viernes 22, noviembre, 2024

Olvido tan humano como divino

Luis Alberto Vázquez Álvarez

Si existe una disciplina elitista, selectiva y hasta despreciativa de personalidades, es la historia. Según la socioantropología, más de cien mil millones de seres humanos hemos pisado este planeta, sin embargo, en los anales de todos los tiempos y de todas las civilizaciones, apenas unos pocos miles han inscrito su nombre en ellos.

Si Demóstenes (384-322 a.C) subsiste, es gracias a la retórica en sus Filípicas, discursos contra Filipo II de Macedonia, padre de Alejandro Magno; fueron ellos quienes lo trascendieron. Cicerón vale por sí mismo, sus “Catilinarias” lo convirtieron en inmortal, pero… ¿Quien fue Catilina?. Hoy en todo México no existe un solo columnista o comunicador con la capacidad de estos dos oradores, apenas oscuros críticos destilando odio por la falta de “chayote”… La lógica popular de la historia oficial es vengativa y condena al mictlán a los traidores al pueblo, elevando al Olimpo a quienes apoyaron sus causas.

Todos recordamos a Luis XVI y a María Antonieta porque les cortaron la cabeza durante la Revolución Francesa, pero con ellos sufrieron suerte semejante miles de nobles, clérigos e intelectuales, así como periódicos imperialistas, pero nadie recuerda nada de ellos; como si jamás hubieran existido. En cambio a Robespierre y a Napoleón todo mundo los recuerda; ellos transformaron su sociedad.

Por la reforma mexicana de 1860 todos recuerdan a Benito Juárez, muchos a Lerdo de Tejada o Melchor Ocampo, Por el Imperio a Maximiliano y Carlota, pero nadie a Joaquín Velázquez de León (ministro del Estado) y menos mentar los folletines imperialista como “El Cronista de México” fenecido durante la República Restaurada.

Durante el Porfiriato se “maiceaba” a periódicos y columnistas, eran conocidos en su momento, pero hoy nadie recuerda a “El Imparcial”, diario de mayor circulación en la capital. Porfirio Díaz imposible olvidarlo, pero Limantour como jefe de los científicos o a Francisco Bulnes (intelectual porfirista) y demás defensores de los conservadores, todos muertos eternamente para la historia.

Así sucederá en pocos años con los periódicos nacionales, no se diga con los pasquines locales que padecen anorexia provocada porque doña Chayo ya no les envía su money; cada vez adelgazan más los ejemplares, las horas de transmisión y están despidiendo columnistas y conductores, Lo mismo prensa que radio y TV. Dentro de unos meses nadie recordará los contextos y rumores de los opositores: “Ya chuparon faros”.

Quienes amamos la historia tanto que nos atrevemos a estudiarla para desentrañar su contenido, sabemos que jamás perdona y castiga con el olvido; discernimos que jamás se repite; puede haber bucles que se parecen, pero nunca son similares, siempre hay distinciones generalmente muy profundas; realmente caminamos por senderos distintos y como dijo el filósofo Heráclito de Éfeso, (535-480 a. C): «Jamás nos bañamos dos veces en el mismo río» y “Toda realidad es cambio”.

Con tantas mentiras que tiran los medios tradicionales de comunicación y sus adictos, les pasa lo que con el lobo y el pastor, cuando dicen algo que pudiera ser verdad, nadie cree ya sus montajes. Nunca entendieron que gran parte de su fracaso se fundó en ataques a quien el pueblo sí quiere; lo demuestra ese setenta y siete por ciento de su aceptación popular, según publicación formal del periódico español “El País” no algún medio mexicano.

Vale ahora la pena analizar si se acabarán los “abrazos y no balazos”; porque parece que llegan los cintarazos y nalgadas; la presidenta es madre y sabe castigar fuerte a quienes rompen las reglas, no es indulgente como su antecesor, a quien facciosamente acusaron de “dictador “ y de “Tirano” y eso que jamás usó la fuerza contra manifestaciones y agresiones en su contra, ya fuesen físicas o mediáticas, ¿Utilizaría el consejo de Maquiavelo? “A los hombres se les ha de mimar o aplastar, pues se vengan de las ofensas ligeras, ya que de las graves no pueden: la afrenta que se hace a un hombre debe ser tal que no haya ocasión de temer su venganza”.

Termino con un fragmento del poeta Julio Sesto (1871-1960) enfocado a los ignorados por la historia popular y académica: “Cómo me dan pena las abandonadas que amaron creyendo ser también amadas;”.

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