lunes 17, noviembre, 2025

A LA BÁSCULA

Una provocación

Julián Parra Ibarra

En 1968 cuando los jóvenes mexicanos se sumaron a los de los movimientos sociales registrados a nivel mundial, el gobierno de nuestro país, encabezado por Gustavo Díaz Ordaz, los veía como una amenaza impulsada por el comunismo, en contra de sus amados Juegos Olímpicos. Optó por la represión, particularmente el 2 de octubre en Tlatelolco, hecho que marcó de por vida a su gobierno por la masacre cometida por el Ejército en contra de los manifestantes en la Plaza de las Tres Culturas.

Cincuenta y siete años después un nuevo movimiento mundial de integrantes de la llamada Generación Z, un gobierno en México que se dice de izquierda, y que está integrado en una buena cantidad por hijos y nietos del 68 que se quejaron y fueron víctimas de la represión hace casi seis décadas, cierran las puertas del diálogo a los jóvenes que, igual que los del 68, luchan por sus derechos y en este momento contra la violencia que el gobierno ha sido incapaz de frenar, pero que el oficialismo ya dictó su sentencia como el implacable juez que se siente como el único dueño de todo el poder y la verdad.

Otra vez la represión volvió a asomarse como un déjà vu, porque ahora desde el poder ven a los jóvenes como una amenaza que les puede manchar o echar a perder su tercer mundial de futbol.

A los jóvenes de la actualidad los han catalogado y considerado como idiotas, que no saben ni pueden pensar, que no tienen iniciativa ni carácter para tomar sus propias decisiones, y son manipulados por ‘fuerzas extranjeras’ impulsadas a nivel nacional por personajes como Fox, X González o Salinas Pliego; es decir, el del 68 aunque fue un movimiento mundial especialmente de estudiantes, era el amenazante fantasma del comunismo, y ahora es el amenazante fantasma de la ultraderecha.

En ambos casos los puntos en común son que ninguno de los dos gobiernos mostró la apertura ni la inteligencia para escuchar las demandas de los jóvenes, y que para controlarlos, recurrieron a la represión; aunque enseguida con el sello de la casa se victimizaron contabilizando los elementos policiacos que resultaron lesionados en una lucha desigual que provocaron e iniciaron los uniformados, que golpearon inmisericordemente a algunas de sus víctimas que ya estaban en el piso, y los seguían atacando a patadas con sus botas sobre la cabeza.

El actual gobierno lejos de abrir espacios -no cerrarlos, como lo dijo en la asamblea de la CIRT-, desde antes ya les habían sentenciado de ser los manipules de la derecha incapaces de pensar, analizar y tomar sus propias decisiones. Al gobierno se le olvida que estas marchas y movimientos de la Generación Z es uno de los fenómenos políticos del año en diversas partes del mundo.

Ya se han registrado en Nepal, Madagascar, Serbia, Perú, Paraguay entro otros países, y solamente el oficialismo nos puede informar si detrás de esos movimientos también están los X González, los Salinas Pliego o los Fox. No les alcanza un poco de materia gris para analizar y entender que este es un movimiento global.

Además, creo que de antemano fue una provocación elevar las enormes planchas de acero que circundan Palacio Nacional, que fueron reforzadas y hasta soldadas para impedir el paso de los jóvenes de la Generación Zeta; además con dedicatoria especial para ellos se mandaron poner barricadas de concreto en todos los accesos a la plancha del Zócalo, y desde un día antes, comenzó el despliegue de elementos de la agrupación Zorros de la policía capitalina especializados en la contención de marchas y movimientos de alto riesgo. Una provocación por donde quiera que se le quiera ver.

Desde el primer momento la presidenta estaba más preocupada por saber quién estaba detrás de la marcha, más que por escuchar a los jóvenes ¿por qué no los convocó a dialogar para escuchar y atender sus demandas? Quizá hasta se hubiera evitado la marcha.

¿Por qué no les abrió el espacio al diálogo en vez de cerrárselos que no es la forma de promover las libertades y la democracia según sus propios dichos? ¿Al igual que para Díaz Ordaz en el 68 con sus Juegos Olímpicos, ahora se pondera la realización de un Mundial de Futbol sin antes haber escuchado a los jóvenes? ¿Por qué les tienen tanto miedo?

Ojalá que en alguna parte surja alguien con la suficiente prudencia y sensibilidad, para frenar las cosas antes de que se llegue a desbordar, porque si los de ahora no son iguales, si no son como los de antes, se parecen demasiado: las reacciones de los gobiernos de 1968 y de 2025 son muy similares; con la diferencia que, en estos momentos, todavía se está a tiempo para evitar que la sangre llegue al río.

¿Quién va a ser el inteligente que le meta mano izquierda, tenga capacidad negociadora y de cabildear para ir calmando las aguas? Ojalá que hay al menos uno.

laotraplana@gmail.com

X= @JulianParraIba

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