domingo 22, diciembre, 2024

Dogma de Fe 

Marcos Durán Flores

Redes sociales y cómo los humanos volvimos a echarlo todo a perder

Por primera vez en la historia humana, el hombre tuvo a su alcance, una herramienta para expresarse masivamente sin necesidad de un intermediario. El ciudadano, como usted y como yo, ya no necesita de los medios tradicionales para comunicarse, buscar reconocimiento social, difundir la ciencia, cualquier expresión artística o denunciar el abuso de los poderosos. Esto se ha logrado solo gracias a las redes sociales, el instrumento que acabó con la censura y que ha obligado, a quienes debemos rendir cuentas, a establecer un diálogo y no un monólogo, a no abusar del poder.

Gracias a las redes, han trascendido escándalos de empresas y políticos corruptos, cuyo poder o posición económica los hacía creerse inmunes y que al final han sido denunciados, exhibidos y a veces hasta encarcelados. Algunos medios de comunicación tradicionales lo han entendido y hoy utilizan las redes no solo como un complemento, sino como su principal forma de llegar a sus lectores.

El poder de las redes es real e innegable, así como su impacto en nuestra vida diaria. Las redes también sirven para causas que antes tenían un alcance limitado, para que los que no tenían voz hoy la tengan: La ayuda a niños enfermos, la denuncia en contra del abuso animal, encontrar personas desaparecidas. En las redes se expresa nuestra capacidad de amar y de ser solidarios.

Pero también, y como siempre hemos hecho en la historia, los humanos lo hemos echado todo a perder. La gran oportunidad para ayudar con las redes sociales a construir un mundo real más igualitario, incluyente y tolerante, la hemos botado a la basura.

Y es que a las redes hemos traído nuestras virtudes, pero también todos nuestros los defectos. Tenemos la libertad para decir lo que sea y, a veces, a costa de lo que sea. Y ahí está la difamación, las mentiras y las “Fake News” que son cosa de todos los días. Además, tampoco ahí cambió nuestra capacidad de interacción y aceptación de quienes piensan distinto a nosotros, o a repetir y aceptar y dar como válida información falsa, o respetar otras religiones y mucho menos han servido para disminuir nuestra tendencia a la violencia, pues esas son como tales atributos humanos fundamentales.

Un artículo reciente de Forbes reveló que una persona promedio pasa 145 minutos por día en redes sociales, el equivalente a 5,7 años de navegación en el transcurso de una vida adulta promedio. Sin embargo, los investigadores recién ahora están comenzando a comprender completamente cómo las redes sociales pueden afectar la salud mental y la sensación general de bienestar de una persona.

Es que el uso excesivo de las redes sociales puede afectar negativamente la autoestima por la exposición constante y a menudo poco realista de la vida de otras personas que generan comparaciones y sentimientos de incompetencia.

Las redes sociales pueden empeorar los trastornos de salud mental preexistentes. Se ha demostrado que pasar demasiado tiempo navegando aumenta los sentimientos de ansiedad y depresión. Su uso prolongado a menudo implica estar sentado durante largos períodos, lo que puede contribuir a un estilo de vida sedentario y a problemas de salud asociados, como obesidad, mala postura y fatiga visual.

Las redes sociales pueden hacer que sea menos probable que invierta en experiencias de la vida real. 

Las redes tienen que cambiar, es cierto. Lo que no está claro es cómo. Las empresas de redes deben garantizar que su información esté asegurada y que las políticas sobre cómo se utilizan sean claras y apropiadas. Por mi parte, creo que el gobierno debe mantener sus manos fuera, siempre y cuando las empresas demuestren que se puede confiar en ellas. El contenido es un tema distinto: Salvo algo ilegal, la regulación debe permanecer fuera. 

La regulación es necesaria, pero la incertidumbre es el alcance de esa regulación. Lo que me queda claro es que debe hacerse, porque Facebook, Instagram, YouTube y otras redes han demostrado una y otra vez que no han podido con esa tarea y nosotros mismos tampoco nosotros pudimos autorregular nuestro comportamiento. Por eso hoy, los gobiernos se frotan las manos para inmiscuirse en esta, la única oportunidad en la historia en que todos tuvimos voz.

@marcosduranfl

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