viernes 28, noviembre, 2025

FRACTALIDADES

‘El Pillo’: Historia de un bracero

Es un hombre trabajador que siempre ha buscado la forma de salir adelante sin importar las dificultades idiomáticas, técnicas y de edad

Salvador Hernández Vélez

José Guadalupe Aguirre Rodríguez, a quien para no llamarlo Guadalupillo le empezaron a decir Pillo, nació en Torreón el 21 de diciembre de 1974. Su papá fue Rafael Aguirre Morales, “La Moneda”, hijo de José Guadalupe Aguirre, “El Centavo”. Su mamá fue la señora Guadalupe Rodríguez Ochoa, quien tuvo cinco hijos: José, Rafael, Patricia, Alejandra y Sandra.

Al Pillo le gustaba mucho estudiar: antes de ingresar a la primaria asistió a cursos con la maestra Elenita. Cursó la primaria en la escuela Enrique Madariaga Ruiz, luego la secundaria en la Técnica No. 15, donde hoy está el Jardín Etnobiológico de Viesca.

De niño llevaba en su bicicleta las comidas a unos seis trabajadores de SULVISA –entre ellos, su papá–, quienes le daban pa’ su Coca; dice que con eso traía para comprar dulces. También recuerda que aprendió a manejar vehículos automotores desde pequeño. Su abuelo y papá le prestaban las camionetas para que practicara, pues sabían que eso representaría ingresos por los servicios prestados.

Cuando culminó la secundaria, manejaba la vagoneta de su abuelo paterno “El Centavo” para trasladar a las secretarias de la fábrica de sal. Hacía ruta de ida y vuelta. También daba servicio de traslado cuando llegaban los camiones rojos, los que circulan de Torreón a Viesca. Les ayudaba a cargar las maletas o los costales que traían los pasajeros.

Con la apertura de la fábrica de ropa Viesca 2000, consiguió trabajo como operario, primero lo capacitaron por dos meses en la parte del pantalón que le asignaron. Dice que esa fue la primera vez que usó una máquina de costura. Ahí duró trabajando cinco años.

Se casó en 1995 con María Patricia González Espinoza y procrearon a Diana Patricia, Clarissa, Daniel, Kenia Estrella e Ivana Vianey. Cinco años después intentó cruzar la frontera de ilegal hacia Estados Unidos, pero no lo logró, lo detuvieron y lo regresaron por Palomas. Eso fue entre 1998 y 1999.

En el año 2000 hubo una oportunidad de trabajo, le dijeron que en Francisco I. Madero, Durango, estaban contratando braceros (que trabajan con los brazos), trabajadores agrícolas temporales en EU. Acudió con unos amigos a pedir trabajo. Para la contratación les pidieron los pasaportes y a los 15 días les hablaron para informarles que había oportunidad de irse al otro lado: los enviaron al norte de Carolina a trabajar en el corte de tabaco. Estuvo ahí tres meses.

El trabajo era muy pesado y mal pagado. Comenta que antes de cortar el tabaco le aplicaban químicos y algunos compañeros se desmayaban por el fuerte olor; sin embargo, aguantaron. Al año siguiente volvieron a solicitar empleo en esa misma compañía. Los contrataron y los enviaron a los viveros de Alabama, ahí plantaban flores y verduras. Así aprendió una nueva actividad que antes no había desempeñado. Lo contrataron por quince temporadas a lo largo de quince años: las primeras fueron de tres a cuatro meses, luego las extendieron a siete.

Dice que al principio batallaba con el inglés, pero con una sonrisa recuerda que se le fue pegando hasta que logró hablarlo un poco. Después hubo recorte de personal, ya no le hablaron de los viveros de Alabama, pero la misma compañía los acomodó en otros lados, a él lo enviaron a Tennessee, Estados Unidos, donde también trabajó en los viveros. Luego pasó a los viveros en Phoenix, Arizona. Estuvo una temporada de siete meses. Después de Alabama lo contrataron en Florida, también en los viveros de la empresa, luego lo enviaron a Nueva Jersey y a Boston, casi en la frontera con Canadá. Estos movimientos los hacía la empresa para no hacer un nuevo contrato, de lo contrario tendrían que regresarlo a México.

Por último, viajó a Kentucky para la recolección de tabaco, ahí descubrió que el corte de tabaco es de estaca, luego lo almacenaban en cuartos. Desde el año 2000, “El Pillo” ha estado yendo por temporadas a Estados Unidos. Cuando está en Viesca trabaja donde sea, sobre todo en la obra como ayudante. Siempre busca estar activo.

Le gusta el futbol, incluso perteneció al equipo de “La Ermita”. Disfruta también del beisbol, pero no sabe jugarlo. No toma bebidas alcohólicas ni fuma. Trabajar cortando tabaco fue suficiente. “El Pillo” es un hombre trabajador que siempre ha buscado la forma de salir adelante sin importar las dificultades idiomáticas, técnicas y de edad. Es un hombre de fe, a quien la Virgen de Guadalupe y San Judas Tadeo nunca le fallaron.

jshv0851@gmail.com

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