Luis Alberto Vázquez Álvarez
“Y nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque entonces los odres se revientan, el vino se derrama y los odres se pierden; sino que se echa vino nuevo en odres nuevos, y ambos se conservan”. Expresó Jesús de Nazaret según Mateo 9, 17.
Para la historia mexicana, visto como bueno o malo, da lo mismo; en los últimos 50 días el número de reformas constitucionales, leyes reglamentarias y orgánicas son un alud inmenso. También están ocurriendo decisiones judiciales controvertidas pero definitivas. Ambas avalanchas apuntan al mismo sentido, unos se alegran otros se desesperan y hasta amenazan con acciones ilegales como destruir documentación muy valiosa o negarse a acatar resoluciones legítimas. Que se está dando, se está dando y ya.
Festinando unos y enfurecidos otros, el país se politiza ampliamente, unos poseen una aceptación del 70%, los otros apenas un 10% y el resto observa simplemente. Pero todos siguen echando leña al fuego. Solo que el cazo tiene el mismo asado y ya está putrefacto; no hay nueva carne ni caldo ni aderezo diferentes a los que se recuecen y se amalgaman en un cuerpo informe, mal oliente y repugnante.
Esto sucede exactamente en lo político, el grupo perdedor desde las elecciones y luego en el congreso y tribunales no presenta nuevos argumentos, de hecho, nunca los ha mostrado, no sabemos si los posee, pero insisten y sus mentes y las de sus mismos seguidores se sobrecalientan con el mismo furor; aunque ya nadie más se suma a ese ardor. Se obstinan en mantener una opinión o un curso de acción, incluso frente a argumentos racionales o evidencia en contra. La visceralidad, por su parte, implica reacciones impulsivas y emocionalmente intensas, muchas veces sin consideración de las consecuencias a largo plazo.
Los medios de comunicación tradicionales son parte de ese recalentamiento que solamente llega a los mismos de siempre, cada vez menos en número: escasísimos lectores o auditorio, una nimiedad, algunos les leen o escuchan por deportes o sociales, pero no les creen en lo político porque saben que sudan por ardor debido a la falta de chayote, siempre criticando, jamás proponiendo, menos aun educando y finalmente desapareciendo uno tras otro ante la incredulidad de exiguos espectadores.
Para este sector de la población, políticos, comunicadores, editorialistas y simpatizantes, el futuro es preciso, exacto, sin variación alguna: no habrá futuro para su causa actual. Único camino: desaparecer y morir como son, porque ni siquiera en su renovación hay quienes crean. Como diría el científico Ramón y Cajal: “Se conocen infinitas clases de necios; la más deplorable es la de los parlanchines empeñados en demostrar que tienen talento”.
Que México necesita una oposición fuerte y propositiva, claro que sí, es indispensable y hasta urgente, incluso los no alineados lo exigen; pero lo existente son odres viejos, rajados y se desangran por todos lados, sus rendijas y agujeros cada día crecen más y sus residuos, generalmente de mala calidad, infectos y rancios se derraman. Muchos llegan al gigante político que les da acogida porque necesita sus votos parlamentarios, pero como buenos izquierdistas, los ven como “Idiotas útiles”; (frase atribuida a Lenin).
El camino son nuevos partidos políticos, frescos, lozanos, inéditos, coetáneos con la realidad nacional e internacional, que den respuestas a la problemática cada vez más exigente y enredada de este mundo incierto, inestable, en continuo cambio y versátil. Las propuestas de partidos nacientes actuales son cómicas, realmente dan lástima y hacen suponer que lo que más bien buscan son los recursos económicos que el INE les reparte del erario. Uno que ya se vislumbra es el de la mariposita animada por ella a lanzarse.
La realidad histórica es que los procesos políticos reformadores jamás retroceden, lo viejo queda sepultado por siempre, aunque haya fantasmas necios que sueñan resucitar. Lo cierto es que convencido estoy que la nueva oposición, la real, la auténtica surgirá de la misma fuerza que hoy domina al país, será la antítesis de esa síntesis convertida en tesis. Posiblemente el “Prieto” de “Morena”.