Jessica Rosales
Cuando pedir auxilio no es suficiente
La violencia de género en México no es un tema nuevo, pero cada que se exhibe un hecho en lo mediático nos lo recuerda con brutalidad. Esta vez, la protagonista fue la cantante Alicia Villarreal, quien en un concierto en Zitácuaro, Michoacán, hizo la señal internacional de auxilio para víctimas de violencia. Un gesto silencioso, pero cargado de significado: levantar la mano, doblar el pulgar y cerrar los dedos sobre él.
El problema no es solo que lo haya hecho, sino que nadie supo reaccionar. Frente a cientos de personas, con autoridades presentes, su pedido de ayuda pasó desapercibido. No se trata de una acusación, sino de un reflejo de nuestra realidad: vivimos en un país donde la violencia contra las mujeres es tan común que ya ni la vemos.
La activista de Michoacán Oti Molina, integrante de la colectiva Todas MX, nos lo explicó con claridad. Esta señal de auxilio nació en 2020 en Canadá, en plena pandemia, cuando la violencia doméstica se disparó y las mujeres necesitaban una forma discreta de pedir ayuda. Hoy, es reconocida en más de 40 países, pero en México, donde se cometen 11 feminicidios al día, aún es desconocida por muchas personas y, lo más grave, por las autoridades.
El caso de Villarreal pone sobre la mesa la urgencia de capacitar a las fuerzas de seguridad y al personal de instituciones públicas para que no solo reconozcan esta señal, sino que sepan actuar en consecuencia. La indiferencia o la ignorancia ante una alerta de auxilio puede costar vidas.
En Coahuila, diversas colectivas han comenzado el análisis para solicitar que esta señal sea institucionalizada, es decir, que se reconozca de manera oficial y se implemente en protocolos de atención a víctimas. Es un paso necesario para evitar que casos como este queden en el olvido y para que cualquier mujer que la use tenga la certeza de que será escuchada y protegida.
Sin embargo, también es importante aclarar que el hecho de que una mujer haga esta señal en público no la obliga a exhibir los detalles de su caso. La revictimización es una de las razones por las que muchas mujeres temen denunciar, y el morbo social muchas veces contribuye a que el foco de atención se desvíe hacia la vida privada de la víctima en lugar de centrarse en la violencia que enfrenta. Lo que sí es una responsabilidad de quienes hacen esta alerta o cualquier acusación pública es presentar una denuncia formal para que las autoridades investiguen y sancionen al agresor.
No basta con que el caso se haga mediático; debe haber consecuencias reales, de lo contrario, se corre el riesgo de que la causa feminista sea utilizada de manera irresponsable o tergiversada, dañando tanto a víctimas reales como a la credibilidad de la lucha contra la violencia de género.
Lo ocurrido con Alicia Villarreal debería servirnos de advertencia. Si en un evento público, con cámaras y cientos de testigos, una mujer puede pedir ayuda sin obtener respuesta, ¿qué pasa con las miles que lo hacen en la intimidad de sus hogares? ¿Quién las escucha? ¿Quién actúa? ¿Quién las auxilia? ¿Quién las protege?
La solución no es simple, pero es urgente. Como sociedad, debemos conocer y difundir esta señal. No basta con compartir videos en redes sociales una vez que el daño está hecho; hay que educarnos para reconocerla en tiempo real y actuar. Pero esto no es solo responsabilidad ciudadana: las autoridades deben capacitar a sus cuerpos de seguridad, crear protocolos de respuesta y, sobre todo, garantizar que las mujeres que denuncian tengan protección y acceso a la justicia.
No podemos seguir ignorando las señales. Porque cuando nadie ve, cuando nadie escucha, el mensaje que enviamos a las víctimas no es alentador.
Es un hecho que, incluso sin esta señal, la sociedad suele ser apática ante la violencia de género. Muchos ven, reconocen y hasta juzgan los actos de maltrato, pero pocos actúan. Las mujeres que sufren violencia en la privacidad de sus hogares necesitan ayuda, y si eres testigo de ello, tu responsabilidad no es solo mirar, sino intervenir denunciando esa violencia que, algunas de ellas, por distintas razones, no han podido denunciar.