viernes 4, octubre, 2024

En el tintero

Jessica Rosales

La que anda ausente

En la política, el compromiso con la ciudadanía debe ser inquebrantable, especialmente cuando ha sido elegido para un cargo de responsabilidad pública. Sin embargo, la alcaldesa de Múzquiz, Tania Flores Guerra, parece haber olvidado este principio fundamental. Desde que perdió la reelección, ha dejado de asistir a las sesiones de cabildo, acumulando al menos nueve faltas, siendo la última sesión la número 110 a la que asistió. Hoy, en la 119, su silla sigue vacía.

Alegando motivos personales, la alcaldesa ha evitado cumplir con una de las tareas más esenciales de su mandato: liderar las decisiones que afectan a los 70 mil habitantes del municipio de Múzquiz.

Como bien lo señala el regidor Antonio Gutiérrez Wislar en una reciente entrevista, la ausencia de la alcaldesa en las sesiones de cabildo es más que un detalle administrativo; es un asunto grave que afecta directamente la gobernabilidad del municipio. Las sesiones de cabildo son fundamentales para el funcionamiento de cualquier ayuntamiento, ya que es allí donde se toman decisiones sobre el rumbo de la comunidad. Al no estar presente, Tania Flores ha fallado en su deber de guiar y supervisar la correcta administración del Ayuntamiento, así como de velar por los intereses de los ciudadanos que representa.

Su ausencia reiterada no solo afecta la toma de decisiones, sino que también envía un mensaje de desinterés e irresponsabilidad, dejando en el aire temas cruciales para el desarrollo de Múzquiz y debilitando la confianza en la gestión pública.

El Código Municipal establece claramente las responsabilidades de los alcaldes y las consecuencias que su inasistencia puede acarrear, incluyendo escenarios de ingobernabilidad. Múzquiz no merece un liderazgo ausente ni excusas vacías. La alcaldesa fue elegida para servir hasta el último día de su mandato, no hasta el momento en que perdió una elección. La responsabilidad no termina con un revés electoral; al contrario, es cuando más se debe demostrar entereza y compromiso con la ciudadanía.

Por otro lado, el regidor Benjamín Muro Tristan ofrece una visión distinta, minimizando la falta de Flores, al señalar que, de cualquier modo, las decisiones importantes ya no se están tomando en estas sesiones, y que los regidores, incluyendo los del PRI y el PAN, han continuado trabajando por mayoría. Además, subraya que la profesora Maribel Borda, primera regidora, ha asumido las responsabilidades de abrir y cerrar las sesiones.

Si bien es cierto que la maquinaria del cabildo puede seguir funcionando de manera técnica, el hecho de que Tania Flores no se presente genera un vacío en el liderazgo y un mensaje claro de desinterés hacia el municipio que juró dirigir.

No se trata solo de la capacidad técnica del cabildo para seguir operando; es una cuestión de principios y ética pública. La ausencia reiterada de la alcaldesa envía un mensaje alarmante: su compromiso con Múzquiz parece haber terminado con su derrota electoral. Este tipo de actitud es inaceptable en una democracia que exige rendición de cuentas y dedicación al servicio público hasta el último momento del mandato.

La alcaldesa de Múzquiz tiene la responsabilidad moral y legal de presentarse y cumplir con sus funciones hasta el final de su periodo. Si Tania Flores considera que «motivos personales» justifican su inasistencia, entonces debió dar un paso al costado y permitir que alguien más asumiera las riendas con la seriedad que el cargo requiere. La política no es un juego de intereses personales; es un compromiso con la gente. Y, por el bien de Múzquiz, este compromiso debe ser inquebrantable, más allá de cualquier revés electoral.

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