martes 11, febrero, 2025

Cediendo ante el extorsionador

Federico Berrueto

Inevitable pasar de la fiesta del triunfalismo a la realidad. Un corto viaje para regresar a la incertidumbre y preocupación. La semana pasada de festejo, el secretario de Economía Ebrard, cediendo su inteligencia pasó a un desbordado e interesado aplauso a la presidenta Sheinbaum por su supuesta capacidad de convencer al presidente Trump de frenar los aranceles a México. La realidad fue otra, tan es así que la dispensa se dio también con Canadá y le funcionó muy bien al norteamericano, sometió al país vecino, sociedad y gobierno, a su visión de seguridad sin ceder, sólo por posponer por un mes la aplicación de los impuestos a las exportaciones mexicanas. México envió 10 mil efectivos militares a la frontera bajo un generalizado alivio de los mexicanos ante la la ilegal sanción comercial.

Después de una semana, mucho ha sucedido para entender que no hubo victoria mexicana. Los aranceles van. Todas las exportaciones de acero y aluminio a EU serán gravadas con 25%. La supuesta tregua no fue tal, además, de ser una violación flagrante al acuerdo comercial. No es consuelo que la determinación afecte más a Canadá que a México; no, porque México está enfrentando a un vecino tramposo y ventajoso, sin capacidad para honrar su propia palabra y compromiso. El juego apenas empieza con notoria desventaja para México no sólo por su vulnerabilidad, sino por su deteriorada imagen internacional.

Preocupante, también, la deriva militarista de la relación. De por sí militarizar abre la puerta a la violación de los derechos humanos de los migrantes y no tiene la capacidad para impedir el tráfico de fentanilo, que se da a través de ciudadanos norteamericanos reclutados por los grupos criminales en el tránsito regular fronterizo. Hecho irrefutable es que mientras haya consumo habrá narcotráfico y nada mueve al gobierno norteamericano para actuar en tal sentido.

El riesgo de la incursión militar norteamericana no sólo está en la frontera, sino en todo el territorio nacional bajo la creencia que, al aprehender, secuestrar o aniquilar a los jefes criminales desaparecerán los cárteles. Su fragmentación conduce a un aumento en la violencia, además de propiciar que la lógica estrictamente criminal o violenta se imponga sobre la empresarial, que de siempre ha acompañado al tráfico ilegal de drogas, con un agregado más, producir fentanilo es labor artesanal con insumos de uso regular e imposible de controlar; transportarlo y distribuirlo es más fácil que cualquiera otra droga. En otras palabras, combatir al fentanilo sólo puede darse atacando el consumo, ni siquiera una frontal embestida punitiva en ambos lados de la frontera. Las adicciones son, primero que todo, un problema de salud pública.

Trump abre la puerta a la presencia bélica en territorio nacional bajo la tesis de combate a organizaciones terroristas. Ya no será sólo la presencia de agentes de la DEA, legales o ilegales, también habrá personal militar operativo y de inteligencia. Habrá de ocurrir con o sin permiso de las autoridades mexicanas que, para efectos prácticos, el presidente Trump ha dicho tienen acuerdo con los grupos criminales. No hay coordinación posible a partir de la desconfianza.

La presidenta señaló como logro del diálogo que abriría la puerta a la negociación y al acuerdo en materia comercial, migración, seguridad y tráfico de armas. No se ha sabido de encuentro alguno, presente o futuro. Pero sí es conocida la decisión del presidente Trump de aligerar el control de armas a quienes las comercializan al amparo de la segunda enmienda de la Constitución, una decisión contraria a lo denunciado por la presidenta Sheinbaum. Para documentarse este sábado El País presenta un espléndido e ilustrativo reportaje de Elías Camaji y Patricia Juan Flores, “Lo que más ocupo son los ‘chivitos‘: cómo Estados Unidos inunda de armas a México”.

La conducta de Donaldo Trump es la de un extorsionador. No es un negociador duro o ventajoso, es considerablemente peor; nada bueno de él esperar. Debe preocupar que las autoridades mexicanas no entiendan la magnitud del riesgo de por medio y que se recreen en la retórica nacionalista que de poco sirve, además desmentida por las concesiones que día a día tienen lugar. La amenaza es mayor, por lo mismo, incomprensible la postura soberbia, excluyente y agresiva de la presidenta Sheinbaum a todo lo que no se le someta. En cierto modo replica el estilo Trump y éste, el de AMLO.

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