Simón Vargas Aguilar
¿Qué tanto te quieres?
La relación que tenemos con nosotros mismos es probablemente una de las más
significativas, pero al mismo tiempo de las más complejas; y es que en muchas
ocasiones somos con nosotros los jueces más severos e injustos. Es así que con el
paso del tiempo la autoestima ha comenzado a tener un papel mucho más
significativo en nuestra sociedad, hoy las personas que aceptan sus fortalezas y
debilidades, asumen sus errores y toman decisiones responsabilizándose de las
consecuencias son cada vez más, lo que estoy convencido impulsará una
convivencia más sana y ordenada.
La buena autoestima no debe traducirse en egocentrismo, sino más bien en un
reconocimiento de las capacidades y debilidades personales, pero también de las
del prójimo. El trabajo con uno mismo es un camino complicado, porque implica
admitir que no somos perfectos y que al reconocer nuestras deficiencias también
podremos ver con mayor claridad dónde debemos enfocar nuestra labor.
Y aunque el tema ha sido cada vez más abordado también hay que aceptar que
aún quedan muchos pendientes y es que a pesar del esfuerzo por resignificar
nuestro amor propio todavía existen situaciones complejas que nos exhortan a
preguntarnos, ¿por qué nos hacemos daño?, ¿por qué continuamos con vicios que
nos afectan?
Y es que en muchas ocasiones no somos conscientes del daño que nos hacemos y
que generamos en el prójimo, bien lo dijo su Santidad el Papa Francisco: “Pienso
en las adicciones, que nos hacen esclavos, siempre insatisfechos y devoran
energía, bienes y afectos; otra cadena: pienso en las modas dominantes, que nos
empujan al perfeccionismo imposible, al consumismo y al hedonismo, que
mercantilizan a las personas y desvirtúan sus relaciones”.
El amor propio no sólo nos permite ver con mayor claridad aquello que hay que
cambiar, también nos insta a no dejarnos arrastrar por vicios y adiciones, nos
impulsa a trabajar en nuestro crecimiento personal y apostar por nuestra salud
tanto física como mental.
La pregunta que da título a esta colaboración probablemente sea una de las más
difíciles que podemos hacernos, pero es necesaria; desafortunadamente en
muchas ocasiones ponemos la valoración y aceptación social por encima de
nuestro amor propio y aunque es cierto que la manera en la que nos perciben es
importante ésta no tiene que sobrepasar nuestra visión personal.
Vivimos una era compleja, marcada por la rapidez, la violencia y el aumento de
adicciones, por lo que es cada vez más significativo revalorizarnos y enfocarnos en
lo verdaderamente importante como nuestra salud, los vínculos con la familia, y el
descanso, pero sobre todo seamos compasivos y perdonemos, no sólo a las
personas a nuestro alrededor sino también a nosotros mismos.
*Analista en temas de Religión, Seguridad, Justicia, Política y Educación.