sábado 23, noviembre, 2024

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Nuevo Fiscal en Coahuila… pero no nueva Fiscalía

La llegada de un nuevo titular a la Fiscalía de Coahuila no garantiza nada en términos de la necesaria transformación integral requerida en dicha dependencia, algo para lo cual se requiere un presupuesto mucho mayor

Carlos Arredondo Sibaja

Un elemento omnipresente en la cultura política mexicana es la esperanza. Se trata, probablemente, del artículo de más exitosa venta del cual han echado mano, a lo largo de toda la historia, los políticos de todos los signos ideológicos y de todas latitudes.

Por alguna razón, contraria a la lógica más elemental, los mexicanos somos extraordinariamente proclives a comprar el discurso de la esperanza. De espaldas a la existencia de una montaña de evidencia en contrario, siempre somos capaces de pensar: “éste/esta sí nos va a cumplir”.

Tal proclividad se complementa de manera perfecta, además, con otro de nuestros grandes defectos: nos cuesta mucho trabajo -de hecho nos es prácticamente imposible- reconocer el haber cometido un error y ello se traduce en la incapacidad para retirar nuestra adhesión a quien ha traicionado nuestra confianza. Otra vez: la evidencia se vuelve irrelevante y solo cuenta la decisión tomada a partir de la emoción.

Así pues, para fortuna de nuestra clase política, poblada casi exclusivamente por individuos ignorantes, sin experiencia, incompetentes y, encima de todo, corruptos, nosotros siempre somos capaces de expedir un nuevo cheque en blanco y comprar las mismas promesas en forma recurrente.

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Ocurre igual con funcionarios electos y designados: le atribuimos a simples mortales virtudes y capacidades propias de personajes mitológicos, de habitantes de los olimpos. Se les confía ciegamente el destino colectivo o el manejo de área críticas de la vida social.

Esto justamente ha ocurrido en las horas recientes con la designación de Federico Fernández Montañez como titular de la Fiscalía General de Coahuila: su sola llegada al cargo se ha ponderado como un hecho suficiente para obrar la transformación urgente de una institución ubicada en el sótano de la institucionalidad democrática.

Para desgracia colectiva se trata -como se trató con Gerardo Márquez en su momento; y con Homero Ramos antes; y con…- de un espejismo, de una fantasía a la cual haríamos bien en dejar de suscribirnos.

No se trata de si Federico Fernández tiene o no la vocación, la voluntad y las capacidades para acometer la tarea. Ojalá fuera así de simple. Se trata de nuestra terquedad para ignorar la realidad: la Fiscalía de Coahuila, como todas las del país, necesita ser reconstruida de arriba a abajo.

La razón de ello es simple: nuestra Fiscalía -como todas las del país- constituye el mayor de los problemas del sistema de justicia debido al primitivismo característico de su actuación, un defecto imposible de corregir solamente con el arribo de un nuevo titular, por mucha capacidad, buena voluntad y “ganas” con las cuales llegue.

¿Y cómo sí se corrige? Revirtiendo el defecto fundamental del cual padece históricamente: un presupuesto exiguo con el cual resulta imposible profesionalizar la tarea de investigar y perseguir los delitos con acuerdo a los estándares internacionales del ramo.

Y no estamos hablando de poco sino de mucho, muchísimo dinero para infraestructura, equipamiento, mejores salarios, capacitación y la contratación de personal de alta especialidad. Más y mejores instalaciones para los ministerios públicos; laboratorios equipados con tecnología de punta; instalaciones para la capacitación y el entrenamiento permanentes… en fin, la lista de las actuales carencias es larga.

¿Cuánto cuesta eso? Carezco de los elementos para hacer el cálculo preciso, pero no se exagera si se plantea la necesidad de multiplicar por varias veces el actual presupuesto de la Fiscalía.

Así de fácil, así de complejo: si el presupuesto de la dependencia recién entregada a Federico Fernández no crece al triple o al cuádruple -por lo menos- en lo inmediato, desde ahora puede predecirse el colofón de esta historia dentro de siete años: la repetición de la historia de fracasos con la cual se ha escrito la biografía de las fiscalías mexicanas.

Al tiempo.

@sibaja3

carredondo@vanguardia.com.mx

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