lunes 14, julio, 2025

CAPITALES

De mi biblioteca: “Déjalos”, de Mel Robbins

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Francisco Treviño Aguirre

Algunos libros no llegan: irrumpen. Se presentan como una incógnita y terminan por reconfigurar el sistema emocional que uno creía inalterable. Déjalos, de Mel Robbins, pertenece a esa categoría. No es un manual de autoayuda ni una colección de frases motivacionales aptas para Instagram; es una declaración emocional contundente encapsulada en una sola palabra: déjalos. Que piensen lo que quieran, que critiquen, que se alejen, que no inviten, que no entiendan, que hablen a tus espaldas, que tomen decisiones que no te favorecen. Déjalos, no desde la indiferencia, sino desde la comprensión profunda de que tu paz interior vale infinitamente más que cualquier intento desgastante por controlar lo incontrolable. Robbins nos plantea una rebelión emocional: dejar de agotarnos en lo ajeno y comenzar a habitar ese territorio a menudo desconocido de la autoafirmación.

Esta filosofía no nace de la apatía ni del abandono, sino de la claridad. Es el resultado de años intentando agradar, justificar cada decisión, explicar cada movimiento, mendigar atención, afecto o justicia. Y en un tono directo, casi fraternal, Robbins suelta lo que muchos necesitan escuchar: basta. En un mundo que nos ha entrenado para diseccionar cada gesto ajeno, su propuesta es radical: dejar de mirar hacia afuera y empezar a observarnos. Lejos de la teoría abstracta, su narrativa se apoya en historias reales que evidencian cómo este enfoque ha transformado relaciones, salvado carreras y protegido la salud mental de quienes se atrevieron a aplicarlo.

Cuando, por ejemplo, un grupo de amigos organiza una reunión y no te invitan, la autora no aconseja el reclamo ni el drama interno. Te dice simplemente: déjalos no invitarte. Observa lo que ese silencio comunica, respira, no reacciones. Lo que otros hacen es información, no sentencia. No necesitas rogar ni castigar; solo decidir qué espacio darás a cada quien. Claro que no es sencillo. Nos enseñaron que amar es corregir, que el valor personal se mide en función de la necesidad que otros tienen de nosotros, que cuidar implica controlar. Pero Robbins muestra la verdad incómoda: esa necesidad de controlar nace del miedo al abandono. Y, en el intento de evitar que los demás se alejen, acabamos perdiéndonos a nosotros mismos.

Lo esencial, entonces, no es cambiar a nadie, sino observar cómo nos tratan y actuar en consecuencia. Cuando uno se permite dejar que los demás sean como son, se aclaran las posiciones: quién te valora y quién solo está de paso. Y no desde el resentimiento, sino desde una serenidad activa. En el entorno profesional, la propuesta adquiere igual potencia. ¿El jefe no reconoce tu trabajo? ¿Tus colegas te ignoran? ¿Un cliente te menosprecia? Robbins insiste: déjalos. Cumple con tu parte, da lo mejor, pero no entregues tu valía al juicio ajeno. Trabaja por ti, no por validación, porque si vives intentando complacer a todos, no solo te agotarás: te borrarás.

Desde la neurociencia, la autora explica cómo, ante el juicio o el rechazo, el cerebro activa mecanismos primitivos de supervivencia: luchar, huir o congelarse. Pero cuando decides soltar, cuando no reaccionas, se activa la corteza prefrontal, el área responsable de las decisiones racionales y a largo plazo. Es decir, dejar ir no solo aporta paz: incrementa tu inteligencia emocional. Robbins no se presenta como gurú infalible; al contrario, muestra sus propias contradicciones, su fragilidad, su historia de complacer y controlar hasta que comprendió que el verdadero agotamiento no venía del trabajo, sino de intentar cambiar lo que nunca estuvo en sus manos.

En redes sociales, la palabra déjalos se viralizó, pero en el libro se transforma en una brújula interior. Aplicarla exige más coraje del que parece: callar cuando todo en ti quiere gritar, no enviar ese mensaje que clama por cierre, no insistir una vez más en aclarar tu versión. Es un acto de fe: confiar en que quien quiere estar, estará, y quien no, no hace falta que lo esté. Así de simple, así de fuerte, así de liberador. Robbins deja una idea tan incómoda como poderosa: si tienes que rogar atención, no es ahí. Si debes justificar tu valor, no es ahí. Si tienes que traicionarte para encajar, definitivamente, no es ahí.

En conclusión, la filosofía del déjalos no consiste en rendirse ante el comportamiento ajeno, sino en liberarse de él. No necesitas explicaciones ni defensas. Basta con observar, decidir y actuar desde un lugar de calma, poder y amor propio. No es desapego por frialdad, sino por lucidez. Y en un mundo donde se nos dirige a buscar más likes, más aprobación y más control, Robbins nos recuerda que el verdadero poder está en menos: menos persecución, menos justificación, menos caos. Más tú.

X:@pacotrevinoag

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