miércoles 18, diciembre, 2024

Camino del asombro

Raúl Adalid Sainz

Sí, debo confesarlo, hay días que la emoción a lo desconocido te llena de emociones.

Siempre soñé, desde mis clases de teatro griego, con conocer el arrebato enorme del arte de Dioniso. Cada viaje otorgado por aquel inolvidable maestro, Néstor López Aldeco, era una invitación a imaginar, a sentir, a concientizar el por qué y para qué había nacido el teatro.

Dentro de unas horas partiré con mi compañera de vida, Elvira, a veredas insospechadas para mí. Primero Francia, a la tierra de Moliere, al cine de Buñuel que nació ahí, luego a la tierra de Shakespeare y Los Beatles, la vieja Albión, esa Inglaterra de las grandes actrices y actores, de ahí a ver y vivir las fiestas dionisiacas, el origen de la cultura teatral, a la tierra de los dioses juguetones y enfurecidos, a la patria de Homero, de Sófocles y Eurípides.

A mi tierra de todos mis oficios, de todas mis misas: el teatro. A la tierra de nuestro Dios Dioniso. Al éxtasis de un Zorba el Griego bailando a Theodorakis.

De ahí al suelo romano. La tierra de Fellini, De Sica, de Visconti, de Marcello Mastroianni, al lugar de «Ladrón de Bicicletas» y la «Dolce Vita», de «Rocco y sus Hermanos», esa tercia del neorrealismo italiano que me enloquece. A los estudios cinematográficos Cinecitta. El suelo de Rómulo y Remo.

Y de ahí a mi reencuentro con mi viejo amigo Madrid. Mi amiga La Cibeles me espera para dar un paseo en su viejo carro. Volver a ver La Castellana, La Gran Vía, El Arco de Cuchilleros del bandido Candelas, sentir nuevamente el barrio viejo literario de Cervantes, Lope de Vega, y el buen paisano Juan Ruiz de Alarcón. Vivir de nuevo el Museo del Prado, ver al buen Picasso y su protesta mural en el «Guernica».

¡Qué delicia me regala Dios! Gracias por esta mesa servida. Gracias por el asombro que me espera. Gracias por Elvira. Un paseo ganado a base de cojones. De mucho trabajo. De mucha fe. El teatro, el cine, algunas series, el ahorro, y sobre todo la gente que ha confiado en nosotros nos regalan, sin saber, este viaje. ¡Gracias infinitas, a todos ellos!

Trataré de enviar misivas de estas aventuras. Yo por lo pronto, como dijo Piporro, me voy con mi música a otro lado. ¡Con permiso raza! Mis mejores deseos para el nacimiento de nuestro ser, y para el ciclo que se abre de 2025.

Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan

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