Jesús Vázquez Trujillo
El Plan y la Rebelión de Agua Prieta

Después de la derrota de Francisco Villa en Celaya, el 14 de abril de 1915, el general Álvaro Obregón creyó contar con los méritos suficientes para suceder a don Venustiano Carranza en la Presidencia de la República, pues gracias a él el constitucionalismo había triunfado y el gobierno de Carranza se consolidó, Obregón ya le había guardado lealtad a Carranza, ahora él estaba “obligado” a reconocer sus méritos. Al menos así lo creía Obregón.
Y más aún porque en 1917, Álvaro Obregón y Venustiano Carranza suscriben un pacto, mediante el cual Obregón se compromete a apoyar a Carranza para que asuma la presidencia el 1 de mayo.
Siendo don Venustiano, el primer presidente constitucionalmente electo, con la carta magna promulgada el 5 de febrero y que ese 1 de mayo entraba en vigor.
Y a su vez, don Venustiano apoyaría al general Álvaro Obregón para que éste asumiera la presidencia cuatro años después, el 1 de diciembre de 1920.
Sin embargo, don Venustiano deseaba acabar con el militarismo en la presidencia, una vez derrotado Villa, uno de sus secretarios Félix Fulgencio Palavicini, le hizo ver a don Venustiano que ahora había nacido una nueva facción revolucionaria a la cual se debía temer, es decir el “Obregonismo”, Carranza conocía de sobra los alcances políticos y militares de Álvaro Obregón, y por lo mismo no lo iba a dejar ser el próximo presidente, por ello lo nombró secretario de Guerra en 1917, pues ya se había impuesto en la Carta Magna haciéndola radical.
Al año siguiente en 1918, Obregón renuncia al gabinete para lanzar su candidatura independiente a la presidencia, apoyado por el partido nacional agrarista y cooperativista de Sonora, pues todos reconocían la valía política de Obregón, todos menos Carranza, quien impulsó la candidatura del ingeniero civil y a la sazón embajador en los Estados Unidos, Ignacio Bonillas, a quien despectivamente sus detractores llamaban “Flor de Té”, haciendo alusión a una canción de la época, pues nadie sabía quién era, ni de dónde venía, ni a donde iba.
En marzo de 1920, el presidente Carranza decretó que las aguas del río yaqui, pasaban a ser propiedad de la federación, éste hecho molestó sobremanera al gobernador de Sonora Adolfo de la Huerta, además de que tampoco estuvo de acuerdo en la forma en que Carranza había firmado la paz con los indios yaquis.
Para acallar a De la Huerta, Carranza envió tropas a la ciudad de Hermosillo al mando del general Manuel M. Diéguez, ante lo que el gobernador de la Huerta protestó enérgicamente alegando que eso era una violación a la soberanía del estado de Sonora.
Inmediatamente, de la Huerta se puso en contacto con el general Plutarco Elías Calles, quien era alguacil del poblado de Agua Prieta, el 23 de abril Calles y de la Huerta proclamaron el Plan de Agua Prieta, desconociendo a Venustiano Carranza como presidente de la República y llamando a la rebelión armada en su contra.
Mientras tanto, el general Álvaro Obregón se encontraba prófugo y a salto de mata, huyendo de la policía carrancista, de la cual consiguió escapar disfrazado de fogonero, huyendo hacía Guerrero, que estaba controlado por sus simpatizantes.
Ahí se entera de la rebelión de Agua Prieta, convocada por sus paisanos y amigos sonorenses contra Carranza, y sin pensarlo se adhiere a ella.
Para mayo siguiente, don Venustiano se encuentra completamente solo, pues todos los generales que manda para combatir a los rebeldes, terminan adhiriéndose a la revuelta.
Finalmente, Venustiano Carranza decide huir a Veracruz, estableciendo ahí el gobierno federal y fortaleciéndose con el dinero de las aduanas y las tropas leales al mando de su yerno el general Cándido Aguilar Vargas, gobernador y comandante militar de Veracruz.
Sin embargo, antes de poder llegar al puerto jarocho, Venustiano Carranza es emboscado y asesinado en la ranchería poblana de Tlaxcalantongo, por las tropas del coronel Rodolfo Herrero, a las 02:30 am del 21 de mayo de 1920.