Federico Berrueto
La versión oficial sobre el autor material de la ejecución del abogado David Cohen en la salida del Tribunal de Justicia de la Ciudad de México queda en entredicho a partir de los videos que describe Raymundo Rivapalacio en su colaboración de hoy en El Financiero. El supuesto autor confeso, Héctor Hernández, sicario de 18 años de la zona de Tepito señala que ya antes había asesinado a una persona, probablemente el chofer de un magistrado en materia penal, Ramón Alejandro Sentíes, en un intento frustrado de ejecutarlo. Todo esto queda bajo duda con la revelación de Rivapalacio. Las autoridades capitalinas han dado con un segundo cómplice, Donovan N, quizás el autor del crimen.
El mismo día, en Cuauhtémoc, Colima, sería asesinada la exalcaldesa y regidora de dicho municipio, Gaby Mejía. Se trasladaba en su vehículo junto con su esposo; fue interceptada por el grupo de ejecución. Como es usual, las autoridades estatales expresaron su rechazo y condena, comprometieron su voluntad para esclarecer los hechos y llevar a los responsables ante la justicia. Colima es territorio fuera de control; la tasa de homicidios y la percepción de violencia así lo consignan. En 2027 habrá elecciones y podría suceder lo mismo que en Guerrero, la ratificación por una sociedad en estado de indefensión.
Ayer miércoles el alcalde de Elota Sinaloa, Richard Millán sufrió un atentado en la carretera Culiacán-Mazatlán, fue interceptado por un grupo armado. Le dispararon y resultó ileso por el vehículo blindado en el que transitaba.
Los hechos llevan a recordar el intento de homicidio contra el periodista Ciro Gómez Leyva el 15 de diciembre de 2022, y la ejecución el pasado 20 de mayo de dos colaboradores muy cercanos a la jefa de Gobierno Clara Brugada, Ximena Guzmán y José Muñoz. Común que el sicario sea contratado por un intermediario para salvaguardar la identidad del autor intelectual; mucho puede especularse, pero difícil llegar al responsable originario de la acción criminal, como con el caso de Gómez Leyva, el mejor y más investigado en los últimos años que, quien sea, vive impune.
Es humanamente desgarrador el perfil del sicario, del asesino que por dinero y a crédito está dispuesto a privar de la vida a una persona. La entrevista de Saskia Niño de Rivera de El Bart, el sicario en el atentado a Ciro Gómez Leyva muestra la deshumanización del victimario, quien ha interiorizado su trabajo de exterminador como cualquier otro. Matar bajo la ética de que solo el resultado, el asesinato, vale. Una visita a un mundo paralelo de la criminalidad, más cercano de lo que se cree.
El país vive una descomposición profunda y más amplia de lo que se advierte. La impunidad, mal mayor de nuestro país, ha sido el factor principal. Se vive en el país donde el que la hace no la paga; y en estos últimos tiempos, como nunca, la riqueza mal habida se deja pasar, se glorifica y se vuelve medida del éxito. Casi todo se puede comprar, incluso la voluntad y la decisión de alguien dispuesto a asesinar. Lo peor de todo es que se ha normalizado el estado de guerra actual, incluyendo la Ciudad de México, cuyas autoridades de siempre les da por minimizar la gravedad de la situación, por ver como accidental o excepcional lo que ya es regular, caso del asesinato de un litigante de relevancia y quien salía de visitar al presidente del Tribunal local más importante del país.
La muerte iguala, no distingue y la estadística así es; en el mejor de los casos plantea regiones o ciudades de ocurrencia, o grupo demográfico como los feminicidios o el segmento de los jóvenes, para quienes la muerte violenta es primera causa de fallecimiento. La muerte iguala y ha ido escalando; cada vez son más frecuentes los asesinatos de personas vinculadas a las autoridades municipales y locales, revelando que ahora son botín del crimen organizado. La atroz ejecución de hace un año de Alejandro Arcos, presidente de Chilpancingo, Guerrero, quien tenía apenas seis días en el encargo muestra la escalada del crimen. Ciro Gómez Leyva en su reciente libro, con justa razón dedica un espacio a la ejecución de un personaje clave en la lucha contra el crimen, el comisionado Milton Morales Figueroa, ejecutado en Coacalco en julio del año pasado y quien se perfilaba como el responsable de inteligencia criminal en el gobierno de Claudia Sheinbaum.
La muerte tiene permiso. La impunidad le abre la puerta y le da generosa bienvenida. Esa es la causa originaria del horror que se ha ido normalizando.