Jessica Rosales
El voto de la discordia
La política mexicana atraviesa por un momento decisivo. La reforma judicial impulsada por Morena ha generado una ola de debates y divisiones profundas en el país. Con su mayoría absoluta en el Congreso, el partido en el poder podrá avanzar a paso firme en varias iniciativas, pero en el Senado, la situación no es tan sencilla. La falta de tres votos para alcanzar la mayoría calificada ha frenado la aprobación de reformas constitucionales clave, y ahora, un solo senador podría inclinar la balanza.
El reciente apoyo de dos senadores del PRD a Morena ha puesto en jaque a la oposición y ha encendido la especulación sobre quién será el tercer senador que complete la mayoría calificada. Este voto se ha vuelto crucial no solo por su capacidad para cambiar el rumbo de la votación, sino por el estigma que cargaría quien lo emita. La oposición ya lo ha bautizado como el «tercer traidor», un título que promete consecuencias políticas y sociales a largo plazo.
El uso de términos como «traidor a la patria» no es nuevo en la retórica política mexicana. Sin embargo, en este contexto, su peso es mayor. La reforma judicial no es cualquier cambio en la ley; afecta la estructura misma del poder judicial y, en consecuencia, el equilibrio de poderes. Por ello, quien se atreva a votar a favor de Morena, más allá de sus razones, enfrentará una tormenta mediática y política difícil de sortear.
La situación también expone las grietas dentro de los partidos de oposición. El hecho de que dos senadores del PRD hayan decidido apoyar a Morena es un síntoma de la falta de cohesión en las filas opositoras. A pesar de los intentos por mostrar unidad, el escenario actual demuestra que las presiones políticas y personales pueden ser más fuertes que la ideología. La pregunta ahora es: ¿quién será el siguiente en ceder? Y más importante aún, ¿cuál será el precio de esa decisión?
El presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña, ha sido claro al anunciar que la reforma será leída el próximo martes y votada el miércoles. El margen de tiempo es mínimo, pero suficiente para que las presiones se intensifiquen. Miguel Ángel Riquelme, exgobernador de Coahuila, ha anunciado que votará en contra de la reforma. Su postura, ya pública, ha sido recibida con alivio por la oposición, pero el foco sigue en quién podría ser el tercer voto que pudiera darle la victoria a Morena.
No es la primera vez que México enfrenta este tipo de encrucijadas políticas, donde un solo voto puede cambiar el rumbo del país. Pero la diferencia en esta ocasión es que la sociedad está más polarizada que nunca. Las redes sociales amplifican cada acción y declaración, lo que convierte cualquier movimiento en un espectáculo público. En este contexto, el senador que decida cruzar la línea tendrá que enfrentarse no solo a sus colegas, sino a millones de ojos atentos a su decisión.
¿Está Morena jugando con fuego al presionar para obtener ese tercer voto? Algunos lo ven como un acto legítimo de gobernabilidad, mientras que otros lo perciben como una amenaza a la democracia. Lo cierto es que el poder de un solo voto en este momento podría tener consecuencias que rebasan el ámbito legislativo. Un cambio en el sistema judicial afectará la vida política de México durante décadas, y la forma en que se logre este cambio definirá, en muchos sentidos, la credibilidad de las instituciones.
Al final del día, la pregunta sigue en el aire: ¿quién será el tercer traidor? ¿Será un acto de convicción o simplemente una estrategia de supervivencia política? La respuesta, más allá de los discursos y las presiones, marcará un antes y un después en la historia política reciente de México.