Rubén Olvera
MILAGRO EN LA INDIA
Será el sereno, pero no tengo duda de que en medio de la tragedia del Boeing 787 en la India fuimos testigos de un milagro.
Si no, que alguien nos explique cómo, tras el brutal impacto y la explosión devastadora, una persona salió caminando de entre los escombros, atravesando el humo, casi rozando las llamas, con heridas menores y consciente de lo ocurrido. Como si una fuerza sobrenatural lo hubiera arrancado de un destino ya escrito.
Lo más lamentable es que todos los demás, pasajeros y la tripulación, fallecieron al instante. Es lo que tristemente pasa en accidentes de esa magnitud.
No es un caso aislado. En los últimos años, ha habido tres accidentes con aviones Boeing. El más reciente, hace poco, en Corea del Sur. En cada uno, el desenlace fue el mismo: “sin sobrevivientes”.
Que alguien saliera con vida —consciente y en pie— no solo es extraordinario, es inexplicable. Cada quien puede llamarlo como quiera, pero a falta de un mejor razonamiento, no tengo problema en decir que lo de Vishwash Kumar Ramesh —único sobreviviente— es algo insólito.
Y voy más allá. Si revisamos algunas definiciones, veremos que lo sucedido se acerca más a la idea de un milagro.
Lo que dice José Ferrater Mora en su Diccionario de Filosofía aporta claridad. Para el filósofo español, un milagro es «un suceso extraordinario que, por su carácter inesperado e inexplicable, se interpreta como una manifestación de una voluntad o fuerza sobrenatural». ¿Podríamos llamarlo de otro modo a lo que todos vimos en el accidente de Air India?
No se malinterprete. No pretendo llevar esto al terreno religioso o esotérico, aunque —lo admito— es bastante tentador dadas las circunstancias. Mucho menos quiero abrir las heridas de una tragedia que dejó cientos de víctimas, incluidos quienes estaban en tierra.
Solo digo que esta definición ayuda a darle sentido a un hecho real, concreto, que con los años será parte de la historia. Un suceso que, aunque ocurrió prácticamente frente a nuestros ojos —gracias a los videos—, resulta tan difícil de explicar que roza lo sobrenatural, lo imposible.
¿Milagros en pleno siglo XXI? Cuesta trabajo creerlo en estos tiempos seculares, donde el cientificismo quiere explicar todo. Pensar que algo pueda existir por obra y gracia de una voluntad que escapa a la lógica suena, para algunos, como una herejía contra la ciencia.
De hecho, ya circulan las explicaciones: que si el número de asiento, que si logró saltar antes del incendio… lo de siempre.
Lo cierto es que las imágenes muestran un accidente que parecía borrar toda posibilidad de vida. Y, sin embargo, entre los escombros, contra la lógica, Vishwash Kumar Ramesh respiraba.
En otros tiempos, un sobreviviente de una catástrofe bien podría ser elevado a una condición heroica, incluso divina. Esto no sería extraño en la India, un lugar donde la espiritualidad sigue tan viva como en la antigüedad.
Tal vez haya parecido sensacionalista, pero creo que la idea merece consideración. Al fin y al cabo, la razón, por más sólida que parezca, también puede tener fisuras.
Y cuando surgen anomalías como esta, lo mejor es hurgar en el vacío de lo inexplicable, hacer a un lado las “razones” y pedir por las víctimas.