viernes 18, octubre, 2024

«¡Arriba Torreón!»

(Un recuerdo hermoso sucedido en el teatro)

Raúl Adalid Sainz

El pasado domingo 21 de julio de 2024, terminé las representaciones de la obra «Pequeñas Infidelidades», de Mario Diament.

Una función de clausura muy emotiva. Mucha adrenalina, mucha garra, y mucho amor por hacerla. Horas antes, platicaba con mi compañera actriz, Ángeles Marín, que una última función de una obra de teatro significa un duelo anticipado que vivirás. Da tristeza. Esos momentos, esas situaciones, ya no volverán.

Al personaje que creaste lo mandarás a que repose nuevamente a su tumba, lugar de donde lo despertaste. Él te dijo que quería vivir. Tú sólo abriste la puerta del sueño creativo para que se posesionara de ti.

A los pocos días de terminada una obra, yo imagino una carpa de circo que estuvo instalada; cuando ésta se va, queda el aserrín en la tierra, es el recuerdo de lo que fue el circo. Esto es para mí el término de una obra. El aserrín es la memoria de algo que existió.

Quien vio circos en los pueblos, en las provincias, quizá aquí en la capital, sabrá de lo que hablo. El aserrín y su olor quedan, las medidas circulares para la instalación de la carpa permanecen. Así contemplo a todo lo que conformó a nuestra obra «Pequeñas Infidelidades». Un teatro ahora de la memoria.

En esa entrañable función de clausura pasó algo hermoso. Al momento de los aplausos, y agradecimientos finales, alguien gritó: «¡Arriba Torreón!», volteé a ver quién era, el espacio de «El Círculo Teatral «, es pequeño, y vi el rostro sonriente, lleno de cariño, del querido periodista lagunero Julián Parra.

Sentí muy bonito. Nunca había escuchado ese grito festivo para mi ser en un teatro, y después de mi actuación. Era como un canto que me hacía sentir que mi patria chica estaba orgullosa de mi labor en esta querida Ciudad de México que tanto me ha dado.

Hace muchos años, hice lo mismo con el actor y director lagunero Rogelio Luévano. Rogelio agradecía los aplausos en el «Teatro Santa Catarina», de la UNAM, en la obra «La Noche de los Asesinos». Yo emocionado grité: «¡Arriba Torreón!».

«Santa Catarina», es un secreto discreto de teatro, Rogelio se rio chiveado y con gusto. Hoy, al sentir el grito de Julián, viví lo que Rogelio sintió esa noche. Es un premio que te da la querida tierra en nombre de uno de sus hijos. ¡Gracias muchas querido Julián!

En la foto que enmarca el escrito, estamos mi compañera actriz, de «Pequeñas Infidelidades», Ángeles Marín, Julián Parra Ibarra, y yo. Estamos en la entrada del entrañable «Círculo Teatral», en la colonia Condesa. Muchas gracias a todo el público que fue a vernos durante la temporada. Ustedes le dan razón absoluta de ser a nuestra manifestación de vida teatral.

Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan

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