El avión de ‘El Mayo’ no despegó de Saltillo
El más escurridizo de los capos mexicanos fue arrestado hace poco más de una semana y todos esos días han sido insuficientes para conocer un dato esencial: ¿de dónde despegó el avión en el cual viajó a Estados Unidos?
Carlos Arredondo Sibaja
Ha transcurrido poco más de una semana desde la sorpresiva detención de Ismael “El Mayo” Zambada considerado el líder criminal más importante del país en décadas. Una auténtica leyenda cuyos pies jamás había pisado las baldosas de una prisión en más de medio siglo de “carrera”.
By the way: en el mismo avión en el cual El Mayo voló a su encuentro con los cherifes gabachos se encontraba el joven Joaquín Guzmán López, hijo de “Don Chapo” -para decirlo con la propiedad exigida por nuestro Perseo de Pantano cuando de criminales se habla- y a quien una de las hipótesis para explicar lo ocurrido le otorga el papel central de haber engañado al veterano capo “Don Mayo”.
La síntesis apretada de la historia es la siguiente: a través de un comunicado emitido por la DEA, la tarde del jueves 26 de julio, se informó del arresto, en un aeropuerto ubicado en El Paso, Texas -o cerca de dicha ciudad- de los dos caballeros arriba mencionados. Desde el principio se dejó en claro una cosa: ambos llegaron a territorio yanki en un avión privado cuyo vuelo tuvo, como punto de origen, algún lugar en México.
Dos versiones se manejaron desde el principio para explicar el sorpresivo golpe: la primera planteaba la existencia de un engaño; la segunda exponía una tesis aún más audaz: El Mayo había pactado su entrega con las autoridades de los Estados Unidos.
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Luego han surgido otras teorías y todos sus exponentes refieren, curiosamente, narrativas similares: una -o varias- “fuente(s) confiable(s)” en las agencias de seguridad estadounidenses y/o los grupos criminales mexicanos, les han confiado detalles puntuales para explicar cómo monsieur Zambada acabó en chirona.
Mientras las versiones con las cuales pretende explicarse el misterio se multiplicaban, el Gobierno de la República se apresuraba a precisar, puntualizar y aclarar lo único realmente importante -para el gobierno mexicano, desde luego- en toda esta trama: ellos no tuvieron ninguna participación en el asunto.
Curiosamente, pero eso es un detalle menor, insignificante, irrelevante, el agónico gobierno de Mister Yo Siempre Tengo Otros Datos también se esforzó en precisar cómo este episodio, pese a la no participación de agencia gubernamental azteca alguna, es prueba de la intensa cooperación entre los gobiernos de México y Estados Unidos en eso de combatir la industria de las drogas.
Pero vayamos a lo importante, al misterio gordo, al enigma relevante: ¿de dónde chingaos salió el avión? Porque esa es la única cosa sobre la cual nadie -en ambos lados de la frontera- parece interesado en ofrecer explicaciones.
Una sola se ha dado al respecto. Fue expuesta en primer lugar por el Gobernador de Sonora y posteriormente ratificada por el Huey Tlatoani de Macuspana: ¡de Hermosillo no!
¡Ah, bueno! Es un alivio conocer la exclusión de una de las decenas de locaciones desde donde pudo despegar el avión en territorio azteca. A partir de ello esta columna, carente de conexiones entre las agencias de los Estados Unidos o los grupos delincuenciales -las cuales pudieran proporcionarnos información privilegiada-, ha concluido entonces lo único concluible: llegaremos a la verdad por descarte.
De allí se sigue, de acuerdo con las leyes de nuestra lógica, algunas conclusiones plausibles. Una de ellas consiste en descartar a Saltillo como punto de origen del vuelo. Y bueno: también a Monterrey… y a Matamoros… y a Querétaro. Y, ya metidos en gastos, a Tampico también.
No nos pidan más: hemos contribuido con cinco descartes, lo cual nos acerca, a no dudarlo, al esclarecimiento del misterio. Porque por ahora lo importante es tener certeza de dónde no partió el avión porque… pues porque…
¡Feliz fin de semana!
@sibaja3
carredondo@vanguardia.com.mx