contra militares y renuncia de Gertz Manero
Con el caminar pausado, pero decidido, los padres de los 43 siguieron avanzando hasta llegar al Zócalo capitalino donde un templete instalado frente a Palacio Nacional ya los esperaba para que pudieran tomar la palabra.
“Han pasado más de dos mil 900 días de estos ocho años que los padres y madres de los 43 han caminado para pedir la presentación con vida de sus hijos. Ellos lo han manifestado: mientras no se tengan pruebas que digan lo contrario, que digan que los 43 estudiantes ya no estén con vida, esta consigna será la que seguirán levantando mes con mes”, dijo uno de los organizadores de la marcha.
Blanca Nava, una de las madres de los 43, fue la primera en tomar la palabra solo para recordar que desde el sexenio anterior el expresidente Enrique Peña Nieto “nunca dijo que los militares eran responsables y nosotros sí lo sabíamos porque a pesar de que nos ocultaron la verdad a nosotras como madres nunca nos engañaron”.
“Desde el principio sabíamos que unos pocos alumnos de la normal fueron llevados a ese batallón 27, donde de ahí los desaparecieron porque ellos ocultaron que estuvieron ahí, pero gracias a los expertos se descubrió la verdad y pudimos derribar esta ‘verdad histórica’ de Murillo Karam”.
Y es que, a 8 años de la desaparición de sus hijos, las autoridades solo han reportado cinco nuevos arrestos, 21 órdenes de aprehensión canceladas, 121 absoluciones y ninguna sentencia, lo que hace que el caso se encuentre lejos de acceso a la verdad y la justicia.
Ante esta situación Nava exigió que se investigue y castigue a los 20 mandos militares que fueron señalados como presuntos responsables y de los que 16 se encuentran dentro de los presuntos responsables que la Fiscalía General de la República desistió de perseguir penalmente hace apenas un par de días.
“Yo le pido a este presidente y al fiscal (Alejandro) Gertz Manero que si no puede hacer su trabajo le deje su puesto a otra persona para que lo desarrolle, porque él es el que está desistiendo de las órdenes de aprehensión contra culpables y militares”, dijo.
A su voz se sumó la de Emiliano Navarrete Victoriano, otro de los padres de familia de Ayotzinapa, que dijo que “si habíamos logrado un pequeño avance con este gobierno, un mínimo avance, cuando se llegó al punto de tocar al Ejército todo se vino para abajo”.
Pese a ello, recobró fuerzas para lanzar una última promesa frente a los miles de personas que poco a poco iban llegando a la plancha del Zócalo para acompañarlos en su protesta.
“Yo les prometo que el día que encontremos la verdad no vamos a engañar al pueblo, por muy duro que sea, de nuestra propia voz sabrán la verdad. Con las pruebas en la mano y daremos gracias por haber caminado ustedes con nosotros, pero al día de hoy no podemos decir que tenemos verdad. No tenemos verdad ni justicia”.
(Con información de Animal Político)