Más cerca de lo que parecen
Julián Parra Ibarra
De acuerdo con el Consejo Estatal de Seguridad de Sinaloa, la entidad ha vivido los 30 más recientes días bajo un auténtico ambiente de terror, y la mayor parte de ese tiempo, dejados por las autoridades a su suerte, a la mano de Dios.
Los sinaloenses en general y los culiacanenses en particular, desconfían de su mandatario, Rubén Rocha Moya quien siendo gobernador electo acuñó una frase que, dicen, le pinta de cuerpo entero, cuando un columnista de la capital le preguntó que como sin tener una gran experiencia en la política podría gobernar un estado con un cartel tan poderoso como el de Sinaloa.
“(…) no nos hagamos pendejos, aquí todo mundo sabe cómo está la cosa. Yo fui y hablé con ellos, los conozco porque soy de Badiraguato, yo fui a pedirles su apoyo. Quien diga que quiere gobernar Sinaloa y no tiene el visto bueno de ellos, te miente. Así es la cosa aquí, para qué nos hacemos pendejos”, fue su respuesta a boca de jarro.
Los sinaloenses siguen creyendo que sus nexos con los grupos del narco, le impiden hacer algo en bien de la población.
Peor aun cuando ya iniciada la ‘guerra’ entre los grupos del cartel sinaloense, el general Francisco Jesús Leana, comandante de la Tercera Región Militar ubicada en Sinaloa, y responsable de la seguridad en toda aquella parte del territorio nacional, dijo que la tranquilidad en la entidad, no dependía de las autoridades, sino de los grupos del narco que estaban enfrentados y que eran los que estaban generando la violencia.
Los sinaloenses entonces perdieron toda posibilidad de esperanza con esas expresiones de estos dos personajes mencionados.
Entre el 9 de septiembre y el 8 de octubre, de acuerdo con el Consejo Estatal de Seguridad, tenían registrados 192 homicidios dolosos, 224 desaparecidos, al menos 200 familias desplazadas, y afectaciones en la economía del estado: mil 883 empleos perdidos y 180 pequeñas y medianas empresas cerradas, aunque sea temporalmente.
Esta semana, estuvieron en Culiacán los secretarios de la Defensa, general Ricardo Trevilla Trejo; y de Seguridad, Omar García Harfuch. Ambos caminaron por algunas calles de Culiacán, pero claro bajo un muy fuerte operativo de seguridad, incluyendo helicópteros artillados –así cualquier sinaloenses puede hacer lo mismo, pero ellos están dejados a la deriva-, y al final sostuvieron una reunión con Rocha Moya, pero dentro de las instalaciones de la Novena Zona Militar.
Con todo, a los sinaloenses les arroja un poco de esperanza de lograr pacificar su estado. Les acaban de mandar un centenar más de elementos de las Fuerzas Especiales del Ejército para sumarse a los operativos iniciados desde el mes pasado, que se suman a los contingentes enviados por el gobierno federal recientemente. El 9 de septiembre pasado también llegó un grupo similar, que se sumó a los 600 militares desplegados en agosto en la capital estatal, para intentar frenar la violencia, y estos a su vez se sumaron a los dos grupos, con 490 elementos de las Fuerzas Especiales y paracaidistas fusileros, que fueron enviados a Culiacán, dos días después de la captura del Mayo Zambada.
Por su colindancia territorial, Durango es un estado que desde el inicio de la oleada de violencia se ha mantenido alerta, sobre todo por la principal vía que comunica a ambos estados, la llamada ‘Supercarretera’ Durango-Mazatlán. Ya un hecho se registró de este lado, cuando un par de autobuses con gente de Monclova, La Laguna y Durango capital, se dirigía al bello puerto de Mazatlán Fueron interceptados por vehículos con gente armada, los bajaron de las unidades, a las que atravesaron y prendieron fuego para impedir el paso de autoridades.
Los hechos fueron en territorio duranguense, en Pueblo Nuevo, y aunque el secretario de Gobierno, Héctor Vela Valenzuela aseguró que Durango está ‘blindado’ y en paz, reveló que habían venido solicitando una reunión urgente con el mandatario sinaloense, Rubén Rocha Moya sin que hasta ese momento –y se ve que todavía hasta este momento- no habían recibido respuesta; vamos, ni siquiera había respondido las llamadas del gobierno duranguense.
Habría sido en la toma de posesión de la presidenta Claudia Sheinbaum, donde los dos gobernadores pudieron verse cara a cara, pero no se ve que haya existido una respuesta. De haber sido así, a la reciente reunión en los secretarios de Defensa y de Seguridad y Rocha Moya, hubiese sido invitado Esteban Villegas Villarreal.
La puerta de entrada viniendo de Sinaloa hacia Durango, parece estar abierta de par en par –o al menos muy endeble-, y por ahí se puede ir metiendo el diablo como sucedió en otros tiempos. El asunto debiera ser analizado y tomado con muchísima más seriedad de lo que se ha hecho hasta ahora, porque además entre Durango capital y La Laguna hay un solo pasito.
El asunto también debiera interesar, importar, a las autoridades coahuilenses, al Mando Único Regional de La Laguna, porque la nuestra es una región conurbada que, si bien la integran municipios de dos estados distintos, somos una sola y misma sociedad. Lo que ocurre de un lado del Nazas afecta al otro y viceversa
Pareciera que el problema de Sinaloa está muy lejos, pero está mucho más cerca de lo que creemos. Esto es como las leyendas de los espejos retrovisores de los autos: Precaución, los objetos en el espejo están más cerca de lo que parecen.
X= @JulianParraIba