La lógica de ya saben quién
Julián Parra Ibarra
En los tiempos en que era opositor, el presidente de cuyo nombre no quiero acordarme, decía respecto de las acciones de los funcionarios públicos, que cualquier acto de corrupción tenía que ser con la venia del presidente, porque el primer mandatario de este país era el hombre mejor informado de México, y no se podía mover la hoja de un árbol sin que se enterara.
El problema lo hemos comentado, es que no es lo mismo ser borracho que cantinero, y a partir de estar colocado en otro lado, y no es que nadie se las quiera endilgar, sus propias palabras se le vienen encima. Siguiendo sus mismos principios, no es posible que durante su administración, el presidente no haya estado enterado de dos de los más altos casos de corrupción en la historia del país, si el presidente es la persona mejor enterada de todo lo que sucede en el país.
Atendiendo su lógica, entonces fue con su venia que Ignacio Ovalle perpetró el fraude más grande en la historia de México, aun estando como presidente del país su amigo, quien le colocó como director de Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex) algo así como la Conasupo de la autoproclamada cuatroté, que se encargaría de acordar y establecer los precios de garantía a los productores del sector social, y al mismo tiempo garantizar los precios más bajos para los más pobres, los más necesitados.
Con un fraude superior a los 15 mil millones de pesos, Ovalle fue removido del puesto ante las denuncias de medios de comunicación y organizaciones de la sociedad civil, pero le dieron como premio la titularidad del Instituto Nacional para el Federalismo y el Desarrollo Municipal, es decir, lo pusieron en un puesto menos visible, pero igual de atractivo para lucrar. Pese a lo abultado de los desvíos, Ovalle nunca fue sancionado porque el entonces presidente le exculpó arguyendo que era una buena persona, pero que se había dejado allegar de priistas acostumbrados a robar.
La Casa Gris de Peña Nieto y el Segalmex de Ignacio Ovalle son juegos de niños, comparados con el daño que le han provocado al país todos los integrantes del huachicol fiscal, en el que han salido implicados empresarios, funcionarios aduanales, y lo peor integrantes retirados y en funciones de la Marina Armada de México.
Al igual que el tema de Segalmex, lo del huachicoleo nació y floreció en la pasada administración, en la que por decreto y con pañuelito blanco en mano, se había terminado con la corrupción. Sin embargo, ahora que el actual gobierno ha descubierto la punta de iceberg, una de las empresas implicadas en el lavado de dinero y en operaciones con las empresas huachicoleras, es la casa de bolsa Vector, cuyo propietario es Alfonso Romo, quien fuera jefe de la oficina de la presidencia en el sexenio pasado, y quien de alguna manera era el contacto con los principales empresarios del país.
Siguiendo con la lógica presidencial, no nos vengan a decir que el inquilino de Palacio Nacional no sabía lo que estaba haciendo en sus empresas el regio Alfonso Romo, que no nos vengan con el cuento de que no estaba enterado de lo que venían haciendo sobrinos políticos de su secretario de Marina. Ninguna de las dos cosas es creíble. Como tampoco lo es que no estuviera enterado de que el secretario de Seguridad de Tabasco en la administración estatal de su ‘hermano’ –así lo llamaba él-, era el líder de una célula criminal ligada al Cártel Jalisco Nueva Generación, ‘La Barredora’, recién capturado en Paraguay.
En esos niveles de gobierno, la omisión es tan grave como la comisión, y por donde quiera que se le quiera ver, el ex presidente tiene una gran responsabilidad en todos estos hechos, en la corrupción a la que expuso a la Marina cuando era una de las instituciones de mayor confiabilidad con la gente, al otorgarle el manejo de aduanas, puertos; en la designación y protección de Ignacio Ovalle; en la creación y muy pronta desaparición del INSABI de Juan Antonio Ferrer.
De estos dos últimos casos, en recientes días la presidenta Claudia Sheinbaum prometió transparentar los casos de corrupción en los que, de acuerdo con la Auditoría Superior de la Federación en el instituto con cuya creación se desapareció de un plumazo el Seguro Popular, mantiene observaciones por casi 8 mil millones de pesos, en tanto que las irregularidades en Segalmex, superan los 13 mil millones de pesos.
Siempre lo hemos dicho, los gobiernos siempre le apuestan a la cortedad de memoria de los mexicanos, que solemos olvidar muy pronto, y que además cada nuevo escándalo nos hace olvidar al inmediato anterior y así sucesivamente.
Claudia Sheinbaum tiene en sus manos la gran oportunidad de pasar a la historia como la presidenta que no solo –por presiones de los Estados Unidos- plantó cara a los cárteles de la droga en México, sino combatir también de manera frontal a la corrupción, terminando con la impunidad. Porque el problema no es la corrupción, sino la impunidad. Si no hay castigo, la corrupción y cualquier otro delito, nunca van a desaparecer.
X= @JulianParraIba








