sábado 4, enero, 2025

Florencia, la cuna más grande del arte

Raúl Adalid Sainz

Que tus ojos reciban la belleza, no es cosa fácil. Hay linduras escondidas. La grandeza visual de Florencia trastoca los sentidos todos. Vuelca la imaginación hacia otros mundos. Aún no alcanzo a deglutir la ingesta de tal renacimiento observado. Florencia es para respirar en calma, tanto derroche llamado arte. La manifestación espiritual hacia un tema. Y el arte, la inteligencia y la sensibilidad, se volcaron locamente en esta ciudad.

La impresión que recibí al ver el «DAVID», de Miguel Ángel, es indescriptible. Es Dios hablándote. Las manos del creador se volcaron todas en este genio florentino. Lo más maravilloso de Miguel Ángel es que su objetivo creador era servir a Dios por medio de su sensibilidad artística. El «David», es lo más hermoso que han visto mis ojos. Mis sentidos fueron movidos a otros horizontes. Aún no sé si se extraviaron. En todo caso, no importa, déjenlos vagar. «Davide», David en italiano, es el Dios de los florentinos.

Cada paso dado por esa hechizante ciudad es la epifanía de todas las revelaciones renacentistas. Ver y sentir la casa de Dante Alighieri. Ver la casa de su amor Beatriz. Sentir su expulsión de Florencia y su redención de Divina Comedia. Los siete infiernos conducidos por Virgilio.

En Florencia Dios dijo: aquí nacerán los grandes: Miguel Ángel, Giotto, Donatello, Boticelli, Chelinni, Dante Alighieri, Leonardo Da Vinci, Américo Vespucio, Lorenzo de Medici, Florencia de Nitinghale, muchos más. Esto es significativo. El ADN del florentino actual va impregnado de esto. El arte al verlo y sentirlo modifica el paso de la vida. La cultura, la manifestación de expresión sensible, es la que modifica, crea real transformación. Ojalá lo entendiera nuestro gobierno que pregona transformación de la nada. Por la mentira falaz demagógica.

Un día, al paso del tiempo lograré quizá atisbar lo tanto recibido. O tal vez lo real de esto es el asombro que aún albergo. Dios me conceda volver a este ensayo general antes de llegar al paraíso.

PD: Y si de genios creativos logísticos hablamos, está el de Elvira Richards (conmigo en la foto) mi compañera de vida, quien ha planeado maravillosamente esta aventura. «David», original, se encuentra en la Galería de la Academia en Florencia.

Raúl Adalid Sainz, siete mañaneras, en algún lugar de Roma Italia.

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