martes 22, abril, 2025

DOGMA DE FE

El anillo del Pescador

Marcos Durán Flores 

Teniendo como testigos los tapetes diseñados por Rafael, los frescos pintados por Botticelli y la obra maestra de Miguel Ángel, tras la muerte de Jorge Mario Bergoglio, conocido como Papa Francisco, en unas semanas iniciará el Cónclave que elegirá al sucesor de Simón Pedro, el pescador de Galilea que dejó sus redes para seguir al Nazareno y entonces pescar y salvar almas. Será en la Capilla que ordenó construir el Papa Sixto IV, de ahí su nombre de Sixtina, donde se reunirán los 117 Cardenales con derecho a voto. De uno de ellos surgirá el hombre y el nombre del Papa 268 de la historia. La palabra `cónclave’ deriva del latín «cum clave» (con llave) pues en el pasado, al Colegio Cardenalicio se le llegó a encerrar para forzarle al Papa; evitándose así prolongar la Sede Vacante y con ello las ambiciones por el poder que provocaban cismas y guerras en Europa.

Pero a pesar de que como nunca antes en la historia, los medios de comunicación y las redes sociales juegan un papel fundamental, los cardenales estarán sometidos al aislamiento y no podrán informar sobre el desarrollo de las votaciones más que a través del humo de la chimenea instalada en la Capilla Sixtina. A las papeletas de las elecciones se les quemará con paja seca que produce humo negro, señal de que no hay nombramiento. Si se eligió ya al sumo pontífice, los votos se quemarán con paja húmeda surgiendo humo blanco. A fin de evitar dudas sobre la tonalidad, se añadirán productos químicos para reforzar su color. Y aunque los símbolos son importantes en cualquier ceremonia, el método sigue revelando el retraso del catolicismo.

Tras la elección, las campanas de la Basílica de San Pedro repicarán informando al mundo la elección del Obispo de Roma. Se correrán entonces las cortinas y se abrirán las puertas del balcón principal que, adornado con el escudo pontificio, será el sitio desde donde el decano del Colegio Cardenalicio, el italiano Giovanni Batista, anunciará “urbi et orbi” que «Habemus Papam» para, acto seguido, salir a saludar a los feligreses en la plaza diseñada por el gran Bernini, la Plaza de San Pedro, en la ciudad eterna.

A partir de ese momento, el jefe del Estado Vaticano empezará a usar el Anillo del Pescador que, con la figura de Simón Pedro lanzando la red en el mar, simboliza a la máxima figura del catolicismo.

Serán estos días en que los católicos deberán orar para que el Colegio de Cardenales elija y elija bien a quien sucederá a Francisco, quien con más preguntas que respuestas dirigió a una institución milenaria. La fortaleza física y espiritual del nuevo Papa serán fundamentales para llevar a buen puerto a quien desde ese momento dirija el rumbo de la barca de San Pedro, de la cual dependen millones de almas que encuentran en la religión como decía Erich Fromm, la razón para resignarse a las muchas frustraciones que presenta la realidad. Son estos tiempos difíciles para el catolicismo y para el sucesor de Simón Pedro. 

Y es que escándalo tras escándalo, muchos de los hombres que decían seguir el ministerio de Jesús, han sido inconsecuentes con su mensaje, cometiendo, permitiendo y escondiendo actos incalificables. Pero a pesar de todo, si los seres humanos hemos llegado a estos extremos de crueldad teniendo cierta exposición a cualquier tipo de fe, no solo la cristiana, ¿puede usted imaginar cómo seríamos sin ella?

Una obra que refleja lo que para muchos significa Jesús es «Pescador de Hombres», compuesta por el sacerdote español Cesáreo Gabaráin Azurmendi que dice: «Tú has venido a la orilla, no has buscado ni a sabios ni a ricos, tan solo quieres que yo te siga. Señor, me has mirado a los ojos, sonriendo has dicho mi nombre. En la arena he dejado mi barca, junto a ti buscaré otro mar. Tú necesitas mis manos, mi cansancio que a otros descanse, amor que quiera seguir amando. Tu pescador de otros lagos, ansia eterna de almas que esperan, amigo bueno, que así me llamas. Señor, me has mirado a los ojos, sonriendo has dicho mi nombre, en la arena he dejado mi barca, junto a ti buscaré otro mar». Una vez más se comprueba la afirmación del escritor irlandés George Bernard Shaw: El cristianismo podría ser bueno… Si alguien intentara practicarlo.

@marcosduranfl

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