lunes 10, marzo, 2025

Balazo en el pie

Enrique Martínez y Morales

Los aranceles que el presidente Trump ha postergado nuevamente tienen una lógica económica. Veamos algunas de las consecuencias que su aplicación tendría para Estados Unidos:

Inflación: un arancel distorsiona el mercado y lo aleja de su eficiencia. Gran parte del mismo tendrá que ser absorbido por el consumidor final, sobre todo en aquellos bienes que no tengan forma de sustituirse con un producto local, y aunque existiese, será sin duda más caro, ya que los costos de producción, sobre todo de mano de obra, son sustancialmente superiores en Estados Unidos. 

Esto generará inflación en nuestro vecino del norte, donde los ciudadanos son muy sensibles incluso a cambios marginales en los índices de precios. 

Competitividad: La relación comercial entre ambos países está profundamente interconectada. Muchas industrias, especialmente la automotriz y manufacturera, dependen de insumos que cruzan la frontera varias veces antes de convertirse en productos terminados. La imposición de aranceles afectaría no solo a empresas mexicanas, sino también a compañías estadounidenses que dependen de estas cadenas de suministro, encareciendo productos y afectando la competitividad de toda la región, dejando a Estados Unidos más expuesto ante la ola comercial asiática. 

Predominancia comercial: hace cinco años, Estados Unidos dominaba el comercio prácticamente en todos los continentes. Actualmente, fuera de Europa central, la península escandinava y centro y Norteamérica, China lo ha desplazado. Al establecer barreras comerciales a sus vecinos, obligaría a Canadá y a México a buscar profundizar su interacción comercial con otros países, China principalmente, lo cual lo dejaría en una posición más vulnerable. 

Los mercados reaccionan de manera adversa a la incertidumbre. La amenaza de aranceles genera desconfianza en inversionistas, lo que puede traducirse en una menor inversión extranjera directa en México y, por lo tanto, una afectación a la cadena norteamericana de suministro.

Más allá del impacto económico, los aranceles tensarían las relaciones diplomáticas entre ambos países. México es un socio estratégico en temas de seguridad, migración y comercio. Una política arancelaria agresiva podría afectar la cooperación en estas áreas y llevar a represalias comerciales que perjudiquen aún más a ambas economías.

Si bien los aranceles pueden ser utilizados como herramienta de presión política, sus efectos secundarios serían perjudiciales para ambas naciones. El próximo año habrá elecciones de representantes al Congreso, y con un electorado descontento por las razones antes expuestas, el presidente Trump podría perder su escasa mayoría.

Con los aranceles Estados Unidos se estaría dando un balazo en el pie. En lugar de medidas unilaterales, es fundamental fortalecer la cooperación para encontrar soluciones que no comprometan el desarrollo económico ni la estabilidad de nuestras economías.

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