Rubén Olvera
Lecciones de un sexenio perdido
El gobierno de Miguel Riquelme Solís recibió elogios por la estrategia de seguridad, pero surgieron dudas tras darse a conocer los resultados en materia de crecimiento económico.
Lo anterior significa que la economía de Coahuila se estancó entre 2018 y 2023, según las últimas cifras publicadas por el INEGI. La tasa de crecimiento anual del PIB estatal promedió 0 % durante este período.
Este resultado obliga a examinar con ojo clínico la política de desarrollo económico del estado. Se trata de evaluar desde una perspectiva crítica los factores internos y externos que provocaron el bajo desempeño. Un análisis objetivo de los últimos años evitaría otro sexenio de nulo crecimiento.
El gobierno estatal puede aprovechar estos saberes para modificar la receta. Pero lo más probable es que el balance establezca la necesidad de añadir nuevas estrategias.
Sin embargo, cualquiera que sea la posición asumida por el gobierno de Manolo Jiménez Salinas ante estos resultados, quedará a criterio de los analistas y del público concluir si se trató de un sexenio perdido o si el estado se convirtió en una víctima de las circunstancias.
Es cierto que uno de esos factores ajenos al estado fue el cierre provocado por la crisis sanitaria. Este evento inesperado explica el desplome económico de 2020. No obstante, la pandemia no influyó en el desempeño negativo de 2019 y 2023. Hasta el momento, no existe una explicación concluyente para la caída del PIB en estos años.
La mala noticia para el inventario económico de la pasada administración la difundió el INEGI a principios de diciembre de este año. La variación porcentual del PIB en 2023 sitúa a Coahuila al final de la tabla nacional con -0.7 %.
En un año donde México y Estados Unidos crecieron 3.3 % y 2.9 %, respectivamente, el desempeño de Coahuila aviva la idea de un rediseño estratégico. Es necesario pensar dos veces antes de repetir la vieja fórmula.
La razón es evidente. A principios de 2023, todos los elementos apuntaban a que las economías de los 32 estados tendrían un desenlace favorable. Como resultado, el crecimiento fue positivo en 30 entidades. Solo Coahuila y Tamaulipas se rezagaron. ¿Qué pasó?
¿Acaso el modelo enfocado en atraer inversión extranjera es insuficiente? ¿La escasez de recursos para infraestructura de los últimos años comienza a cobrar factura al desarrollo? ¿Están retrocediendo las regiones con menor diversificación productiva? ¿El factor AHMSA? ¿O las pequeñas empresas locales tienen dificultades para innovar, obtener financiamiento y conectarse con las grandes compañías? La respuesta a todo es sí.
La principal característica de las regiones exitosas es que utilizan una mezcla de políticas –no solo de promoción de inversiones– para impulsar el crecimiento. Esta estrategia es más compleja y costosa, pero dadas las circunstancias es absolutamente necesaria.
En última instancia, ningún sexenio puede darse por perdido si las autoridades y el sector empresarial de Coahuila prestan atención a las lecciones de lo ocurrido. El conocimiento es un valor añadido.