Tapando pozos
Julián Parra Ibarra
Las acciones que se han emprendido como consecuencia del acoso sexual del que fue objeto Claudia Sheinbaum son las correctas y si me apura tantito hasta insuficientes. A través, de la Secretaría de la Mujer se anunció el lanzamiento de un plan integral para combatir el abuso sexual, pero el primer paso es homologar los códigos estatales, porque en 19 de las entidades sí está tipificado como delito y, por tanto, se sanciona penalmente; en nueve hay leyes que resultan insuficientes, y en cuatro de plano ni siquiera está clarificado cuáles son las conductas que constituyen el delito de acoso sexual.
Quizá lo que más va a costar es lograr una definición homogénea del delito de abuso sexual, y homologar los códigos penales de todas las entidades para que sea tratado y sancionado de la misma manera en todos los casos. Las acciones y reacciones fueron inmediatas luego de que la víctima fue la presidenta de México, y es ahí donde surgen las preguntas.
¿Las mujeres que han sido víctimas de acoso, de abuso, de ataques sexuales antes de que la víctima fuera la presidenta, no tienen el mismo valor? ¿Por qué se actúa y tan rápido cuando se acosó a la presidenta, mientras que cientos, miles o cientos de miles de mujeres que son acosadas diariamente en sus trabajos, en la calle, en el transporte público y hasta en sus hogares, y jamás se hizo algo?
Este gobierno, lo demuestra, no es proactivo, sino reactivo.
En Michoacán lugar de nacimiento y origen de la fallida guerra contra el narco, surgió un alcalde que después de haber sido diputado por Morena, se lanzó de manera independiente y ‘barrió’ en las elecciones para convertirse en el alcalde de Uruapan, el municipio que más aporta al Producto Interno Bruto (PIB) de Michoacán, por la producción y exportación de aguacate y limón entre otras actividades.
Carlos Manzo inició en su tierra un movimiento conocido como ‘Del Sombrero’, y se cansó de pedir el respaldo y apoyo de la presidenta Sheinbaum y del secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, para combatir a los grupos del crimen organizado que mantienen sometida a la sociedad con el secuestro, las extorsiones, el cobro del derecho de piso, y les advirtió que no quería ser un alcalde más, asesinado, que no quería estar en esas estadísticas, pero le prestaron oídos sordos, lo ignoraron. Le enviaron a su municipio un grupo de efectivos de la Guardia Nacional, pero luego los retiraron sin dar explicaciones ni avisar a la autoridad local.
Dice el secretario de la Defensa, que le fueron enviados elementos del Ejército y la Guardia Nacional para que se encargaran de su ‘seguridad periférica’, porque su escolta más cercana era de la policía municipal en los que Manzo confiaba. Pero según los videos que solía difundir en redes sociales, él no anteponía su seguridad personal a la de los ciudadanos. Lo que él pedía era que le ayudaran a combatir a los grupos delincuenciales. Lo ignoraron, y como leí en uno de los miles de comentarios en redes sociales después de su muerte: llegó primero la tragedia que la respuesta del gobierno federal.
Tras su muerte, por lo menos en tres ocasiones se ha reunido el Gabinete de Seguridad Nacional para delinear lo que le han nombrado ‘Plan Michoacán por la Justicia y la Paz’, en el que se han delineado los ejes a seguir: Seguridad y Justicia, Desarrollo Económico con justicia, Educación y cultura para la paz, pero en ningún momento se habla de una estrategia para combatir a los generadores de violencia, a los grupos de la delincuencia organizada que particularmente en ese estado han cobrado cientos de vidas. Contra los narcos, nada. Qué lástima. Otra vez, después de ahogado el niño, a tapar el pozo.
Unos días previos al asesinato de Manzo, también fue asesinado, y su cuerpo encontrado con visibles huellas de violencia –lo torturaron, pues, antes de quitarle la vida- el líder limonero en Apatzingán, Bernardo Bravo, quien también venía denunciando cómo los productores estaban azolados por la delincuencia organizada. Bernardo no tuvo la suerte de que su caso fuera tan mediático y no alcanzara el nivel de impacto a nivel nacional, como para que se emprendieran medidas de parte del gobierno federal.
Pero es una verdadera pena que el gobierno federal esté convertido en un ‘tapapozos’, es decir, que después de ahogado el niño, a tapar el pozo; no es un gobierno preventivo a pesar de las miles de voces desgarradoras que se escuchan por todos lados pidiendo, clamando ser atendidos y cuidados por un gobierno que juró cumpliría con la Constitución y las leyes que de ella emanan, y ha sido incapaz de cumplir con sus obligaciones básicas de garantizar la seguridad de todos los mexicanos.
Ni es preventivo, ni proactivo, sino reactivo, que actúa después de que se presentan los hechos que lastiman a la sociedad mexicana. Va tapando pozos, después de que se ahogaron los niños.
X= @JulianParraIba







