Luis Alberto Vázquez Álvarez
La declaración reciente del usurero y evasor fiscal más conocido en México: “si una persona gana 8,000 pesos al mes, se debe a que no ha adquirido el conocimiento necesario, ni se ha dado valor a si para producir la riqueza que podría producir”. Resumiendo, esta imprecación con la frase: “Por eso digo es que estamos como estamos porque somos como somos”. Dicha por este cicatero que ha hecho su fortuna robando al erario, pidiendo préstamo que jamás ha pagado y defraudando a los clientes de sus tiendas y banco, suenan a agravio superlativo.
Idéntico vituperio escuchamos en año pasado de la candidata NARCOPRIANista a la presidencia de la república cuando injurió al pueblo aseverando: “si a los 60 años no tienes un patrimonio, eres bien güey”. Ambos execrables improperios responsabilizan a los mexicanos por su situación económica, minimizando factores socioeconómicos como la obligatoriedad de los empleadores de remunerar con justicia a sus trabajadores o que el gobierno establezca salarios mínimos decorosos, algo que por décadas no sucedió hasta hace siete años.
La filósofa Adela Cortina creó el término “Aporofobia” fenómeno social que se manifiesta como hostilidad, desprecio o indiferencia hacia personas sin recursos económicos, sin hogar, migrantes pobres o marginados. Ésta es producto de prejuicios sociales y al estilo del dictador naranja de USA quien asocia pobreza y migración con delincuencia, vagancia o falta de esfuerzo. Este acto inhumano invisibiliza el sufrimiento de los más vulnerables, a ellos se les impide recibir servicios médicos, educativos o laborales por apariencia o condición económica.
Recientemente (2024) se publicó el libro “EL POBRE DE DERECHA”, con el subtítulo “La venganza de los bastardos”, escrito por el sociólogo brasileño Jessé Souza. La pregunta central de esta obra es ¿Por qué una parte significativa de los pobres vota masivamente en todo el mundo por candidatos de la derecha radicalizada? ¿Cómo fue que sucedió esto? En México diríamos, ¿Por qué aún les creen a los delincuentes PRIANistas y eMCistas si viven de robar las arcas públicas, saquear estados, municipios y algunos organismos descentralizados?
Souza desestima que se trate solamente de razones de índole económica el que haya pobres apostando por los nazifascistas de la extrema derecha, que habitualmente perjudican a los más desprotegidos y privilegian a los más poderosos. Entonces: ¿cuáles son esas razones? Responde el sociólogo brasileño: =razones morales/religiosas= y elabora una interesante teoría llamada “Síndrome del Joker”.
Utiliza al personaje de la película “El Joker”. Analiza que este antihéroe es pobre, cuida de una madre enferma y es constantemente humillado en casa, en el trabajo y en la calle. Humillado por su propia madre, por sus colegas, por el gobierno, por todos los otros, sufre precisamente por esa humillación una herida moral que el sistema genera en los pobres y es a partir de ella que se produce esa reacción que los termina arrojando a los brazos de la derecha radicalizada que les ofrece un lugar sagrado en la tierra y un paraíso post mortem, en el cual sentirse más poderoso y hasta derivar su resentimiento mediante la agresión a los más débiles aún que ellos; con mentiras destroza, niega y hasta se burla de los derechos sociales generados por la izquierda, como programas sociales de desarrollo de adultos mayores, jóvenes y madres solteras y bajo un “Falso Moralismo”, las elites construyen para legitimar un nuevo racismo, no étnico, sino cultural, llevando a los pobres a votar contra sus propios intereses, incluso, se alían con la clase media aspiracionista, esa que sueña ser lo que no es; apenas rebasa entre cinco y diez veces el salario mínimo, vive en una casa más amplia que las de “interés social” y se cree de la “Alta” o que ya se va aproximando, sin ver que es tan explotado o más que el simple obrero. No tiene capacidad de ver la realidad clasista en que se mueve.
Según Napoleón Bonaparte, «La manera más segura de permanecer pobre es siendo un hombre honesto, por lo tanto, ninguno de los personajes individuales o partidos políticos antes nombrados lo es y ninguno se avergüenza de su carácter.