miércoles 15, enero, 2025

Jaime Humberto Hermosillo, cineasta de talento, magia, humor y creatividad

(A cinco años de su adiós. Escrito hecho el 31 de diciembre de 2015, al término de filmación de la última película estrenada por Jaime Humberto: «Un Buen Sabor de Boca»)

Raúl Adalid Sainz

Este día arrancamos la última hoja del año 2015. En ese desprender vienen los inevitables recuerdos llamados: memoria.

Este año me regaló una gran sorpresa: haber trabajado con un cineasta que siempre admiré: el señor Jaime Humberto Hermosillo.

Mis recuerdos parten a Torreón cuando en los posters publicitarios y fotos pegadas en las marquesinas de los cines veía la promoción a sus películas: «El Cumpleaños del Perro», «Matinée», «La Pasión Según Berenice», «Naufragio». Imposible entrar, era un chiquillo de doce, trece, catorce, dieciséis años, aún así, una vez logré colarme. Fue en un cine llamado «El Dorado». Entré frunciendo el ceño (según yo, así me veía más grande) y vi aquella llamada: «Amor Libre», con Julissa, Alma Muriel, Roberto Cobo, Manuel Ojeda y Pepe Alonso. Debo aclarar que antes se pedía la cartilla a los precoces adolescentes que intentaban ingresar a las películas de adultos.

Después, ya con los ansiados dieciocho años, vi las cintas mencionadas; radicaba ya en la Ciudad de México. Viví «Naufragio» y «La Pasión según Berenice», en la antigua cineteca, aquella de Tlalpan y Churubusco. Aún recuerdo las llamas finales en «La Pasión Según Berenice», mismas paradójicas flamas que consumieron al recinto de nuestra primera cineteca. Siempre me ha llamado la atención el hecho porque fue la última cinta, (La Pasión Según Berenice), que vi ahí.

Cómo olvidar cuando vi por primera vez: «María de mi Corazón», en el año 1983 en un cine llamado «Relox», de Insurgentes Sur. Cómo no recordar la gracia erótica de María Rojo y Héctor Bonilla, cómo dejar de sorprenderse con el humor- ácido negro de María al ser presa en el manicomio. El final es una carcajada absurda oscura del destino: «Yo nada más quiero hablar por teléfono».

Cómo olvidar aquella noche cachonda de plano secuencia en aquel inmenso cine llamado, «Pedro Armendáriz», viendo a María Rojo y Pepe Alonso en «La Tarea». O aquella transgresora «Tarea Prohibida», con el buen Esteban Soberanes, María Rojo, y mi querido Julián Pastor, en el hoy desaparecido «Cine Latino», de Reforma.

No olvido tres grandes realizaciones de Jaime Humberto, una de ellas me encanta: «Matinée», espléndida historia, muy bien narrada cinematográficamente, siempre recordaré la espléndida tercia de trabajos de tres amigos ya fallecidos: Héctor Bonilla, Manuel Ojeda, y Farnesio de Bernal. Las otras dos películas son: «Las Apariencias Engañan», y «El Cumpleaños del Perro», extraordinarias.

Después, mis vivencias de fan espectador al cine de Jaime Humberto, van a «Exorcismos», un valiente salto al cine erótico que desgarra. El amor y la pasión al rojo vivo, al recuerdo que lacera y confunde. Un fantasma que ronda por los pasillos de aquella maravillosa locación del centro histórico del DF. Maravillosa mancuerna creativa entre Jaime y su fotógrafo Jorge Z López. Será la primera de toda la era digital en la última etapa cinematográfica de Jaime. Un día en la filmación que compartimos, Jaime Humberto me dijo que una película para él era como una pared con una cuarteadura, lo que a mí me interesa, me decía, es esa horadación, ahí se esconden los secretos de los personajes.

Este 2015, la vida me permitió conocer a Jaime Humberto. Tuve el privilegio de actuar en su cinta: «Un Buen Sabor de Boca». Una comedia muy a su estilo: humor negro ácido, abrir las paredes de los personajes, esas que ocultan las verdades, ver las emociones y sentires que afloran bajo una luz de carcajada, esa sentencia del cine de Jaime en que las apariencias engañan, el cine dentro del cine. El guion es autoría de él mismo.

Un director esmerado en el detalle, que hace un gran montaje de su cuadro a filmar, apoyado en la lógica y verosimilitud, en el por qué y en el para qué. Dirige al actor, le pide con precisión lo que desea, pasa línea del texto con él, ahí encuentran ambos la ruta conductual del personaje: cómo presentas al mismo, cómo lo ocultas, cómo se revela, cómo habla, todo en aras de volverlo interesante, complejo y veraz. No es gratuito que grandes interpretaciones actorales se hayan dado bajo la dirección del señor Hermosillo.

Jaime Humberto no llega a experimentar al set, trae una idea precisa, que se enriquece platicando con su fotógrafo Jorge Z López, los dos crean la premisa organizativa.

Trabajar con Jaime Humberto Hermosillo, es vivir el set en relajación. Su equipo respira la pasión que contagia. Se trabaja por el placer de estar con un grande. Cada llamado es una clase cinematográfica. Mucho deben aprender las diversas generaciones de cineastas de estos sabios que parecen estar más allá del bien que del mal. Y esto lo logran por algo muy simple: gozan el trabajo, lo hacen con amor, hacen de su placer un platillo que comparten generosos, así, sin soberbia y mezquindad.

Gracias Dios de vida, gracias Jaime Humberto, gracias Jorge Z López, gracias compañeros actores, gracias asistentes, gracias señores del staff, ha sido maravilloso. Hoy, yo ya escuché: ¡wrapper up! y escribo acerca de este maravilloso filmar: «UN BUEN SABOR DE BOCA».

Nota: El 13 de enero de 2020, Jaime Humberto nos dijo hasta pronto. Debo agregar que a Jaime le gustaba filmar a términos de año. Decía que filmar en fechas navideñas y en año nuevo traía buena suerte. Así lo hizo con «La Pasión Según Berenice». Y sí, tenía razón, a principios de enero del 2016, me tocó en suerte filmar con uno de sus actores queridos: Héctor Bonilla. La película fue: «Un Padre no tan Padre». Recuerdo que le conté a Jaime Humberto, y contento me decía: «Te dije, te dije».

Aparte de mi admiración al cine de Jaime, otro detalle nos unió en el cariño fraterno: la fascinación por los gatos.

Mucha luz en el recuerdo querido Jaime Humberto. La foto corresponde a la filmación de «Un Buen Sabor de Boca»; una tarde decembrina en La Cineteca Nacional. Hoy, enero del 2025, hice unos pequeños agregados al texto, como el citar los tres grandes trabajos de Héctor Bonilla, Manuel Ojeda y Farnesio De Bernal, en Matinée, y recordarlos en el adiós. En 2015, cuando hice el escrito, los tres estaban con vida.

Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México-Tenochtitlan. Feliz amor, paz y salud para este 2016 que hoy a las doce escuchará ¡Tercera llamada, tercera, comenzamos!

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