Luis Alberto Vázquez Álvarez
1901, Teodoro Roosevelt al asumir el cargo de presidente EUA dogmatiza su política hacia América Latina con el lema «habla suavemente y lleva un gran garrote, así llegarás lejos»; (Corolario Roosevelt); pregonando así, abiertamente, el dominio político y económico estadounidense justificando su «derecho» de intervenir en asuntos de otros países en defensa de sus intereses. Ese “derecho” está basado en la “Doctrina Monroe”, una política exterior proclamada por James Monroe, presidente de USA en 1823 que advertía a Europa contra cualquier intervención en América, bajo el lema “América para los americanos” y que luego fue utilizada como justificación para futuras intervenciones militares, económicas y políticas por ellos, los gringos, en América Latina, especialmente durante el siglo XX, bajo el pretexto de proteger la región de influencias extranjeras.
En 1845, el periodista John L. O’Sullivan afirmó que Estados Unidos tenía un “Destino Manifiesto”, concedido directamente por Dios para expandirse por todo el continente americano y dominarlo, este evangelio político combinaba ideas de excepcionalismo estadounidense, protestantismo, y nacionalismo, sosteniendo que tenía la misión improrrogable e intransferible de llevar la democracia y la civilización al resto del continente, utilizando para ello cualquier medio que fuese necesario.
De entonces a la fecha USA ha invadido América Latina en más de 60 intervenciones armadas, considerando dentro de estas, desembarcos militares directos (Haití =1915/1934=, Nicaragua varias entre 1855 a 1933= o Panamá =1989=); ocupaciones prolongadas (República Dominicana =1916/1924/1965= o Cuba =1898/1906 a 1909=); apoyos armados a golpes de Estado (como en Guatemala 1954 o Chile 1973) y operaciones encubiertas con participación militar (como en Nicaragua en los años 80). Dentro de estas destacamos la invasión a México en 1846/48 con la que se robó más de dos millones de kilómetros cuadrados (51% del territorio nacional original). Todas estas vejaciones han dejado una huella profunda en la memoria histórica del latinoamericano decente, alimentando desconfianza hacia la política exterior estadounidense.
Donald Trump aseveró esta semana al mundo: “Argentina está luchando por su vida. No tienen dinero, no tienen nada, están luchando muy duro para sobrevivir. Se están muriendo; Se están muriendo…”. Tras la visita de Javier Milei, presidente de esa nación que se arrodillo y hasta arrastró ante el dictador naranja, traicionando a su patria y entregando sus riquezas a USA, Trump prometió un préstamo de 20 mil millones de dólares mediante un swap de divisas y compra de pesos argentinos, Pero condicionó que se les entregará siempre y cuando mañana, el partido de Milei gane las elecciones, es decir, este apoyo financiero está sujeto a los resultados de las elecciones argentinas. Insistió el tirano gringo: “Si un socialista gana, uno se siente muy diferente sobre si se hace esa inversión”. Elogiando ostentosamente el “gran trabajo” de Milei, supuso que sus números en las encuestas mejorarían tras anunciar dicho préstamo, que los argentinos acudirían presurosos a las urnas porque “aman a USA y a Milei junto con Trump”. Bancos americanos (JPMorgan, Citigroup y Goldman Sachs) exigieron el respaldo oficial de USA y garantías antes de liberar los fondos, preocupadas por la viabilidad del rescate y si no pagaba Argentina, Trump también le exigió que cancelara todo acuerdo comercial con China. Este préstamo es una herramienta de influencia política; Trump intervendrá directamente en los comicios y resultados electorales como condición para el desembolso, lo que significa una entrega del partido “La Libertad Avanza”, gemelo ultraderechista del Vox español, republicano gringo o PAN mexicano, amantes de Hitler, Mussolini y Franco y hoy defensores de Netanyahu.
¿Cederán su dignidad y sacrificarán su respeto a sí mismos los argentinos ante esta arremetida deshonrosa?
Regresando a la historia de los traidores a su patria, destacamos dos psicópatas mexicanos “Alito” el Porfis del siglo XXI y su vesánica compañera del narcoPRIANismo, partidos inseparables en la realidad, aunque finjan separación, émulos de los conservadores de 1860 que fueron a postrarse de hinojos ante Napoleón III, o a Efialtes de Tesalia, que traicionó en las Termópilas a Leónidas (480 a.C.).
Como consuelo me quedo con la frase del poeta español Pedro Calderón de la Barca: “Siempre el traidor es el vencido y el leal es el que vence”; verdadera historia final, aunque de momento ocurran victorias pírricas efímeras.







