Luis Alberto Vázquez Álvarez
Hace unos días, el Presidente en su mañanera comentó que la credibilidad en los medios de comunicación tradicionales había descendido un 25%; inmediatamente sus detractores, con razonamiento trasnochado, aseguraron que eso sucedió bajo el actual sexenio; el porcentaje del ejecutivo federal se me hace muy bajo y una fanfarronada que rayó en la ridiculez de los conservadores. Hace ya muchos años que las personas no creemos en prensa, radio ni televisión; se pasa de “tontejo” quien quiera negar esa realidad que resulta perogrullada. Recuerdo los gritos de movimientos que viví como el de 1968 de “prensa vendida”; pero ya los ferrocarrileros lo habían esbozado en 1959 y, desde entonces su caída ha sido estrepitosa.
Hace varios años hice con mis alumnos de profesional un ejercicio sobre este tema. Era una encuesta que decía: “Ayer sucedió un acontecimiento mundial que conmovió a la humanidad completa y alteró la historia” la televisión lo destacó en sus noticieros nocturnos: y sugerí una sola pregunta: ¿Hoy buscarías ampliar la información en lo periódicos? La respuesta incluía todo tipo de personas, pero separados por edades: de 18 a 30 años, 30 a 50 y mayores de 50 años. Los primeros contestaron con un 2%; los segundos subían a un 25% y los terceros a un 59%. Repetí hace poco esa experiencia, pero agregué radio, televisión y redes sociales; los resultados fueron desastrosos para los medios de comunicación tradicionales, los jóvenes cero en tradicionales, edad media apenas un 20% y adultos mayores un 39%. Pero las redes sociales se llevaron el 100% en jóvenes y ya se imaginarán en los demás encuestados.
¿En dónde está pues el descrédito, la incredulidad en los medios de comunicación tradicionales? Pues fácil; por ejemplo en la prensa, sus encabezados son farsas en relación al texto interno; usan “perdonar” cuando más bien se descubre que no hubo delito, la radio miente en todos los campos, en el deportivo llevando la imaginación a una jugada peligrosa que jamás existió, pero los peores son los noticieros políticos, alterando textos y poniendo palabra sabias en gente que se conoce por su incapacidad y razonamientos faltos en personas que se saben son prudentes y no se diga en la televisión, donde las falacias son visibles y audibles, la gente ya no es como antes, ya no se las cree todas y ya duda de mucho.
Entonces, ¿Cómo subsisten si cada día tienen menos auditorio? Por sexenios federales y locales y trienios municipales, los gobiernos y organismos autónomos gubernamentales, les “regalaban” convenios de comunicación y les pagaban miles de millones de pesos, lo que conocemos como “chayote” (Don Porfirio Díaz le llamaba “maicear”) y mentían exageradamente dándoles celebridad y hasta renombre a quienes les pagaba y destruyendo personas y dignidades de sus enemigos. Pero ya no, y ahora con las redes sociales, que tienen más auditorio que ellos, pues la muerte latente está presente en sus oficinas porque: “No hay mal que dure cien años ni medio sin chayote que aguante doce”.
Ahora bien, el gobierno de México acaba de lanzar la convocatoria al “Primer encuentro continental de comunicadores independientes: Informar es liberar”, a ella están invitados los llamados =Medios alternativos= la idea en esta reunión es …dialogar y deliberar en torno a la función de los medios de información y la manipulación de la opinión pública a través de noticias falsas y sesgos informativos a favor de grupos de poder… sus Objetivos son: Conocer las experiencias de comunicadores independientes. Analizar los retos, las herramientas y respuestas para consolidar los proyectos comunicativos que buscan informar de forma independiente y Generar una red continental para impulsar los esfuerzos de comunicación alternativa, buscando la democratización comunicativa local y regional.
Frente al deceso ampliamente anunciado por las evidencias de todos los medios tradicionales de comunicación, ¿estaremos ante el nacimiento de otras formas de comunicación social más digna, veraz y honesta? Sus dolores de parto se han visto claramente, ya muchos escritores prefieren crear su propio podcast en TikTok que posee millones y millones de seguidores o Facebook, YouTube, X, etc. que enviar a los tradicionales sus aportaciones; estos últimos tienen infinitamente más audiencia que aquellos.
Estamos viviendo una revolución comunicativa.