Marcos Durán Flores
15 años sin J.D. Salinger
La novela “El Guardián entre el Centeno”, del escritor estadounidense J.D. Salinger, tiene como personaje central a Holden Caulfield, un adolescente deprimido que narra sus vivencias en Nueva York tras ser expulsado de la exclusiva escuela Pencey Prep. Narrador y protagonista, Caulfield es un joven en transición a la madurez que, atrincherado en una supuesta indiferencia, intenta mantener la inocencia de un niño, colisionando contra un muro de falsedades y formalidades que no es capaz de asumir ni está dispuesto a hacerlo.
Para millones de jóvenes, la novela se convirtió en un libro de culto que, a mas de 70 años de su publicación, ha vendido más de 70 millones de ejemplares. Se trata de una novela magnífica que convoca la existencia, el espacio y el tiempo en un corto paseo por Manhattan. La historia retrata 72 horas de la vida de Holden Caulfield, de 16 años y al borde de una crisis nerviosa tras ser expulsado del internado en el que estudia. Holden, que no quiere enfrentarse a sus padres, pasa un fin de semana largo deambulando por la ciudad de Nueva York mientras reflexiona sobre la “falsedad” de la sociedad.
La frase de Caulfield en la novela: “¿a dónde van los patos en invierno?”, refiriéndose a los del lago del Central Park de Nueva York, no es más que un grito de libertad. Y es que millones de personas que la han leído se hacen la misma pregunta, y lo que sabemos es que van al centro del lago. Allí donde el agua jamás llega a congelarse. J.D. Salinger no construye su obra sobre una rebeldía sin sentido, sino sobre una crítica orientada a alcanzar una mayor humanidad.
Hay algo en Holden Caulfield que resulta atractivo. Es divertido, ingenioso, sarcástico, honesto, inteligente, perspicaz y curioso, pero parece totalmente fuera de lugar y terriblemente incomprendido. Y, como todos los buenos personajes, una vez que lo conoces, no puedes olvidarlo, te guste o no.
En El guardián entre el centeno, Holden nos cuenta una y otra vez con qué facilidad se estropean las cosas buenas de la vida y cuán omnipresentes son las cosas deprimentes. Nos muestra al falso y sofisticado Carl Luce, que se digna a tomar una copa con el solitario Holden y no puede dejar de ponerlo en su lugar. El hermano menor de Holden ha muerto de leucemia y Holden no puede expresar su dolor y sus padres no lo han ayudado. Salinger nos muestra a Holden inquieto por la noche, desesperadamente solo y con la esperanza de poder consolarse viendo y hablando con personas de su pasado. Vemos cómo su deseo de escapar del mundo y lucha contra su amor por él. Nos cuenta lo horrible que es dejar un lugar para siempre sin darse cuenta de que fue la última vez, sin sentir la necesidad de evocar algún tipo de despedida.
El guardián entre el centeno se había convertido en la biblia de la alienación para una generación de adolescentes descontentos y en diciembre de 1980 se demostró su enorme atractivo popular cuando Mark David Chapman llevaba un ejemplar del libro cuando fue arrestado por matar a John Lennon y declarar a la policía que «este libro extraordinario» ayudaría a la gente a entender por qué había disparado y matado al ex Beatle.
El guardián entre el centeno también fue encontrado en la habitación de hotel de John Hinckley después de que fuera arrestado por intentar asesinar al presidente de los Estados Unidos, el republicano Ronald Reagan.
Viendo a su hermana en el carrusel de Central Park, a Holden Caulfield le da miedo que pueda caer. Es entonces cuando se da cuenta del significado de la vida adulta: nadie puede evitar que los demás se precipiten, no existe un “guardián” de las vidas ajenas. La obra de J.D. Salinger, de quien ayer se conmemoraron 15 años de su infausta ausencia terrenal, debe el nombre a uno de sus fragmentos: “Muchas veces me imagino que hay un montón de niños jugando en un campo de centeno. Miles de niños. Y están solos, quiero decir que no hay nadie mayor vigilándolos. Solo yo. Estoy al borde de un precipicio y mi trabajo consiste en evitar que los niños caigan por él. En cuanto empiezan a correr, sin mirar a dónde van, yo salgo de donde estoy y los sostengo. Eso es lo que me gustaría hacer todo el tiempo. “Vigilarlos”.
@marcosduranfl