Redacción/LaOtraPlana.com.mx
En punto de las 10:41 de la mañana (hora Londres) y como si pareciera una escena sacada de «The Crown», el féretro de Isabel II salió del Palacio de Westminster en un carruaje con destino a la Abadía de Westminster para el funeral de Estado. Arriba del ataúd fueron colocados el estandarte real, la corona imperial del estado, el cetro, el orbe soberano y un arreglo floral.
En la procesión estuvieron presentes los cuatro hijos de la monarca, el rey Carlos III, la princesa Ana, el duque de York y el príncipe Eduardo, conde de Wessex, así como también sus nietos, Peter Phillips y los príncipes Guillermo y Enrique. El camino fue acompañado por el sonido de una gaita escocesa.
Al entrar a la abadía los esperaban la reina consorte Camila, Catalina, la princesa de Gales, junto a sus hijos mayores Jorge y Carlota; Sophie, condesa de Wessex y Meghan, duquesa de Sussex, así como los representantes de diferentes países que acudieron al servicio religioso en honor a la reina.
La jefa de la Mancomunidad de Naciones, Patricia Scotland, y la primera ministra, Liz Truss, participaron en las lecturas de la ceremonia, mientras que el arzobispo de Canterbury elogió la vida de servicio de Isabel, quien se encargó de cada detalle de la ceremonia antes de fallecer.
Se guardaron dos minutos de silencio en memoria de la soberana en toda Inglaterra.
La Abadía de Westminster no solo ha sido escenario del funeral de Estado más importante del siglo, sino también fue testigo de la coronación de Isabel aquel 2 de junio de 1953, lo que se puede interpretar como el cierre de una era histórica.
Al finalizar el servicio, la procesión se dirigió al Arco de Wellington en Hyde Park, donde el ataúd fue retirado del carruaje (mismo que trasladó los restos de la reina Victoria) para ser colocado en un automóvil y emprender el último viaje de Isabel al castillo de Windsor, donde yacerá junto a su esposo, su hermana y sus padres.
En la capilla de San Jorge se llevó a cabo otra misa para la reina Isabel II, en donde fueron retirados del ataúd la corona imperial del estado, el cetro y el orbe soberano para ser depositados en el altar como señal «de regresarlos a Dios».
Minutos después, Carlos III colocó la bandera personal de la monarca sobre el ataúd y Lord Chamberlain rompió una vara de madera como representación del fin del reinado de Isabel II. Mientras se mencionaban los títulos de la soberana, el féretro descendió por un elevador para ser llevado a una bóveda.
La ceremonia finalizó con los asistentes entonando el himno «God save the King».
La familia real británica se reunirá en privado para enterrar a la soberana más longeva de Reino Unido.