viernes 8, agosto, 2025

MIRADAS EN PROGRESO

Cuando la empatía es mucho más que una frase

Daniella Giacomán

Hace una semana conocí a Cynthia Molano, madre de familia y activista que ha trabajado desde hace muchos años en favor de la población de talla baja. Había leído sobre ella, sobre su labor como impulsora de la Ley del Escalón Universal y Ventanillas Abajo, sobre su trayectoria como conferencista y que fue elegida como una de las 100 mujeres más poderosas de México según Forbes en 2023. Pero el encuentro y la convivencia con ella y su hijo Abraham fueron mucho más profundos y sorprendentes.

Conocí a Cynthia gracias a Adriana Rosales, amiga que radica en el municipio de Sabinas, Coahuila, y mamá de dos chicos: Khitzia, que tiene acondroplasia, y Jesús, que nació con el síndrome de Moebius. Hace seis años, cuando empecé a buscar más casos de síndrome de Moebius en el estado, supe de ella y la contacté. Viajé hasta allá para conocerlos a ella y a su familia; desde entonces, ellos ocupan una buena parte de mi corazón.

La reunión con ambas y sus hijos comenzó cerca de las tres de la tarde, en un restaurante de dinosaurios, y terminó de noche, pintando cerámica y tomando café. Hablamos de la vida, los retos, la familia, las parejas y los hijos. Me reconfortó saber que, aunque las dificultades son muchísimas, siempre recibimos las herramientas necesarias para seguir adelante, junto con la fuerza para no rendirnos.

La pasamos muy bien. Cynthia nos invitó a Adriana y a mí a su podcast en Coahuila Radio y Televisión el pasado lunes. La entrevista fluyó con naturalidad, pero en cierto momento las emociones me alcanzaron; sentí un nudo en la garganta que terminó en lágrimas silenciosas. En casi tres años y medio desde la publicación del libro El milagro y la sonrisa, de participar en presentaciones, foros, entrevistas y demás, nunca me había pasado algo así.

Creo que fue la fuerza de estar frente a una mamá con un hijo con Moebius, de conocer lo que ha vivido y cómo enfrenta el bullying de otras mamás, lo que me removió el corazón. Fue inevitable recordar a mi mamá y preguntarme cuántas veces se habrá aguantado tantas cosas con tal de que no la viera triste. Desearía que ninguna mamá deba pasar por esos momentos tan amargos en los que adultos, y sobre todo otras mamás, también son crueles.

Suele escucharse, a veces con ligereza: “que nazca bien y sanito”, como si eso fuera lo único importante. Adriana, con toda la razón, pregunta: “¿Y si no viene completamente sano? ¿Lo vas a dejar de querer?”.

Todo esto me ha hecho pensar y decirlo una vez más: hace falta mucha empatía en nuestra sociedad. No basta con frases bonitas, necesitamos aprender a ser empáticos con acciones reales.

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