domingo 24, noviembre, 2024

JOSÉ JOSÉ, UN VIAJE AL LADO DEL PRÍNCIPE

In Memoriam para un gran cantante que cada día canta mejor

Raúl Adalid Sainz

Este 28 de septiembre de 2019, sentí el recuerdo en adiós de una pauta de mi vida.

Viajé al año de 1970, a una casa de la Colonia Torreón Jardín en mi natal Torreón. Vi a un niño de nueve años con un lápiz cantando: «Mi Niña», «Alguien Vendrá» y por supuesto «El Triste». Gozaba el primer disco que había tenido en mi vida. Mi madre me lo había regalado. Esas primeras canciones marcaron un imaginario de sensaciones.

De querer cantar como aquel cantante que irradiaba mi sensibilidad temprana. Cómo olvidar la tienda y la cara de mi madre al regalarme el disco: una tarde inolvidable en «Mercantil Cepeda». «¿Tienen el último disco de José José?», «¡Ah! sí señora, se llama «El Triste», dijo el atento empleado.

Tardes de fábula saliendo de entre las cortinas de la sala para cantar «Mi Niña».

El viaje continuó y en los años subsecuentes de primaria oía los éxitos, «Buscando una Sonrisa» (cómo olvidar la película homónima donde José era el protagonista con aquella güera llamada Nadia Milton, el «Príncipe» le cantaba «Cosas Imposibles», de Manzanero, en la playa de Acapulco). Al salir de ver la película en el Teatro Isauro Martínez (en aquellos años de 1972, el maravilloso recinto era cine de tercera) me fui caminando por la calle Jiménez lagunera cantando los estribillos de la canción tema de la irradiante película. Once años tenía.

La niñez, mis viajes a la escuela eran enmarcados por canciones de «El Príncipe». En los camiones de ruta (Campo Alianza, Torreón Jardín) ponían el radio los choferes y aparecían canciones como: «Cuando tú me quieras», «Déjame Conocerte», «Las Puertas del Colegio» y un largo etcétera.

Nunca olvidaré la edad de los diecisiete años. Mi padre me llevó con mi madre a verlo en el Restaurant «Fuente Bella» de Torreón. José José volvía a ser el número uno con su disco «Reencuentro». Compositores como Manuel Alejandro, Pérez Botija, Cantoral, Juan Carlos Calderón, tomaban con su autoría la batuta de ese fantástico disco.

Esa noche, «El Príncipe», ataviado con un smoking gris, cantó, «Gavilán o Paloma», «Buenos Días Amor», «Gotas de Fuego» y por supuesto «El Triste». Una noche adolescente inolvidable.

En el año de 1978 viví quizá una de las noches más maravillosas. José José volvió a La Laguna a cantar al Restaurant «Los Sauces». Mi padre ya no me quiso llevar. «Ya lo viste», me dijo contundente. Así que ideé qué hacer para verlo. El capitán del lugar me conocía desde niño. Mi padre era asiduo cliente del lugar. Le expliqué la situación y mi deseo de ver a José José. Me dijo que me fuera temprano al restaurant y que le ayudara a recoger los boletos de la cena show en la entrada. «Al terminar ves ya el show», me dijo enternecido y complaciente.

Tuve el descaro de ir con dos amigos más. Llegamos temprano al lugar. El capitán Mireles, me dijo: «Váyanse a sentar a los jardines, al rato te mando hablar para que me ayudes». Estaba con mis amigos en una mesa esperando a ser llamado para trabajar, cuando fue llegando un hombre de guayabera blanca, pantalones y zapatos del mismo color, lo acompañaban dos personas, al vernos nos dijo sonriente: «Buenas noches jóvenes», apenas balbuceamos el saludo de regreso, nos quedamos helados, era el mismísimo «Príncipe» el que nos había saludado. El concierto fue maravilloso. José José acababa de estrenar el disco «Lo Pasado Pasado». Gracias al «Capi» Mireles por ese entrañable regalo.

La vida me llevó a estudiar mi carrera de actuación a la Ciudad de México. Una canción estaba de moda en ese 1980 capitalino, «Amor Amor», canción que creo me ha acompañado en muchos momentos. Fue hasta mi prueba de audición de canto en la facultad de Teatro ante el gran director Ludwik Margules. Lo que es la candidez maravillosa de la provincia. El polaco director dijo: «No, si los de Torreón también cantan».

Mis noches románticas, los amores platónicos, los realizados, fueron siempre acompañados por canciones de Pepe Pepe. Muchas de sus canciones me abrieron los balcones de emociones subyugantes. Las tristezas fueron armonizadas por una que otra rola. En ese tenor no olvido «Amnesia».

Siendo novio de mi esposa Elvira Richards, le hablaba al banco donde trabajaba y pedía comunicación con ella diciendo que era el señor José Sosa. Al contestar le cantaba «Buenos Días Amor».

José José es un compañero, un confidente silente de muchos mexicanos. Por eso es un ídolo de nuestro pueblo. Gustó a todas las clases sociales. Un amor se le guarda en muchos países. Estando un día en La Habana, Cuba, unos cubanos me preguntaron al saber que era mexicano: «Y ¿cómo está José José?», «Muy bien», dije a carcajadas, en la hilaridad de pensar: «Como si yo lo conociera y me hablara de tú con él».

Este ha sido sólo un pequeño viaje al lado de un cantante que ha estado siempre en mi vida. Cuando estoy en estados de éxtasis bohemios suelo decir: «Me están entrando unas ganas locas de oír a José José», como un día lo dije estando de gira en San José, Costa Rica. Celebrábamos en un bar mis compañeros actores y yo. Habíamos tenido una gran función y estando en copas dije esa frase que es ya parte de mi ideario y del folclor de esos compañeros al verme.

Gracias a ese mago de la voz, a ese cantante que de «El triste» me llevó a «Llegaste a Mí», a «Tan Cerca tan Lejos», a «Amar y Querer», a sentir que «Alguien Vendrá», a vivir un eterno «Amor Amor». Es que mi querido José José, el amor por tus canciones no conoce el final. Tus interpretaciones serán siempre una mar en calma, un golpe de mar o un desesperado volcán apagado.

Finalmente digo en letras al mundo virtual del correr de esta existencia:

¡Gracias de verdad, por hacer algo tan grande mi querido José José!

Nota: Escrito realizado un 28 de septiembre de 2019. Con el profundo dolor porque un «Principe», compañero de viaje, había partido. Por otro lado, los amigos acompañantes de aquella noche en el Restaurant «Los Sauces» de Torreón, eran mis hermanos, Óscar Sánchez y Jorge Hernández, quien seguramente estará cantando en algún karaoke celestial, esa su canción, «Amnesia». Debo agregar que Dios me regaló el ser parte como actor del serial: «José José, «El Príncipe de la Canción». Hoy, esta mañana, a cinco años de su adiós, me sigo diciendo que José José cada día canta mejor.

Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlán

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