De mi biblioteca: ‘Escalando’, de Verne Harnish
Francisco Treviño Aguirre
En los negocios, todos hablan de crecer… pero escalar es otro juego. Crecer puede ser tan simple como inflar un globo: rápido, emocionante, casi sin plan. Escalar, en cambio, es levantar un rascacielos: requiere planos precisos, cimientos firmes, materiales de primera y, sobre todo, la disciplina de seguir un método sin improvisar. Eso es lo que propone Verne Harnish en Escalando: un manual de construcción empresarial diseñado para ejecutarse con la precisión de un cirujano, no con la prisa de un aficionado.
La premisa de Harnish es tan directa como poderosa: un puñado de empresas logra un crecimiento sostenido, explosivo y rentable. La mayoría… se queda en el camino. No es cuestión de azar; es consecuencia de carencias en estructura, liderazgo y disciplina. Para evitar ese destino, plantea cuatro decisiones cruciales que marcan la diferencia entre vivir apagando incendios y levantar un verdadero imperio: personas, estrategia, ejecución y efectivo.
En cuanto a personas, el autor no se anda con rodeos: sin el equipo adecuado, cualquier sueño empresarial se desmorona. El objetivo es rodearse de “jugadores triple A”, profesionales que no solo cumplen, sino que respiran la cultura de la empresa, comprenden el rumbo y tienen autonomía para decidir y actuar. Roles y responsabilidades deben estar definidos con bisturí: quién responde, quién decide y quién rinde cuentas. Y para ello, se proponen herramientas que convierten la gestión del talento en algo medible y tangible. Porque cuando las personas correctas ocupan los lugares correctos, el crecimiento no solo ocurre: se multiplica.
Si las personas son el motor, la estrategia es el GPS. Y no cualquier mapa: debe ser simple, entendible y única. No se trata de un documento que duerme en un cajón, sino de una guía que todos en la empresa puedan recitar sin titubeos. Para ello, Harnish propone destilar valores, propósito, ventajas competitivas, promesa de marca y ese gran objetivo que reta la ambición, el famoso BHAG (Big Hairy Audacious Goal), en una sola hoja. La estrategia, bien planteada, deja de ser un discurso motivacional anual para convertirse en una brújula que orienta cada decisión.
Pero incluso la mejor estrategia se queda en papel si no se ejecuta. Y aquí, Harnish es tajante: la ejecución exige hábitos, ritmo y obsesión por las prioridades. Su fórmula de los Rockefeller Habits, un conjunto de prácticas que logran que la organización funcione como un reloj suizo: pocas prioridades clave por trimestre, métricas claras y reuniones cortas pero frecuentes para mantener la alineación total. Ejecutar es avanzar todos los días en lo que realmente mueve la aguja… y resistir la tentación de perderse en lo urgente pero irrelevante.
El cuarto pilar es el efectivo. “Las empresas no mueren por falta de ganancias, mueren por falta de efectivo”, sentencia Harnish. Crecer consume liquidez, y la capacidad de generarla y administrarla marca la diferencia entre expandirse o ahogarse. Mejorar el ciclo de conversión de efectivo, renegociar con proveedores, optimizar inventarios y afinar cobros son palancas que liberan capital interno para reinvertir y conquistar nuevos mercados. Aquí no hay misterio: el efectivo es el rey. Y si no se le da trato real, ni la mejor estrategia ni el mejor equipo podrán salvar el negocio.
Escalar una empresa no es para cualquiera. Exige líderes dispuestos a tomar decisiones difíciles, humildes para reconocer errores y firmes para mantener el rumbo cuando el mercado, o el ego, invitan a desviarse. Requiere invertir en talento, claridad estratégica, disciplina operativa y una obsesión sana por la caja. Sobre todo, demanda aceptar que no hay atajos: cada trimestre se construye sobre el anterior, como los pisos de ese rascacielos que sigue creciendo hacia el cielo.
Escalando no es un libro para leer y olvidar. Es una guía de trabajo, un plano maestro que, si se sigue con rigor, convierte una empresa prometedora en una máquina imparable. Harnish deja claro que el crecimiento real no depende de la suerte ni de modas pasajeras, sino de decisiones inteligentes, hábitos sólidos y personas excepcionales. Escalar no es solo vender más; es crear una organización capaz de sostener ese avance sin perder agilidad, esencia ni rentabilidad. Es construir un negocio que, como un rascacielos bien diseñado, no solo impresione, sino que resista el paso del tiempo, el peso de sus propios logros y las tormentas inevitables del mercado.
Al final, la pregunta no es si quieres crecer… sino si tienes el valor, la visión y la disciplina para escalar.X:@pacotrevinoag