viernes 5, diciembre, 2025

FRACTALIDADES

Don Samuel, el comisariado del ejido de Viesca

Su debilidad era la comida (las enchiladas y el pipián) y la música… No bailaba, pero se alegraba escuchando las canciones

Salvador Hernández Vélez

Samuel Fabela Soto nació en Viesca el 29 de agosto de 1942 y murió el 7 de noviembre de 2020 en el pueblo que lo vio nacer. Sus padres fueron María Soto Guillén y Pablo Fabela Vélez. Samuel fue el más pequeño; aunque tuvo más hermanos, éstos fallecieron al nacer. Quedó huérfano de madre a los 6 años, al cuidado de su abuela materna, de su papá y de sus hermanos mayores, que son Basilio, Isidro, Ángela y Eliseo, cada uno de una mamá diferente.

Samuel pudo disfrutar de los manantiales en su etapa final. Los gozó unos años antes de que se secaran, pues dejó de brotar agua del subsuelo. El paraíso que de niño experimentó se transformó en un lugar árido, al que poco a poco lo fueron abandonando. Ya no hubo atardeceres o amaneceres únicos, donde había peces de colores y las flores de lampazo. Jamás se imaginó que se fueran a acabar. Comentaba que había unas tortugas grandes (muy cabezonas). Le tocó presenciar cómo Viesca cambió definitivamente.

Vivió la época del pueblo cuando no tenían luz eléctrica y se iluminaban con quinqués. Decía que las fosas nasales les amanecían negras por el humo. En aquellos tiempos, jugaban al trompo, el cual hacían con un palo de mezquite.

Culminó la primaria en la escuela General Andrés S. Viesca y la secundaria la cursó en el INEA. De grande trabajó en la construcción de la fábrica de sal, SULVISA, fue contratado por Bufete Industrial. Ahí aprendió el oficio de albañil, eso le permitió construir su casa y trabajar en el pueblo desempeñando ese oficio. Al inicio de las labores de la planta de sal, trabajó como eventual. Después de su retiro se dedicó a separar la cera de la planta de candelilla y a elaborar carbón de mezquite, actividad que aprendió de su papá.

El papá de don Samuel era ejidatario agricultor. Sembraba trigo y maíz en “los Torreones”. Samuel fue el sucesor de su padre, se lo ganó porque desde niño aprendió a cultivar y a criar el ganado, así como las actividades que permiten aprovechar la candelilla y el mezquite. Con agua de regadío sembraban en el patio de su casa: calabazas, frijol, maíz, trigo, etcétera.

Se casó a los 22 años con Rosalina Fabela García, originaria de Viesca, y procrearon dos hijas: María de Jesús y Raquel. Tuvo la fortuna de conocer a sus 12 nietos, 12 bisnietos y un tataranieto.

Con el paso de los años trabajó en la fábrica de precolados de Viesca, donde fabricaban postes de concreto para la Comisión Federal de Electricidad. Primero fue empleado, luego administrador en coordinación con Fermín de León, de 1981 a 1992. Se encargaban de hacer las ventas y los contratos. Le tocó ir a vender los postes en diferentes partes de la República, recordaba que se quedaba en buenos hoteles que ofrecían comidas muy sabrosas. Su debilidad era la comida (las enchiladas y el pipián) y la música, sobre todo la del Palomo y el Gorrión, y la de Los Alegres de Terán, Carlos y José. No bailaba, pero se alegraba escuchando las canciones.

Le gustaba participar activamente en la política. Fue comisariado del ejido Viesca en dos ocasiones: de 1976 a 1978 y de 1988 a 1990. Como presidente del Comisariado ejidal fue varias veces a la CDMX a realizar diversas gestiones. Igualmente, laboró en el municipio en diferentes ocasiones, del 2000 al 2002. Fue encargado del agua de regadío de la noria del municipio, entre otras actividades. Apoyaba en el acomodo de los puestos de las ferias del pueblo y estaba al pendiente de que no les faltara luz y agua, además de la limpieza de la plaza principal.

De 2006 a 2009 fue el encargado de parques y jardines, así como del recreativo Juan Guerra, que siempre mantuvo en excelentes condiciones. Tenía los pinabetes muy bien podados para que los habitantes disfrutaran de sus sombras. Por varios años fue encargado de las tiendas DICONSA. Cuando en el pueblo inició la pequeña clínica del IMSS, fue afanador. Se retiró porque querían que manejara la ambulancia y eso no le gustaba.

Era apasionado de la historia de Viesca, tenía una foto original del general brigadier Bernabé Ávila Rey, quien intervino en los conflictos armados por el agua en el pueblo. Don Samuel, en agradecimiento, junto con un grupo de ejidatarios, restauró su lápida en el panteón municipal. Fue un excelente gestor, a quien se le recuerda por contribuir y no dejar abandonado su terruño.jshv0851@gmail.com

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