domingo 15, diciembre, 2024

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Manolo Jiménez y su ‘gira vaticana’

El Gobernador de Coahuila tiene todo el derecho de profesar la fe religiosa de su preferencia. Pero no puede -ni debe- mezclar sus creencias teológicas con la responsabilidad de gobierno

Carlos Arredondo Sibaja

El inmortal novelista galo Víctor Hugo dijo alguna vez: “cuanto mayor es el conocimiento de un hombre, mayor ha de ser su fe; y cuanto más se acerca a Dios, más clara es su visión de Dios”.

La frase aborda el añejo “conflicto” entre la racionalidad y la posibilidad -la necesidad, dirán no pocos- de creer en la existencia de un ser superior y, como consecuencia de ello, de incorporarse a un culto, a una cierta ritualidad a través de la cual es posible entrar en comunión con aquel.

Para eso existen las religiones -todas-: para mostrarnos el camino a través del cual podemos entrar en comunicación con la divinidad y, de esta forma, encontrar la ruta hacia la trascendencia, esa obsesión tan humana por asegurarnos un lugar en ese territorio posterior a la vida terrenal cuya existencia nos gusta imaginar.

La ecuación es bastante simple, al menos desde la perspectiva de la religión dominante en nuestro país: nuestra presencia en este mundo obedece a un “plan divino” el cual exige de nosotros un cierto comportamiento hacia los demás y hacia la divinidad, el cual se encuentra más o menos constreñido en los 10 mandamientos entregados a Moisés en el Monte Sinaí.

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Pero como no todos somos iniciados en los prolegómenos de la fe, para eso existen los augures, los videntes, los agoreros a quienes uno debe acudir para tener claridad respecto del camino a seguir. Para el caso en mención, el augur mayor, el sumo pontífice, es el Obispo de Roma, el Papa.

Una de las mayores aspiraciones de los católicos es por ello estar ante la presencia del Papa, de la misma forma en la cual los musulmanes se proponen viajar, al menos una vez en la vida, a La Meca para estar cerca de la Kaaba, el templo ubicado en el centro de la Gran Mezquita.

Nadie puede estar en contra de estas ideas. La libertad de creencias no solamente constituye un derecho: es un mecanismo útil a los propósitos de construir una sociedad realmente igualitaria pues la piedad, piedra angular del fervor religioso es, a no dudarlo, una virtud indispensable para hacer avanzar las ideas más acabadas concebidas por nuestra especie.

Una acotación relevante: no estar “en contra” de la libertad religiosa no implica estar de acuerdo con las creencias religiosas, sino algo mucho más importante: respetarlas. Esta idea es el núcleo del laicismo, una de las características esenciales de nuestro sistema político.

Todo lo anterior viene a cuento debido a la realización, en los días precedentes, de una “gira de trabajo” -las comillas resultan obligadas- del gobernador Manolo Jiménez Salinas, y una comitiva más o menos nutrida, al Vaticano, la sede global de la religión católica, fe a la cual, está claro, se encuentra adscrito el mandatario.

El evento, se ha dicho en la comunicación oficial, fue una mezcla de promoción económica y “misión cultural”, aspecto este último mediante el cual fue posible llevar Coahuila a Roma y exponerla a los ojos del mundo, lo cual deberá redundar en beneficios para los coahuilenses.

La obtención de beneficios es algo difícil de probar, al menos en lo inmediato. Más cerca de las posibilidades mundanas está el cálculo del gasto representado por el evento, un hecho en torno al cual existen dudas genuinas y peticiones válidas porque, está claro, se empleó dinero público en el financiamiento de un evento cuyo corte fundamental fue religioso.

El Gobierno de Coahuila hará bien -contrario a la costumbre mostrada hasta ahora- en ser transparente en este aspecto. No lo ha sido hasta ahora sino al contrario: ha intentado -como lo hace casi en todo- imponer una narrativa según la cual es casi pecaminoso expresar cualquier duda en relación con la gira vaticana.

Se olvida en ello, de forma prominente, una de las principales enseñanzas de la figura central del catolicismo: “dar al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”.

¡Feliz fin de semana!

@sibaja3

carredondo@vanguardia.com.mx

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