miércoles 5, noviembre, 2025

Una taza y dos de cultura

Sergio Arévalo

Del futuro de los Supersónicos al presente del K-pop

Entre caricaturas, aulas y la conquista cultural de Corea del Sur

La otra vez estaba viendo Los Supersónicos, la caricatura creada por Hanna-Barbera en 1962, y casi se me cae el café cuando caí en cuenta de que gran parte de aquello que se veía como “el futuro” está a punto de completarse. Lo que en los noventa me parecía imposible —como un reloj con videollamada— hoy es parte de los gadgets cotidianos de las nuevas generaciones.

Claro, algunos dirán que aún estamos pendientes con los autos voladores, pero no dudo que en un mediano plazo eso también se vuelva realidad. Más aún ante el aumento del tráfico en las ciudades, la falta de infraestructura para ampliar las vialidades y la llegada de vehículos híbridos o totalmente eléctricos que ya son una constante en el mercado.

Pensé en eso hace poco durante una clase. Quise hacer una referencia de “cultura pop” mencionando capítulos de Los Simpson y Bob Esponja. Para mi sorpresa, no causó gracia. Al preguntar por qué, mis estudiantes me explicaron que nunca habían visto esas caricaturas. ¡Cómo que no!

Al indagar sobre sus hábitos de consumo televisivo y digital, mencionaron animes y series coreanas. Es una clara señal de la globalización, pero también del modo en que Corea del Sur ha logrado cruzar fronteras gracias a su poderosa industria cultural: telenovelas, caricaturas y música. Y ojo, no es cosa menor. Al revisar algunos episodios y expresiones que usan mis alumnos, noté cómo muchas de sus palabras y gestos provienen directamente de lo que consumen mediáticamente.

Lo interesante es que no se trata de una moda pasajera —como cuando jugábamos a ser Power Rangers durante el recreo—, sino de algo más profundo: una forma de vida que se adopta y se integra en la cotidianidad.

La periodista Isaura Paparone señala que el K-pop, hoy parte del soft power de la República de Corea, llegó a América Latina hace más de una década y se ha convertido en un fenómeno sociomusical que moviliza a millones de fanáticos (k-popers). Más que entretenimiento, el K-pop se ha transformado en una forma de habitar la vida y de conectarse con otros desde el Sur global.

Por su parte, la investigadora Nayelly López, de la UNAM, comenta en su artículo “El consumo cultural coreano para jóvenes mexicanos y su diversificación a través de la lengua coreana” que el interés por los productos culturales y de entretenimiento de Corea del Sur se ha diversificado hacia ámbitos impensables al inicio de la llamada Ola Coreana o Hallyu. Miles de jóvenes en México siguen de cerca la producción cultural coreana, especialmente la música pop y sus representantes, convirtiéndose en consumidores activos y fieles de una industria que exporta identidad.

¿Es preocupante? Posiblemente, aunque no porque Corea nos vaya a “invadir”. El punto es preguntarnos: ¿qué estamos haciendo nosotros para llegar a otros países? ¿Cómo penetramos otras culturas más allá del tequila o de Cancún en verano? Poco impacto ha tenido la Secretaría de Cultura a nivel federal o incluso la propia Secretaría de Relaciones Exteriores en proyectar al país internacionalmente. Sí, hay exposiciones y eventos, pero falta una estrategia sólida que vaya más allá del folclor o la gastronomía. ¿Dónde está el apoyo sostenido al cine, al teatro, a la literatura o a los espectáculos producidos por mexicanos?

Quizás la pregunta final no sea si el futuro que imaginaron Los Supersónicos llegó, sino si nosotros estamos imaginando alguno que valga la pena exportar. Por mientras…sigamos con este café, ya se va sintiendo el frío.

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