Raúl Adalid Sainz
«Te quiero presentar a este muchacho, él es Héctor, y te va a ayudar con tu vestuario y utilería»: Jorge Méndez, gran director del teatro lagunero.
Sí, así conocí a Héctor Kotsifakis, un día lejano ya de 1993, en el querido Torreón.
Hacía yo en la Comarca la obra «Pareja Abierta «, de Darío Fo, dirigida por el entrañable amigo, talentoso director teatral, Jorge Méndez Garza, qepd.
Héctor era alumno y actor de Jorge. En ese tiempo, el buen Kotsi, como es conocido, hacía como actor la obra «La Carpa», de Vicente Leñero, dirección de Jorge.
Durante un buen número de funciones en Torreón, Kotsi, fungió como mi vestuarista y quien me arrimaba el buen número de utilería que utilizaba. Me cayó muy bien, era él un chamaquito. Muy lagunero. Con esa simpatía franca como agua del «Nazas» de los comarcanos. Cuando lo conocí le dije: «Cómo te pareces a Ramón Ramírez (jugador estrella del equipo de futbol Santos Laguna), «no, él se parece a mí», me dijo con una sonrisota muy egolatra graciosa.
Eso es Héctor, una simpatía de ángel travieso que conquista. Al poco tiempo Héctor voló para el Centro Universitario de Teatro, de la Ciudad de México, a prepararse como actor. Eran los tiempos en que el gran maestro y director Raúl Zermeño era el director. La formación de Kotsi fue sólida de mano de Raúl y de otros grandes maestros del prestigioso CUT.
He visto el crecimiento actoral de Héctor. Compartimos escenario teatral en aquella maravillosa obra de teatro llamada «Los Endebles». Al poco tiempo Kotsi me recomendó con el maestro Manuel Montoro, para integrarme al elenco actoral de la obra «Escuadra Hacia la Muerte». Una obra con Salvador Sánchez, Alberto Estrella, Mario Prudom, Pepe Cortéz, un servidor y Kotsi.
Cómo nos reíamos. Pero también sufrimos el rigor de aquel director español, que cuando se enojaba temblaban las paredes del teatro Rafael Solana. ¡Bah!, era un buen señor el maestro Montoro. Mucha sabiduría teatral.
Kotsifakis, de origen directo griego, su padre era del gran país mediterráneo, ha tomado curso firme por el cine y las series. Me encantó su trabajo en la película «Gutten Tag», de Ramírez Suárez. Lo vi en un recorrido teatral que iniciaba en la explanada de la Unidad Cultural del Bosque del INBA.
Tomaba una camioneta, donde él y la actriz Nailea Norvind, Iban en la parte delantera, los pasajeros espectadores éramos testigos, íbamos en los asientos traseros. Se dirigían a un hotel, ahí vivíamos su paulatina separación como pareja. Un interesante trabajo teatral experimento en movimiento. La dirección era de Richard Viqueira.
La carrera de Héctor vuela incesante, como un Ulises, nunca en el retorno a Itaca, sino firme en nave de Argos.
En estos pasados días, celebramos junto a él, Gaby Soria, su compañera, Elvira Richards, su representante, y un servidor, su noche feliz en celebración del estreno de la película «Pedro Páramo», dirigida por Rodrigo Prieto.
Héctor vive el alma de su personaje «Fulgor». La foto que enmarca este escrito es de esa noche. Tanto camino andado con el Kotsi, y es la única que tengo junto a él. Misma imagen que me dice muchas cosas. Nunca imaginé que aquel muchachito que decía que Ramón Ramírez se parecía a él, llegara tan lejos.
Bueno Héctor, sigue tu camino en nave Argos. Miles de aventuras aún esperan. Ojalá las estaciones junten nuestros mares nuevamente. Sigue con la sonrisa, y tu buen humor en talento iluminando los caminos de quienes te acompañen.
Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan